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día de la mujer
Columna
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La importancia de ocupar las calles este 8M

Se acusa a las mujeres de criminales por pintar o romper, pero los crímenes no los cometemos las mujeres que rompemos las reglas, sino quienes siguen las reglas de un Estado feminicida

International Women's Day
Una protesta por el feminicidio de Debanhi Escobar en la Ciudad de México el 22 de abril de 2022.Nayeli Cruz
Brenda Lozano

Hoy es 8M, hace mucho calor en la Ciudad de México, también por las noches, las calles se han ido llenando estos días de jacarandas en flor y más tarde se llenarán de pañuelos violetas y verdes, de pancartas, de pintas, consignas, acciones colectivas y todo tipo de expresiones de resistencia. Pareciera que molesta el 8M, pareciera que ser feminista pasó de moda —como si fuera una moda—, que hay otros temas en la agenda del Estado —como si hubiera temas más importantes que la vida y la libertad de las mujeres—, y que hay otros temas a tratar en la prensa —como si estos temas no fueran relevantes—. Pero míralas, ahí vienen otra vez. Otro 8M. ¿No se cansan de la misma cantaleta? Que si esto, que si esto otro, ¡ya las escuchamos! Además, ¿con quién se puede hablar? No hay a quién dirigirse, no hay gerente, jerarquía ni líder: son un chingo, míralas. ¿Por qué no mejor se quedan en sus oficinas o en sus casas? Además, entre ellas se contradicen, ¿sí o no? ¿Quieren otro 8M para hacer más destrozos en las calles? Pinches viejas, son más violentas que los hombres, ¿sí o no? Algo parecido a esto escuché decir a alguien hace unos días sobre este 8M. Ese hombre también dijo: “Pinches viejas, por eso les ponen hasta vallas y policías.” Un hombre mayor y regordete, con dentadura postiza, blanca, en un puesto de poder que, por cierto, lo mismo despotricó contra del Gobierno en turno que contra las feministas, como si fuesen dos bandos. ¿Feministas?, también dijo, entrelazando sus dedos regordetes como rellenos de crema pastelera, esas nomás quieren romper todo, solo quieren desmadre, por eso se juntan, ¿sí o no? Más adelante volvemos a este personaje, para que no lo extrañen mucho…

Me dejó pensando sobre la importancia de marchar hoy. Pareciera que los feminicidios diarios, el hecho de que el aborto no está despenalizado en todo el territorio, la falta de una perspectiva feminista en los espacios laborales, las mujeres que ganan menos que sus pares hombres, la falta de mujeres en puestos directivos, la hipersexualización a la que estamos expuestas desde que somos niñas, la cantidad de “bromas” en contra de lo femenino, la transfobia estructural a la que enfrentan todos los días las mujeres trans, la discriminación en contra de la comunidad LGBTIQ+, la violencia obstétrica en tantísimos lugares, la falta de referentes de mujeres diversas en una gran cantidad de ámbitos culturales, los roles de género que les enseña a las niñas, la gordofobia a la que están expuestas desde edades muy tempranas las niñas y la violencia en contra de las mujeres a tantos niveles es un tema de un solo día de marzo, pero este día también es recordatorio de que hay feministas que luchan todos los días desde todos estos espacios. Este día puede ser molesto para un señor como el que me tocó escuchar, además del calorón ―los demasiados grados, las demasiadas palabras de alguien así―, este día también puede ser molesto para otras personas, tal vez porque se hace visible el encabronamiento ante esta realidad que vivimos las mujeres. Se rompen reglas este día, sí. No todo son flores violetas, abrazos y hermanas. Muchos de los símbolos asociados con lo femenino han cambiado en los últimos años. El color rosa, por ejemplo, también se ha convertido en un símbolo de resistencia, al igual que el violeta, tan parecido al de las jacarandas tapizando la primavera, tal vez recordando también el florecimiento feminista en América Latina. Para ello se rompen reglas, sí. Se acusa a las mujeres de criminales por pintar o romper, pero los crímenes no los cometemos las mujeres que rompemos las reglas, sino quienes siguen las reglas en un Estado feminicida.

¿Por qué marchamos hoy? Pareciera que nos escuchan, que ya chole con lo mismo. Pareciera que somos incómodas para el Gobierno, que somos incómodas para muchos, pero la realidad es que las cifras aumentan. La tasa de feminicidios ha aumentado. Tan solo de enero de 2022 en comparación a enero de este año, los feminicidios han incrementado. El año pasado la violencia de género —en todos sus rubros— llegó a cifras históricas: en 2022 las cifras fueron 32% más altas que en 2021, y, a su vez, el año pasado fueron cifras 235% más altas que 2015, año en el que se inició el registro de la violencia en contra de las mujeres en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. ¿Por qué la violencia va en aumento? Quizás, en parte, por la indiferencia del Estado o la participación directa que tiene desde la revictimización en los casos, que se agudiza más en los casos mediáticos, la falta de profesionalismo en las investigaciones tan lejos de la justicia, más lejos aún de la verdad. La maravillosa periodista Lydiette Carrión investigó de cerca, de manera independiente, algunos casos de feminicidios de adolescentes asesinadas en el Estado de México, y como resultado de esa investigación, anotó: “Cuando el poeta Juan Gelman se refirió a la desaparición de su hijo y nuera en manos de la dictadura argentina, y a la posterior búsqueda de su nieta (dada en adopción ilegal por los ejecutores de sus padres), decía con insistencia que para los atenienses el antónimo del olvido no era la memoria, sino la verdad. Se refería a una verdad simple, no retórica. En este caso la verdad sería quiénes son las desaparecidas, quiénes se las llevaron, qué les hicieron y dónde están.” Por esto también marchamos el 8M, a favor de esa verdad.

No solo es importante salir a las calles este 8M pospandemia, que seguramente dará lugar a un resplandecer de la fuerza que solo se gana en las calles. Grandes son los logros que se han obtenido en América Latina desde las movilizaciones en las calles, como la despenalización del aborto en Argentina, por ejemplo, y parte de su fuerza es también la repetición de signos, pancartas, consignas, canciones, pañuelos verdes y violetas hasta que la narrativa cambia. La repetición de consignas, por ejemplo, la repetición de los mensajes en las pancartas, la repetición de las acciones colectivas crecen como crecen las olas. Cuando el contexto es aún más agudo, como en el nuestro donde la violencia ha aumentado, la repetición genera más fuerza, más alcance. En esto se parecen mucho las movilizaciones en las calles a los ritos que son siempre un comportamiento colectivo, como dice el filósofo Gadamer: “El rito no es una forma de hablar, sino una forma de actuar.” Ese actuar que es también una marcha donde no importa la individualidad —lo que cada una tiene que decir—, sino lo que tiene que decir la colectividad. Por eso las mismas palabras se escuchan atrás que adelante, allá que acá y así es como la colectividad gana fuerza. Claro, hay distintos motivos que impulsan las marchas, pero en específico este 8M lleva los temas de género a las agendas del gobierno, a las mesas de redacción, a las redes sociales, a la discusión pública.

Ya regresó ese personaje que despotrica en contra de las feministas y la 4T por igual, que tiene en su oficina un diploma de la escuela de padres maristas a la que asistió, que prende un cigarro con el que está por terminar de fumar entre sus dedos regordetes cuando la amiga con la que estoy y yo le decimos que somos feministas y que, de hecho, vamos a ir a marchar: “Ah, caray… Bueno, sí tengo que reconocer que nosotros los hombres sí les hemos quedado muy mal a las mujeres, ¿sí o no, muchachas?” En tiempos tan inclinados a polarizar así entre bandos, entre hombres y mujeres, entre feministas y Estado, entre izquierda y derecha, ojalá que este 8M sirva también para mostrar que no se tratan de bandos. En una marcha, lo mismo que en un ritual, la comunidad no es espectadora, sino que es parte de la acción. Todos y todas estamos involucrados, el 8M nos apela a todos por igual, incluido aquel señor al que mi amiga y yo desde la calle este día mandaremos saludos, también de parte de ustedes, con una pancarta tan parecida a tantas otras.

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