Ganar Ciudad de México (aunque sea de rebote)
¿La derecha? ¿Posibilidades auténticas de vencer en la más progresista de las ciudades? A usted no le falla la vista. Las últimas encuestas confiables marcan una elección cerrada entre la exalcaldesa de Iztapalapa y su adversario
Cinco meses y medio separan al segundo debate chilango de aquel día en que el Consejo Estatal de Morena dio a conocer —no sin incurrir en algunas contradicciones— que la candidata a Ciudad de México por el obradorismo sería Clara Brugada.
Rescato dos datos de aquella lejana y prolongada noche. Primero, la preferencia del 40.5% de Omar García Harfuch sobre el 26.7% de Clara Brugada. Segundo, la preferencia de 60.7% de Morena y aliados contra el 17% de la pandilla opositora. El primer dato era presagio, el segundo mentira.
Aquí estamos algunas semanas después. El segundo debate por la capital ha concluido sin mayor alharaca ni extrañeza. Cada postulante bailó a su propio son. Salomón volvió a comer palomitas en solitario, mientras que Brugada y Taboada se enredaron en un tango teatral. La confrontación constante dejó claro lo evidente: estamos ante una parejera. Ambos aspirantes tienen reales posibilidades de ganar.
¿La derecha? ¿Posibilidades auténticas de vencer en la más progresista de las ciudades? A usted no le falla la vista. Las últimas encuestas confiables marcan una elección cerrada entre la exalcaldesa de Iztapalapa y su adversario. Hace un mes, Enkoll (vivienda) reportó una diferencia de 15 puntos entre la puntera y el segundo lugar. Hace apenas dos días, El Financiero (telefónica), anunció cinco. Ave de mal agüero con el empate en el pico.
Una lección de humildad o una mala broma. En el apogeo del respaldo popular del partido guinda, con su candidata presidencial y los aspirantes a legisladores montados en la cresta de la ola y gobernando 22 Estados del país, la oposición tiene una posibilidad auténtica de hacerse con la capital. Otrora epicentro de la izquierda que ha sido gobernado tanto por el presidente como por su (probable) sucesora. Marko Cortés se relame los metafóricos bigotes.
La oposición lo sabe. Por ello, y con una batalla federal que naufraga, han decidido reacomodar sus canicas e instalarlas en la capital. Veintiún millones de pesos —el doble de recursos que la candidata guinda— han sido invertidos por el PAN, PRI y PRD en propaganda para conseguir su nuevo propósito. Mientras tanto, Xóchitl Gálvez continúa vociferando reiterados y penosos pedidos de auxilio a sus antiguos patrocinadores: “No me abandonen, los necesito”, implora a los cuervos. La virgen yace sacrificada ante el altar. El posible éxito de Taboada es, paradójicamente, el árbol que proveerá la madera de su ataúd.
La semilla que no logró germinar en lo federal —el golpeteo incesante a un presidente repopular— parece estar floreciendo en la ciudad. Los panistas saltan jubilosos, habían atravesado una larga sequía de buenas noticias. Su candidato —a pesar de su affaire con el cártel inmobiliario, sus escándalos de corrupción y su conservadora agenda— le ha ganado terreno al mar. Aquella candidatura que fuera destapada por el presidente el pasado 10 de julio y que fuera recibida en Morena con algo de sorna, comienza a morderles el polvo.
—¿Disputada? ¿Cómo que la Ciudad está disputada? —preguntará el presidente, desconcertado. No ha nacido el valiente que se atreva a presentarse con alguna explicación. Bástenos recordar que fue él quien salvó a la capital de su primera amenaza: la candidatura de Xóchitl Gálvez. Su natural aspirante.
—¿Qué quieres decir con que podríamos perder la ciudad? —cuestionará Sheinbaum Pardo, inquieta. Silencio sepulcral. La exjefa de gobierno preguntará —sin faltar a la verdad— cómo es posible que una ejemplar gestión procree una derrota. Cualquier respuesta será escasa. Ella lo advirtió. Desde el banquillo, mira su leal policía.
Es posible que el acuerdo Coahuila —aquel pacto ilegal mediante el cual PRI y PAN tranzaron a quién correspondería la candidatura presidencial y por la ciudad— traiga como premio la capital del país y que la izquierda pierda, por segunda ocasión, el control de su territorio. El porcentaje de electores que no votaría jamás por Morena en la región (21%) es particularmente alto en contraste con el resto del país y con los el del PAN (17%). Quien fuera alcalde de Benito Juárez ha hecho un esfuerzo para no ser asociado con el PRI, partido con el doble de respuestas negativas que el partido gobernante (45%). Lo ha logrado.
Pero aún hay esperanza. Primero, por el efecto arrastre. La popularidad de Claudia Sheinbaum podrá influir positivamente en las elecciones a otros cargos de Morena en el resto del país. La jefatura de gobierno de la Ciudad de México incluida.
Segundo, porque el desencanto provocado por Xóchitl podrá actuar en términos proporcionales y directos en contra del resto de sus correligionarios. Que no se olvide que Taboada es de los suyos.
Tercero, porque una elección más cerrada en Ciudad de México le otorga a Morena los incentivos correctos. Es la alta participación de los electores morenistas la piedra fundamental en que se erigirá su victoria en la capital. Máxime que la oposición citadina pronosticada por la campaña de Taboada —una bien articulada y con altos márgenes de participación— ya alcanzó en 2021 sus números más altos posibles de votación.
Concluyo. Una buena operación territorial será la que defina al siguiente titular del ejecutivo local, ocupante del Antiguo Palacio del Ayuntamiento y vecino de Palacio Nacional. Y de su próxima habitante.
Por lo pronto, en Ciudad de México hay tiro. El debate lo dejó claro.
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