“El miedo al miedo”: por qué los inversionistas temen el control del Congreso bajo Morena
La nueva legislatura que inicia en septiembre será mayoritariamente del partido oficialista y sus aliados, lo que deja a los inversionistas temerosos de que se pierda el ancla fiscal o las garantías legales
La aplastante victoria de Morena y sus partidos aliados en el Congreso tomó por sorpresa a los mercados y ahora están preocupados. En la segunda economía de América Latina, las instituciones autónomas han servido para garantizar, en cierta medida, los derechos de los inversionistas. Además, las finanzas públicas se han mantenido sanas hasta este año en el cual el Gobierno decidió endeudarse más. Ahora que Morena y sus aliados ganaron la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y se encuentran a un par de escaños de lograrla también en el Senado, los inversionistas temen que esto cambie.
El tipo de cambio cayó hasta 5,5% entre la mañana del lunes después de los comicios y el martes por la tarde, cotizando en 17,86 pesos por dólar. La Bolsa tuvo una caída inicial de 4% antes de recuperar parte del terreno. La reacción se debió a la enorme ventaja legislativa que el electorado le dio a Morena, el Partido Verde (PVEM) y el Partido del Trabajo (PT), quienes se estima, de manera preliminar, ganaron 365 de 500 diputados y 83 senadurías. Esto abre la puerta a las reformas constitucionales que el presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso en febrero.
“Lo que le preocupa de fondo al mercado es si dado el poder tan fuerte que tiene Morena, sus aliados y el presidente, van a estar menos comprometidos con el ancla fiscal, por un lado”, comenta Benito Berber, economista jefe para América en el banco de inversión Natixis, desde Nueva York. “Por otro lado, se teme que se pierdan las defensas de los derechos de los inversionistas, por ejemplo, en el sector eléctrico”.
Entre las 20 reformas propuestas por el morenista, está la iniciativa que prohibiría a la paraestatal eléctrica suscribir contratos con empresas privadas, así como una prohibición del fracking y la desaparición de los reguladores autónomos y de competencia económica.
“La otra cosa que les da miedo es: ¿y si se le ocurren otras cosas?”, dice Berber, en referencia a López Obrador, “¿Algo que quiso hacer y no pudo? El miedo al miedo está muy fuerte. Detrás de esta reacción en los mercados hay miedo porque tiene un mes para hacer todo lo que se le ocurra, o por lo menos para empezarlo”.
La nueva legislatura entra al Congreso en septiembre, mientras que Sheinbaum asumirá el poder en octubre, lo que le da al presidente un mes para apresurar iniciativas que quizás la presidenta electa tendrá que terminar. Durante la campaña, Sheinbaum y su equipo se reunió a puerta cerrada con empresarios e inversionistas a quienes aseguraban que su Gobierno tendería puentes con el sector privado y hasta reemplazaría a algunos miembros del gabinete actual considerados “muy ideológicos” por personas mejor capacitadas, cuenta Berber. “Ahora, esta visión que teníamos de que Sheinbaum va a ser más pragmática, de repente, ya no existe”.
Se estima que el déficit fiscal cierre este año entre 5% y 6% del Producto Interno Bruto, por lo que firmas de riesgo crediticio como Fitch Ratings y S&P Global han alertado de que el reducir el nivel de deuda será uno de los desafíos más difíciles para Sheinbaum. La morenista ha prometido reducirlo hasta tocar el 3% en su primer año de Gobierno.
Para calmar las aguas, Sheinbaum publicó el lunes un mensaje en sus redes sociales en el que asegura que la política fiscal será sana y que el actual secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, se quedará en su puesto. El propio Ramírez de la O sostuvo el martes una llamada de dos minutos con 10 segundos con inversionistas en la que garantizó que la prioridad del nuevo Gobierno será la estabilidad macroeconómica y la prudencia fiscal.
En la opinión del exfuncionario de la secretaría de Hacienda y Crédito Público y profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) Víctor Gómez, el movimiento fue “acotado” porque los inversionistas extranjeros han ido bajando su exposición a los bonos del Gobierno mexicano de manera gradual durante el sexenio de López Obrador. La reacción refleja una posición mayoritariamente local.
“A pesar de eso, vimos una variación en el tipo de cambio que llama la atención, de una magnitud que no habíamos visto en cuatro años”, dice Gómez. El peso mexicano cayó más de 4% un día después de las elecciones, convirtiéndose en la moneda más depreciada entre sus pares ese día. En comparación, el día después de que Donald Trump ganara la elección de 2016 con la promesa de que “rompería” el tratado de libre comercio con México, el tipo de cambio cayó 3,2%.
“La presión que tiene hoy el marco fiscal mexicano con un déficit que apunta a ser de cinco puntos del PIB al cierre del año va a necesitar un diseño mucho más complejo de consolidación fiscal que involucre aspectos por el lado del ingreso y por el lado del gasto”, explica Gómez. Y ahora, con la mayoría en el Congreso, Morena quizás no se sienta tan presionado para lograrlo.
Berber coincide y suma además el riesgo de las garantías a los inversionistas. Bajo López Obrador, se aprobó una legislación que permite la “expropiación indirecta” de empresas energéticas y la Administración entró en confrontación con una minera estadounidense que asegura está siendo presionada para vender sus activos al Gobierno.
“Morena, teniendo tanto poder, podría tomar decisiones que afecten los intereses de los inversionistas”, opina Berber, “porque ya no dependerán de la ley necesariamente, o de una decisión de la Suprema Corte, o del voto en el Congreso, sino de que un grupo moderado dentro de Morena gane la discusión. Entonces, esto se vuelve un poco más inestable”.
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