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100 DÍAS DESPUÉS
Columna
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Ser gris para ser primeros

La fotografía de hace 100 días nos adelantaba lo que serían estos últimos días de campaña, el tono, las formas

Claudia Sheinbaum
Claudia Sheinbaum durante un acto de campaña en Santa María Huatulco, Oaxaca, el 27 de marzo de 2024.Claudia Sheinbaum

Hace 100 días aún no iniciaban las campañas rumbo a la elección del 2 de junio, pero parecía que el camino ya estaba trazado. A mediados de febrero ocurrieron tres hechos que marcaron a los candidatos presidenciales.

El primero, la voz mandante del presidente López Obrador al lanzar un paquete de 20 reformas legales y constitucionales que quedaban como el epílogo de su sexenio. Hablaban de la transformación del Poder Judicial Federal, la evolución de la Guardia Nacional, otro intento de cambiar al Instituto Nacional Electoral, las pensiones y jubilaciones y hasta del salario mínimo. A pregunta expresa de un periodista en la conferencia matutina de por qué había esperado al fin de sexenio y al año electoral, el presidente contestaba: “porque hasta ahora se dieron las condiciones. Y además, porque vienen las elecciones y el pueblo va a decidir. Y una elección no es nada más para ver qué candidato gana; una elección es también para definir un proyecto de nación, y eso, considero, es lo más importante”. Apenas terminaba de decir estas palabras cuando la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum se apresuró a contestar que “(todas estas reformas) son base sustantiva de lo que va ser nuestro gobierno”. El presidente marcaba el camino de las próximas semanas y la candidata no se salió de este guion. Una campaña exitosa de Sheinbaum sería la que más se apegara a los designios presidenciales, y así fue. 100 días después no ha cometido errores capitales, mantiene la ventaja y repitió las promesas y “logros” del sexenio de López Obrador en cada uno de los debates. Sheinbaum fue una candidata disciplinada, poco estridente que supo cuidar la ventaja, pero sobre todo hacer lo necesario para mantener esa base partidista que la mantiene al frente de las encuestas. “No voy a caer en provocaciones” parecía su lema de campaña en los tres debates, y hasta el momento eso le ha alcanzado. Ser gris la mantiene puntera.

El segundo momento que ocurrió hace poco más de tres meses fue la revelación de un video en el que aparecía el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, en estado de ebriedad acompañado del gobernador de Nuevo León, Samuel García, en un palco en el partido Pumas contra Tigres. “Al calor de las copas, el aspirante presidencial grabó un video y lo subió a sus redes donde dijo ‘Saludos a Beltrones ¡ay, papá! Te las vas a…’” decía en una de las notas de la prensa regia. Este video marcaría también el tono de su campaña: la inseparable amistad y apoyo político del gobernador García, su desprecio constante al PRI y a su vez a la campaña de Xóchitl Gálvez, y por último, la arena de las redes sociales como su principal burbuja política, donde habría que reconocer, hizo una muy buena campaña. Con un jingle que llegó a las listas de popularidad de Spotify y con grandes arquitectos de campaña sobre todo en Tik Tok, Álvarez Máynez creció lo suficiente para que no desapareciera su partido y se quedó muy por debajo como para decir que era relevante escucharlo en cada uno de los debates.

Y por último, el tercer momento que marcaría, hace 100 días, la campaña de la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez. A mediados de febrero, Xóchitl aprovechaba para visitar Washington y reunirse con mexicanos en Estados Unidos, bueno, más bien con “legisladores, empresarios y miembros de importantes centros de investigación” consignado así por la prensa estadounidense. Dio conferencias en la Universidad de Georgetown, se reunió con Luis Almagro, secretario general de la OEA y habló con organizaciones latinas en defensa de los derechos civiles en Estados Unidos. En Washington habló de la “erosión democrática” en el gobierno de López Obrador y resultó todo un éxito este viaje aplaudido sobre todo en el círculo rojo. Alejada de los partidos que la arropaban en México antes de la campaña mostró la mejor cara como candidata, lástima que lo hizo a 3.000 kilómetros de distancia. Fue ahí donde despertó un júbilo que a su regreso se apagó. En México entró en una espiral donde nunca supo evidenciar de manera contundente la fila inmensa de errores de este sexenio, no se pudo quedar con la bandera de candidata ciudadana y rápidamente se tatuó las siglas del PRI, PAN y PRD en su frente, hecho que la terminó condenando. No le alcanzaron tampoco los debates, perdió el primero, ganó el segundo y el tercero nos lo pudimos haber ahorrado como espectadores.

La fotografía de hace 100 días nos adelantaba lo que serían estos últimos días de campaña, el tono, las formas, y las cargas de cada uno de los candidatos, una descripción que solo podrá confirmarse el próximo 2 de junio.

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