El silencio de Zapatero sobre Venezuela

Todo indica que en las elecciones del 28 de julio se ha producido un fraude masivo; es misterioso el mutismo del expresidente, observador internacional del proceso

José Luis Rodríguez Zapatero y Yolanda Díaz, en un acto público en Madrid el pasado 25 de junio.Borja Sánchez-Trillo (EFE)

Todo indica que en Venezuela se ha producido un fraude electoral masivo. El Centro Carter, una de las organizaciones que participó en la observación de los comicios, ha señalado que “la elección presidencial de Venezuela de 2024 no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integri...

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Todo indica que en Venezuela se ha producido un fraude electoral masivo. El Centro Carter, una de las organizaciones que participó en la observación de los comicios, ha señalado que “la elección presidencial de Venezuela de 2024 no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral (…) El hecho de que la autoridad electoral no haya anunciado resultados desglosados por mesa electoral constituye una grave violación de los principios electorales”. La ONU sostiene que no se cumplieron las medidas de “integridad y transparencia”. La UE ha pedido respeto a la voluntad del pueblo venezolano; los aliados tradicionales de Nicolás Maduro no le prestan el apoyo o las excusas de otras veces, porque la deriva autoritaria es demasiado grosera. Brasil, Colombia y México han insistido en que el Consejo Nacional Electoral (CNE) presente las actas.

Más de 2.000 personas han sido detenidas por participar en las protestas contra la manipulación de los resultados electorales por parte del régimen; ha habido al menos 18 muertos. Este no debería ser un tema de derechas, sino de democracia y derechos humanos. Así lo entendió un dirigente de izquierdas como Gabriel Boric, y así lo entiende desde hace tiempo Felipe González. En España, algunos lo ven como un asunto de derechas: por la reticencia a criticar a los tiranos cuando apelan a principios compartidos (la solución habitual, cuando ya resulta irremediable, es negar el pedigrí ideológico), por los vínculos de parte de la extrema izquierda con el chavismo, porque la derecha lo ha empleado en la batalla política. Que sea material en el rifirrafe cotidiano puede distraer de una situación trágica. Pero algunos lo ponen fácil: Juan Carlos Monedero actúa como propagandista del régimen, y Yolanda Díaz reconoció los resultados que anunció sin pruebas Maduro, una postura excéntrica en altos cargos de gobiernos democráticos. Diputados de Sumar, Bildu y Podemos han firmado una declaración avalando la “legitimidad” del proceso electoral.

Pero lo más misterioso es el silencio de José Luis Rodríguez Zapatero, observador internacional de las elecciones. Sin duda, lo escucharemos cuando haya una campaña electoral, donde hará chistes y alertará de la amenaza que supondría un Gobierno de derecha en España. Ahora nos cuesta creer que para entonces alguien pueda reconocer en el expresidente la “autoridad moral” que Ignacio Sánchez-Cuenca atribuye a la percepción de que “Zapatero interviene en los debates públicos a partir de unos principios democráticos firmes”. Pero Venezuela está lejos y la memoria, como nuestro federalismo, es asimétrica.

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