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Columna
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La pausa entre México y Estados Unidos que nunca existió

En el renglón de la relación con Estados Unidos, Claudia Sheinbaum no ha comprado las formas de su predecesor

G20 México
Justin Trudeau saluda a Claudia Sheinbaum, durante el G-20, en Río de Janeiro, el pasado 18 de noviembre.Ricardo Moraes (REUTERS)

Cien días bastan para olvidar una “pausa” que nunca existió, tal vez uno de los últimos desplantes del presidente que hoy descansa en su rancho. A finales de agosto los diarios de circulación nacional reportaban “un punto de máxima tensión en la relación con Washington”, Andrés Manuel López Obrador se inventaba un nuevo término en la diplomacia bilateral y decía que había “una pausa” entre México y Estados Unidos. Realmente nunca significó nada, se quedó en una rabieta intrascendente causada por una hermética operación estadounidense para capturar a Ismael El Mayo Zambada, López Obrador buscaba explicaciones y no se las daban. Además, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, se atrevía a decir en medio del huracán de lo que significaba la reforma judicial que “las democracias no pueden funcionar sin un Poder Judicial fuerte, independiente y sin corrupción”.

Hoy ambas “exigencias” están perdidas. El último intento del Gobierno mexicano para lograr obtener información sobre la detención del gran capo capturado en Estados Unidos lo hizo la actual presidenta Claudia Sheinbaum en Río de Janeiro, se quedó en una petición directa a Biden que, hasta ahora, dos semanas después el Gobierno mexicano no ha dado seguimiento, ni creo que les importe a estas alturas.

En medio de estos dos problemas, que ya no lo son, se han intercambiado los papeles, los desplantes regresan a la Casa Blanca y ahora toca la respuesta rápida, efectiva y con prudencia a la inquilina de Palacio Nacional. Donald Trump ha puesto una amenaza en su red social Truth, sobre aranceles increíbles al Gobierno mexicano si no es capaz de detener las olas migrantes a su país. Trump no da “pausas”, da amenazas que a nadie sorprenden. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha dicho que sería un balazo en el pie, que es una estrategia comercial imposible de aplicar, en pocas palabras, otra rabieta intrascendente, ahora del otro lado.

El 5 de agosto pasado el Gobierno mexicano suspendía las reuniones de seguridad con Estados Unidos, hace cuatro días la presidenta Claudia Sheinbaum publicaba en su cuenta de X una fotografía acompañada del canciller Juan Ramón de la Fuente, ambos con una sonrisa de oreja a oreja y con el siguiente mensaje: “Tuve una excelente conversación con el presidente Donald Trump. Abordamos la estrategia mexicana sobre el fenómeno de la migración y compartí que no están llegando caravanas a la frontera norte porque son atendidas en México. También hablamos de reforzar la colaboración en temas de seguridad en el marco de nuestra soberanía y de la campaña que estamos realizando en el país para prevenir el consumo de fentanilo”. No puedo pensar en un mejor ejemplo de lo que significa en relaciones internacionales un “borrón y cuenta nueva”, cuesta trabajo pensar que 12 semanas separan la “pausa” a dos administraciones que no arrastran agendas de otros.

La nueva ruta de diálogo se enfoca en lo económico, se ha puesto en el archivo de los misterios sin resolver la operación de la detención del Mayo Zambada que nos sigue causando decenas de muertos semanales en Sinaloa, se ha dado vuelta a la página a una reforma judicial que ya es una realidad y que poco le importa a Trump, y por último se abre un frente en el que se siente cómodo el presidente gringo, la renegociación del Tratado de México, Estados Unidos y Canadá. Justin Trudeau, primer ministro canadiense, no ha mandado carta como lo ha hecho el Gobierno mexicano, él decidió ir a Mar-a-lago personalmente y, de acuerdo con versiones de la embajadora de Canadá en Washington, le ha dejado claro a Trump que es injusto comparar a su país con México en cuanto al flujo de drogas y migrantes, a ver si su reunión ha rendido frutos y veremos si Trump lo saca de la canasta donde los ha puesto junto a México.

En el renglón de la relación con Estados Unidos, Claudia Sheinbaum no ha comprado las formas de su predecesor, nada se parece al sexenio pasado, se presentarán nuevos embajadores en breve y nos acostumbraremos otra vez a las amenazas comerciales sin fondo y a las ocurrencias de un Trump que ya conocen varios del gobierno actual.

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