Adán Augusto: acorralado
La defensa del morenista solo lo está hundiendo más. No pasará mucho antes de que su movimiento acuse el desgaste de cargar un senador para quien todo aquel que sostiene algo que no le conviene, miente


Adán Augusto López Hernández está contra las cuerdas. Acorralado, lanza golpes al mensajero. No es desesperación, es táctica. La prensa miente, rezonga una y otra vez para devaluar indicios y sospechas, en su frustración de no poder noquear a su real atacante.
El líder de Morena en el Senado ha dado por fin la cara. Este viernes dejó de correr por los pasillos. Orillado por la invitación de la presidenta, Claudia Sheinbaum, a aclarar nuevas acusaciones, citó a la prensa y durante una hora se mostró retador, tenso pero a la ofensiva.
No mienta… Usted miente… Los reportes del ejército, chismes de café…. En su momento diré quién está detrás de esto… a toda capillita le llega su fiestecita…, no me siento mal por haber nombrado a Hernán Bermúdez... Sus mensajes el viernes eran en ese tenor.
Adán Augusto desveló su manual para tratar de sobrevivir la crisis en la que lleva tres meses.
El punto central de su estrategia es denunciar como mentira toda acusación. No importa que al hacerlo termine por generar más suspicacias, que se le vea como indolente, o incluso que su aclaración desmonte el mito de la austeridad y de paso el “no somos iguales”.
Así, reconoce sin más que una empresa que fue proveedora de su Gobierno en Tabasco le pagó, tiempo después, millones. ¿No constituye eso un conflicto de intereses?, se le preguntó. El senador niega con total cara de extrañeza.
Para este abogado y notario, para el político que se dice experimentado y nada ingenuo, quien en la rueda de prensa repite su currículum —desde subsecretario de gobierno en Tabasco, diputado local, federal, senador, gobernador y titular de Gobernación— ¿qué tiene de malo que te contraten quienes tú contrataste con el erario?
Cero esfuerzo del senador morenista de despejar dudas de la naturaleza de los servicios, o de por qué precisamente él y no otra persona, sea notario, sea abogado, sea político, tenía que ser contratado por quienes él antes había favorecido.
El senador va de un lado a otro al tratar de defender sus múltiples cachuchas. Dice que cobra por el local de su notaría porque, dada su tarea política, no ejerce; luego dice que ninguna notaría tan requerida como la suya. La opinión pública sabía que Adán Augusto López no viene de la justa medianía. Lo que ahora descubre es que le surgen herencias en Estados Unidos, que le da tiempo para dirigir la bancada morenista en el Senado y reses en Tabasco, que le pagan contratistas privados y el gobierno simultáneamente, que hace leyes para todo tipo de actividad y sin más vende servicios a quien le procure los mismos.
¿Qué sigue, que la presidenta de la República declare que hay unos empresarios que le contratan consultorías, que Marcelo Ebrard cuente que tiene socios en algunas ramas económicas, que Ricardo Monreal se diga consultor jurídico al mejor postor? Así de bizarro suena Adán.
La renovación de la vida nacional está a cargo de millonarios que no aparcan sus negocios mientras se sacrifican por la patria. ¿Adán Augusto verá en Donald Trump, personaje que no duda en entremezclar negocios y política, una figura aspiracional? Es duda.
Dice el senador López Hernández que sabe perfectamente de dónde viene el golpe. Traducción: no asumo responsabilidad alguna de haber puesto en la secretaría de seguridad de Tabasco; es más, no me arrepiento y al que me anda moviendo el tapete ya lo tengo en la mira.
Adán Augusto luce retador en la rueda de prensa. Muestra declaraciones de impuestos. Las cifras coinciden con las reportadas la víspera por la televisión, que le acusa de inconsistencias. Él dice que no hay tales discrepancias. Pero no se contenta con aclarar.
Su carga emocional está enfocada contra lo que él llama una “nube mediática” que a través suyo pretende dañar al movimiento. La consabida táctica de no soy yo, son ellos que me usan para debilitar lo más grande, más puro, más importante. La modestia como evasión.
No da nombres de los complotistas. Se mofa de que el pato quiera disparar a la escopeta. Y juega a la lógica al reconocer la eventualidad de que documentos con acusaciones en su contra sean reales: que existan esos papeles, dice, no hace verdad lo que sostienen.
Basado en lo anterior, cada que un o una reportera dice que en una acusación de la Fiscalía General de la República se dice esto o lo otro de él, López Hernández tortura lo racional reponiendo que por ley ese expediente no puede ser público, por ende quien lo cite dice mentiras.
No miento, repone un reportero, cito lo trascendido. Cual abogado chapucero, el aludido cree que esa es la oportunidad para sembrar dudas: la filtración confirma que lo aseverado es espurio, y al periodismo como parte de la celada que él mira por doquier. Todos contra el pobre Adán. Pobre solo en la acepción de víctima, obvio.
En la conferencia, Adán Augusto hace un Andy López: queriendo explicar cándidamente que recibe dinero de una herencia de su padre radicada en Estados Unidos, termina contando que su progenitor tenía una “cuentecita” en dólares porque no confiaba en México.
La distancia del legislador con el pueblo bueno que se supone es el motivo de su lucha política, misma que a su vez sería la causa de que la maligna derecha le quiera destronar del Senado, es tan flagrante en su manera de enlistar servicios por millones de pesos como irrisoria.
Y luego, la indolencia. A pesar de los nuevos detalles del modus operandi de Hernán Bermúdez Requena como jefe simultáneo de la policía de Tabasco y del crimen organizado en la entidad, López Hernández se ufana de la baja de delitos en ese periodo.
Este es el perfil del nuevo gobernante de México. Millonario. Sin conflicto al ser, en cosa de meses, ahora gobernante que da contratos ahora legislador contratado por ese proveedor. Heredero súbito. Con capacidad de crear una mayoría constitucional y empresario. Todo con discurso de austeridad, siempre a favor de los más pobres.
Carlos Hank González I estaría de lo más entretenido con los tiempos nuevos. Políticos que sin disimulo asumen su actividad privada. Notarios que miran desde el poder su notaría. Socios de corporativos. Millonarios proveedores en servicios a quienes antes contrataron.
No es la riqueza lo que se le cuestiona. Incluso podría decirse que el mérito inicial de un patrimonio sin agobios fue de su padre, a quien se le reconocen acciones a favor de los pobres o de los progresistas. Es que pretendan que la gente crea que no hay conflicto en sus agendas.
López Hernández está acorralado porque su amigo el expresidente fue un promotor del par de zapatos y los doscientos pesos en el bolsillo. Adán Augusto está contra las cuerdas porque la presidenta, Claudia Sheinbaum, no tendría contratos millonarios y cargo público.
La ética es lo que llevará a la lona a Adán Augusto. Su insistencia en que, si fuera el caso, nada de malo tiene que su policía fuera narco y él en Babia. Su pretensión de contestar a todo cuestionamiento poniendo el peso de su cargo, que se debe al pueblo, contra la prensa.
De seguir así, en cosa de días o meses, una campaña de Morena será sinónimo de ricachones que se dan el tiempo de hacerle el favor al pueblo de recolectar sus votos para representarlo en el Ejecutivo, Judicial o Legislativo al mismo tiempo que desde tan alta posición se hace negocios privados. ¿Quién se apunta?
Adán Augusto está acorralado. Y su defensa solo lo está hundiendo más. No pasará mucho antes de que junto con él, su movimiento acuse el desgaste de cargar un senador para quien todo aquel que sostenga algo que no le conviene, miente. Porque la verdad siempre aflora. Siempre.
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