Septiembre, el segundo mes con más sismos en México desde 1957
El 19 de septiembre ocurrieron los dos terremotos más devastadores en la historia de México: en 1985 y 2017. La coincidencia ha hecho creer a la población que durante estas fechas es cuando más actividad sísmica ocurre
Después del sismo vivido el 19 de septiembre de 2017, un creciente temor se asentó en los habitantes de Ciudad de México. Fue el terremoto más devastador que ha vivido el país en el siglo XXI. La gente en la capital, en Puebla donde fue el epicentro o en cualquier otro Estado que se derrumbó cuando la tierra cobró vida, recuerda dónde estaba. “Fue allí ni más ni menos donde me agarró el temblor”, escribió Juan Rulfo en El día del derrumbe, un cuento de 1953 del libro El llano en llamas. Y así inician los relatos cuando se rememora la fecha al terminar el simulacro nacional que se celebra cada año y que sirve para preparar a la población a reaccionar de manera correcta.
Los simulacros se realizan desde 2004, cuando Andrés Manuel López Obrador era jefe de Gobierno de Ciudad de México y nombró septiembre el mes de Protección Civil con motivo del sismo de 1985, que ocurrió también un 19 de septiembre. En el 85, el número de muertos nunca se conoció. La cifra oficial fue de 3.192, mientras que algunas organizaciones estimaron en 20.000 los fallecidos.
“Los sismos son un fenómeno a la vez fascinante y aterrador”, se lee en la primera página del libro Los sismos, una amenaza cotidiana, del físico mexicano Víctor Manuel Cruz Atienza y continua, “a diferencia de otros fenómenos naturales, los terremotos amenazan en silencio nuestra tranquilidad”. Cuando el mutismo contrasta con una sirena o la alarma de algún establecimiento, la población se detiene por unos segundos para cerciorarse que sólo sea eso, una alarma y no la alerta sísmica.
El Servicio Sismológico Nacional (SSN) lleva un registro de los movimientos telúricos que se han dado en territorio nacional desde inicios del siglo pasado. El 3 de junio de 1932, un sismo de magnitud 8,2 se suscitó al sureste de Casimiro Castillo, Jalisco. Fue la misma magnitud vivida el 7 de septiembre de 2017. Estos dos, junto al del 19 de septiembre de 1985, de magnitud 8,1, han sido los temblores más fuertes fichados en tiempos modernos. Otro sismo que estremeció la capital mexicana ocurrió el 28 de julio de 1957: la estructura de la Victoria alada, nombre oficial del Ángel de la Independencia, cayó de su columna durante las primeras horas de la madrugada; la magnitud fue de 7,8.
La macabra coincidencia de que los dos terremotos más devastadores en México hayan ocurrido en el mismo mes —septiembre— ha hecho que los mexicanos imploren a través de redes sociales, sobre todo en X, que durante el mes patrio no se piense en los temblores porque “como todos estamos pensando en ello, lo atraemos”, según rezan las publicaciones de influencers. Estas súplicas y recomendaciones se pueden leer cada año en la página principal de la red social, pero ¿es septiembre el mes que más tiembla? Según datos del SSN, la respuesta es no.
Haciendo un recuento mensual desde 1957 hasta 2023, durante el noveno mes del año se han registrado un total de 27.301 sismos. Diciembre lo sobrepasa por 101 con 27.402 temblores. A estos les sigue noviembre con 26.464 y enero con 26.186. Julio es el mes que registra menos actividad sísmica con 19.365 y es el único que no ha superado la marca de los 20.000. Abril, mayo, junio y agosto acumulan 22.000 sismos y la diferencia entre uno y otro es de céntimos: 22.776, 22.493, 22.722 y 22.045, respectivamente.
El físico Cruz Atienza hace hincapié en que la fenomenología sísmica en México es algo cotidiano y “una amenaza bajo la cual viviremos siempre”. La memoria de lo ocurrido en septiembre de 2017 aún está fresca, no han pasado ni diez años. Aun al recorrer algunos barrios de la ciudad se vislumbran los estragos del aquel jueves soleado en el que horas antes se llevó a cabo un simulacro.
Cruz Atienza sostiene que para reducir los riesgos de las inminentes sacudidas es primordial conocer más sobre el fenómeno. Compara, por ejemplo, el territorio nacional con el archipiélago japonés. El país nipón cuenta con la red sismológica más densa del mundo. Cuenta que sus torres de observación “están separadas, en promedio, unos siete kilómetros las unas de las otras. En México, cuya superficie es cinco veces mayor que la de Japón, en promedio hay una estación cada 37 kilómetros”, y concluye. “Esto significa que Japón tiene más de 25 estaciones que México por kilómetro cuadrado. Dicho de otra manera, las redes sismológicas en México deberían contar con unas 13.000 estaciones. Esto es igual a multiplicar casi por 30 la cantidad de sismómetros actualmente disponibles”.
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