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Elecciones mexicanas
Tribuna
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La batalla entre Clara Brugada y García Harfuch será la de David contra Goliat

Una derrota de Morena en la elección para la capital resulta improbable, especialmente considerando los desafíos que enfrenta la oposición para encontrar un candidato a la altura del fenómeno morenista

Omar García Harfuch y Clara Brugada
Omar garcía Harfuch y Clara Brugada en Ciudad de México.Galo Cañas Rodríguez (Cuartoscuro)
Vanessa Romero Rocha

El electorado de Ciudad de México —principal bastión de la izquierda en el país y cuna de Morena—aprovechó las elecciones intermedias de 2021 para transmitir un mensaje de insatisfacción a Andrés Manuel López Obrador. En medio de una pandemia global, con la oposición unida por primera vez en la capital y la desleal actuación de Ricardo Monreal, además del reciente desplome de la Línea 12 del metro, los resultados de aquellas elecciones eran predecibles: la capital del país daba la espalda al partido del presidente.

El sexenio ha avanzado, y a medida que nos acercamos a la elección del 2024, el panorama luce más alentador. Deambulan por el país pronósticos de estabilidad y crecimiento económico, una marcada reducción de la pobreza, de la desigualdad y de la brecha regional. Además, los comicios serán liderados por un presidente notoriamente popular. En este contexto, una derrota de Morena en la elección para jefe de gobierno resulta improbable, especialmente considerando los desafíos que enfrenta la oposición para encontrar un candidato a la altura del fenómeno morenista. Ni se le ve, ni se le busca.

Con esto en mente y a un año de las elecciones, todo indica que la verdadera contienda por la silla de la capital se librará dentro de las filas del partido gobernante. La batalla se llevará a cabo en las próximas cuatro semanas mediante el ya tradicional método de elección de Morena: la encuesta. Entre los contendientes más populares destacan Omar García Harfuch y Clara Brugada.

Clara Brugada —activista en movimientos sociales desde los 17 años— se sitúa en el corazón de la izquierda política de la ciudad. Sus logros recientes se traducen en significativos avances en obra pública, desarrollo social y seguridad en Iztapalapa, alcaldía de la cual ha sido titular en dos ocasiones. Sus Utopías (Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y Armonía Social) han tejido en el suelo de la metrópoli espacios deportivos, refugios de cuidado y atención, áreas recreativas y educativas. Entre sus resultados, también resalta la construcción de la línea 2 del Cablebús. La línea de su tipo más grande del mundo. En materia de seguridad, lo más destacable es la reducción del 50% de los delitos de alto impacto y la iniciativa de Caminos de Mujeres Libres y Seguras que fue retomada a nivel ciudad y, después, como faro nacional. Iztapalapa —la segunda alcaldía más grande de la CDMX, donde casi un millón de personas enfrentan la pobreza— emerge renovada tras el paso de Clara Brugada por su territorio. Ni duda.

Omar García Harfuch, por su parte, se presenta con una hoja de vida que destaca en el ámbito de la seguridad. Ocupó el puesto de secretario de Seguridad Ciudadana durante los gobiernos de Claudia Sheinbaum y Martí Batres. Harfuch, abogado y licenciado en seguridad pública, ha dejado una marca notoria en la seguridad de la capital del país. Desestimar sus logros en esta área sería un error. Las mejoras son evidentes en las estadísticas de homicidios y en prácticamente todos los delitos reportados. A pesar de su reciente afiliación a Morena, las polémicas en torno a su todavía no resuelta implicación en la investigación de la desaparición de los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa arrojan sombras sobre su candidatura. Además, el atentado cometido en 2020 en su contra por parte de miembros del CJNG ha suscitado temores y cuestionamientos respecto al tipo de campaña y gobierno que podría encabezar. Harfuch tiene enfrente muchas preguntas por aclarar; más le vale que lo haga pronto.

La disyuntiva entre los dos candidatos representa un escenario atípico para el obradorismo. La encuesta podría privilegiar al candidato menos predilecto de las bases del movimiento: Omar García Harfuch. Conforme a los sondeos más recientes, Harfuch cuenta con un 33% de intención de voto, mientras que Clara Brugada ronda el 20%. Con semejante brecha en las encuestas y considerando las reglas de Morena para la contienda interna, las perspectivas de Brugada para ganar terreno en cuanto a reconocimiento y popularidad son bajas, bajísimas. Será David contra Goliat.

Encuentro cuatro elementos que —sin excluirse entre sí— arrojan luz sobre por qué Morena estaría dispuesta a respaldar a su candidato menos natural y evidente: García Harfuch.

En primer lugar, la necesidad de homogeneidad. A pesar de los altos niveles de aprobación del partido, que no parecen justificar una contienda interna entre los dos candidatos, Morena se ve obligada a someter a todos sus aspirantes al mismo método de selección en todo el país. Recordemos que, junto con Ciudad de México, Morena contendrá por ocho gubernaturas el próximo año.

La segunda justificación descansa en el miedo. Se cree —se sabe— que las clases medias que en 2021 dieron la espalda al partido guinda, votarán más fácilmente por un candidato más alejado del perfil obradorista. El fantasma de la elección del 2021 ronda Morena y le susurra al oído.

El tercer componente es una amalgama entre la ambición y el deseo de unidad. Hasta hace unas semanas, sonaban varios nombres para la candidatura de la Ciudad de México: Ricardo Monreal y Mario Delgado, por mencionar algunos. El súbito lanzamiento de Omar García Harfuch, quien ya había descartado competir por la capital, fungió como el rugido del león que ahuyenta al resto de la manada. La estrategia funcionó: los aspirantes se retiraron de la línea de batalla sin dejar tras de sí rastro alguno de división o confrontación. Una jugada sobresaliente.

Al final encontramos una combinación de pragmatismo y pensamiento estratégico. La maniobra encuentra su lógica en el hecho de que Claudia Sheinbaum, puntera en las encuestas para la elección presidencial, busca asegurar la estabilidad que brindaría la alineación de la presidencia, la capital del país y el Estado de México bajo una misma bandera. De concretarse, marcaría la primera ocasión desde 1997 en que tanto el Gobierno federal como la Zona Metropolitana del Valle de México estarían bajo el manto de un solo partido. Lo que está en juego no es menor.

En resumen, el obradorismo avanzará hacia las elecciones por Ciudad de México dividido. Las señales indican que Claudia Sheinbaum respaldará a Harfuch, mientras que las bases del movimiento se inclinarán hacia otros candidatos, principalmente por Brugada. Sin embargo, la política se hace a diario: en gerundio: se está haciendo. Conviene recordar que la encuesta no es vinculante: después de conocer el resultado final, Morena deberá cumplir con los criterios de paridad de género en todas las entidades donde compita por las gubernaturas. Esto significa que, en caso de que Omar García Harfuch gane la encuesta, podría verse obligado a ceder su lugar a Clara Brugada. Esto confirmaría la jugada maestra de la Coordinadora de Defensa de la Cuarta Transformación para librarse de quienes rondaban con avaricia la Ciudad y, al tiempo, asegurar el triunfo del partido y de Brugada. La clara favorita del obradorismo.

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