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Deslavazado y repleto de ocurrencias: el debate presidencial como un juego de Tetris

El intercambio entre los tres candidatos fue un desconcierto, con ráfagas tan rápidas que no daba tiempo a encajarlas

Periodistas observan el debate presidencial, el domingo 19 de mayo de 2024.
Periodistas observan el debate presidencial, el domingo 19 de mayo de 2024.Isaac Esquivel (EFE)
Carmen Morán Breña

Como caen las piezas del Tetris, cada una de forma y color distintos, así se han sucedido las intervenciones de los candidatos presidenciales en este último debate previo a las elecciones del 2 de junio. Y tan rápido que no había cómo encajarlas. Una pieza: “No se atreven a hablar del aborto y la marihuana”, decía el aspirante de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez. Otra pieza: “Llevaste una falda con la Virgen de Guadalupe, a pesar de que no crees en ella ni en Dios”, soltaba la panista Xóchitl Gálvez. Siguiente pieza: “En la guerra contra el narco, Calderón dio permiso para matar”, remataba la morenista Claudia Sheinbaum. Un desconcierto. Los candidatos se portaban como en esa mesa familiar donde el padre y la madre están enfadados y usan a los hijos para transmitir sus mensajes: cariño, ¿podrías decir a tu padre que deje de sorber la sopa? Así, sin mirarse, se dirigían sus críticas los aspirantes presidenciales.

Xóchitl Gálvez muestra una foto de Claudia Sheinbaum vistiendo una falda con la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Xóchitl Gálvez muestra una foto de Claudia Sheinbaum vistiendo una falda con la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Máynez llegaba dolido del tercio de varas al que le sometió la oposición durante la semana pidiéndole que declinara y se revolvió contra la candidata Xóchitl Gálvez y contra los partidos que representa. Varias veces mencionó al expresidente Fox, a los gobernadores “corruptos” del PRI y al innombrable cartel inmobiliario, donde más duele a la coalición opositora en la capital. Incluso reprochó a Gálvez que defienda que a ella no le manda ningún hombre mientras acusa a Sheinbaum de dejarse gobernar por el presidente López Obrador. Gálvez no solo dijo eso, también aseguró que la candidata Morenista “odia a las feministas”. Al parecer no le impresionó para nada el traje morado-mujer que llevaba su contrincante.

Gálvez mencionó de nuevo la casa de la candidata, vino a decir que se había robado el predio entero, acusó al dirigente de Morena, Mario Delgado, de un fraude con el huachicol, al gobierno, de haber dejado morir por incompetencia a 300.000 personas durante la pandemia; y volvió a insistir en que Sheinbaum era una “narcocandidata”. “Los mexicanos no nos merecemos un debate de calumnias, entiendo la desesperación del PRIAN, pero no comparto sus métodos, esto es para hacer propuestas”, regañaba Sheinbaum.

Y regañaba también una de las moderadoras, porque Gálvez usó un libro en sus intervenciones. “Está prohibido”, le dijo. Reglas y más reglas, todo eran reglas en el debate. Los moderadores hicieron unas intervenciones largas y cargadas de una didáctica cuasi infantil para explicar al ciudadano qué es la política social, por ejemplo, como si no supieran.

Como en otras ocasiones, el candidato naranja sacaba a relucir los defectos de unos y otros, con un ejemplo singular: “Conmigo no tienen que preocuparse de qué García es peor, si García Luna o García Harfuch”, en referencia a dos secretarios de Seguridad, el primero, de tiempos de Calderón, en la cárcel en Estados Unidos; el segundo haciendo campaña por Sheinbaum, pero también con alguna mancha en su expediente por el caso Ayotzinapa, los malogrados estudiantes de la Escuela normal guerrerense.

Con estudiantes empezó Sheinbaum su discurso, porque el debate se celebraba en un centro universitario de Tlatelolco, donde tuvo lugar la terrible matanza de decenas de ellos en 1968. Le servía para recordar los tiempos más oscuros del priismo y para destacar su propia lucha estudiantil, un asunto del que ha hecho bandera en ocasiones. Gálvez contraatacaba sacando su imagen de mujer trabajadora: “Cuando tú tenías 10 años y estabas en clase de ballet yo ya estaba trabajando”. Recurrió de nuevo a su experiencia como empresaria, capaz de crear empleo, y a su imagen de mujer “con carácter para enfrentar a los delincuentes”. “¿Cómo vas a tener carácter para enfrentar la delincuencia si llevas a los delincuentes en tus listas?”, le soltó Máynez de inmediato. No dejaba escapar una. Si Sheinbaum decía que el PRI y el PAN tienen más candidatos presos y prófugos que en funciones, Gálvez contestaba que esos gobernadores “corruptos” son los que el Gobierno hace embajadores. Y Máynez entraba rápido al rebote: “Corruptos del PRI, efectivamente”.

Más piezas del Tetris: Máynez se decantaba de repente por un sistema parlamentario: Gálvez sacaba a relucir al feminicida de Iztacalco, Máynez planteaba cambiar el eje de las relaciones internacionales llevándolo a Brasil, Sheinbaum proponía eliminar a todos los plurinominales y negaba que quieran cerrar las iglesias, mientras a Gálvez se le antojaba en ese momento hablar de las madres buscadoras... Y Máynez: “Vamos a poner a México de pie en un mundo de cabeza”. Era el encuentro, por momentos, el que no tenía ni pies ni cabeza, es decir, como todos los anteriores. Si este artículo les parece deslavazado, ni se imaginan cómo fue el debate. Lo mejor es que fue el último, para alivio de los candidatos y de la ciudadanía entera. Ya falta menos para votar.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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