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La oposición busca contrincante: el papel comedido de Claudia Sheinbaum orilla a Xóchitl Gálvez a confrontar al presidente López Obrador

Los morenistas mantienen un perfil bajo de precampaña bajo el refugio de unas encuestas que hablan a su favor

Xóchitl Gálvez, durante un encuentro con activistas y ciudadanos en el Salón Olmeca del World Trade Center, en Ciudad de México.
Xóchitl Gálvez, durante un encuentro con activistas y ciudadanos en el Salón Olmeca del World Trade Center, en Ciudad de México.NurPhoto
Carmen Morán Breña

La campaña electoral será cosa de dos. Con la salida del emecista Samuel García de la contienda presidencial para junio de 2024, solo dos nombres parecen quedar en juego: Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Dos caracteres políticos tan distintos que casi podrían decirse contrarios. La primera, seria hasta la circunspección, reservada. La segunda, de abierto desparpajo, o para decirlo en sus propias palabras, “entrona”. El asunto, por ahora, es que no tiene a quién entrarle. Gálvez encuentra enfrente a una candidata que cruza el río haciéndose la muerta, dicen en su equipo, una abanderada de la continuidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, critican. De modo que la campaña de la oposición parece por momentos detenida en busca de jugador. El presidente se convierte así en el blanco de los choques, algo que como estrategia no le fue mal a Gálvez en sus inicios. López Obrador le dio la presencia pública que necesitaba entonces. Pero él no es el candidato, podrán decir los electores, y quizá los mensajes de la alianza caigan así en saco roto. Lo que hoy se ve, casi seis meses antes del encuentro con las urnas, parece llamado a ser el mismo escenario que seguirá a la precampaña.

“Es una candidata que no habla, que no da la cara”, dicen los de Gálvez. Y al otro lado del ring responden: “Nosotros no entramos en guerras sucias, no es cosa de Claudia hacer eso, no nos vamos a subir a ese tren, no caeremos en la provocación”. Este partido va a ser aburrido, pensarán los espectadores.

En los cuarteles de la campaña oficialista manejan encuestas que les satisfacen. La salida de Samuel García, dicen, no ha variado en nada los resultados que ya se venían publicando, en nada, aseguran: “Claudia crece”. Por el contrario, en las filas de Fuerza y Corazón por México, donde se reúnen los seguidores del PRI, PAN y PRD, son conscientes de que les falta todavía camino por andar y no ven que las Navidades, en pleno proceso vacacional, sea el mejor momento de entrevistar a la gente sobre sus preferencias electorales.

Experto en sondeos, Francisco Abundis entiende la estrategia de Sheinbaum: “Va muy por delante, ¿para qué va a salir al ring con alguien que no ve siquiera como competidora? Es lo mismo que hacía Trump cuando se negaba a debatir públicamente con sus adversarios, en una táctica que los descartaba como interlocutores. En todo caso, estamos en precampaña, ya vendrán otros momentos más adelante, por más que Gálvez quisiera debatir y enfrentar posturas con Sheinbaum”, afirma el director de la consultora Parametría. Opina que las cuestiones políticas que trae al frente Gálvez no son exactamente lo que la sociedad percibe o le interesa y le parece arriesgado que en este vacío trate de pelearse con una figura como López Obrador, cuya aceptación ciudadana sigue en los mismos números, cerca de un 70% de popularidad. “No es una buena estrategia, aunque ella no puede dejar de hacer lo que tiene que hacer, dar la batalla, no tiene tantas opciones, pero no sé si encontrará eco, ni en el interlocutor que busca, ni entre el público general”, sostiene.

Lo que la campaña no da de sí lo completa con creces la política diaria y eso sí le sirve a la oposición. Los videos de la candidata del Frente no dejan de censurar las decisiones del presidente, como el último nombramiento de una mujer afín al Gobierno, Lenia Batres, para ocupar la vacante de Arturo Zaldívar en la Suprema Corte, o el desatino de López Obrador al señalar el consumo de cocaína como motivo del asesinato de seis estudiantes en Guanajuato, o la iniciativa del mandatario para eliminar los organismos autónomos, como el INAI. Las masivas marchas ciudadanas en defensa del INE en febrero fueron el impulso para una oposición achicopalada por aquel entonces, aglutinaron el descontento con Morena, pero el electorado apenas conoce el INAI, así que esa batalla corre el riesgo de diluirse sin pena ni gloria.

El equipo de Gálvez asegura que no toman a López Obrador como contrincante, pero que es necesario criticar sus medidas cuando surgen y sus errores. También tratan de sacar provecho a la idea de que él es quien lleva la batuta en la campaña de Sheinbaum, relegándola a ella a un papel secundario y ramplón. “Somos respetuosos con los presidentes, pero lo que ocurre ahora no se había dado nunca en la historia reciente de México, López Obrador está todo el día en campaña electoral”, lo mismo que repite Gálvez a menudo.

A falta de un debate abierto, en los últimos días la guerra sucia ha copado las acusaciones. Los morenistas han criticado duramente el despliegue de mensajes en las redes con acusaciones a la candidata Sheinbaum orquestado por el empresario Claudio X González, dicen. Lo asegura el presidente del partido, Mario Delgado, quien afirma que todo ello viene sustentado por enormes recursos económicos. El ejemplo más destacado es la portada de la revista Siempre!, donde la silueta de Claudia Sheinbaum aparecía adornada con una cenefa de esvásticas nazis. “Estamos completamente en contra de esas publicaciones y de esos símbolos con los que no tenemos nada que ver”, se desmarcan en el equipo de Gálvez. Pero no dejan de señalar el victimismo que, a su parecer, gastan los de Morena, y acusan: “Les encanta hacerse las víctimas, tanto que esas piezas [en las redes] las hacen ellos mismos para victimizarse. Hasta en el huracán de Acapulco las víctimas eran ellos que se quedaron enlodados en la carretera. Lo que pasa es que están preocupados por cómo marcha la campaña”, afirman.

“Doña X está confundiendo el pueblo con el barrio”, contestan los morenistas, “y eso es un error, como lo es la estrategia de tomar al presidente por el adversario a batir, él no es el candidato, están equivocados, pero estas estrategias de guerra sucia son el antecedente de por dónde vendrá la campaña”, dicen. Y no van a entrar al trapo: “Ya en la campaña confrontaremos argumentos, ideas y propuestas”. Nada más por ahora.

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Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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