Alexis Vega: la última llamada para la redención de un futbolista tan brillante como problemático
Uno de los futbolistas más prolíficos de México fue obligado a abandonar las Chivas por inmaduro e indisciplinado. Ahora tiene una nueva oportunidad
En menos de seis meses una carrera de futbolista puede irse al demonio. Alexis Vega (Ciudad de México, 26 años). Estaba llamado a ser uno de esos jugadores que seducen a todos los reclutadores por la cadencia de manejar el balón. Un 10 que recorría la banda izquierda que llevó a las Chivas de Guadalajara a alcanzar la final de la Liga MX. Era su momento. Tenía a la gente en su bolsa porque el equipo lo ganaba 2-0. Salió del campo por decisión técnica y la peor de las pesadillas ocurrió: los Tigres, sus rivales, le remontaron y quitaron la corona. Ese golpe dejó en la lona al club, a la ciudad y al propio Vega.
En el torneo después de la final perdida, Alexis Vega sufrió problemas en sus rodillas que le marginaron de jugar con la selección mexicana y de perder minutos con Chivas. Cuando regresó al campo se perdió la chispa que deslumbraba por las canchas. El desgaste del cartílago en sus rodillas ha sido su mayor losa. Incluso se atrevió a pensar en el retiro. “¡Otra lesión! ¡Otra cirugía! Es algo complicado, pero soy fuerte”, contó en agosto de 2023 a Televisa.
La noche del domingo 1 de octubre, Vega jugó taciturno, sin alma, algo que le seguía persiguiendo, en un partido entre Chivas y Toluca, su primer club profesional. Tras el juego, el futbolista quiso celebrar, aunque hubiese sido solo un empate. Junto a Cristian Calderón y el juvenil Raúl Martínez por la juerga y por romper el reglamento interno. Le apartaron del equipo, incluso se debatía despedirle, pero su contrato era el más valioso de la plantilla. Vega tuvo que pedir perdón a sus compañeros y entrenador para que le dejasen jugar de nuevo. El incidente agitó todo porque no fue la primera vez que Alexis Vega pecó de inmadurez.
En plena pandemia de la covid-19, Vega y su compañero Uriel Antuna rompieron todos los protocolos sanitarios para celebrar una fiesta privada. El hecho fue evidenciado por ellos mismos, quienes colgaron en redes un vídeo celebrando junto a botellas de alcohol. En otra ocasión se le vio en Ciudad de México de noche, otra indisciplina dentro de Chivas. “Te puedo decir que es un buen compañero, pero como él siente que es un gran jugador, pues a veces llega tarde a los entrenamientos, le da igual si está o no está. Y termina por perjudicar y crear un ambiente que no es tan agradable”, contó hace unos días su excompañero Miguel Ponce a TUDN.
La gente, tras los actos de indisciplina, le empezó a gritar en los estadios “¡borracho, borracho, borracho!”. Cuando Vega parecía tener un momento de redención fue antes de que terminara el año cuando el Guadalajara disputó con Pumas el partido de cuartos de final. Hubo un penalti para Chivas y Vega quiso apagar los abucheos e insultos. El tiro terminó desviado y con el jugador hundido.
“A veces no se cuida, su físico no lo cuida y es lo más importante para él, ya que tiende a verse gordito si no se cuida”, agregó Ponce. En su mejor momento, Vega comandó a la selección mexicana sub 23 para quedarse con la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio. Ese hito se lo tatuó en la pierna derecha. Acudió a su primer Copa del Mundo en Qatar, donde en el momento del himno mexicano empezó a llorar, lo que fue una escena icónica de la emoción de aquel niño de Ciudad de México que soñó jugar un Mundial. Vega, básicamente, llevaba al límite sus emociones.
Creativo, desenfadado y tenaz. Poco le sirvió para que el Guadalajara le apartara este torneo de la plantilla. Los clubes que preguntaban por ficharlo se alejaban por el alto costo de su ficha, unos cinco millones de dólares, según el portal Transfermarkt. En su contrato le restaban seis meses, mismos que estaba dispuesto a pasar jugando con las reservas si no llegaba otro club. Y llegó el Toluca, quien le formó y debutó en 2016.
Su presentación fue rudimentaria. Se le ve dormido con todos los afiches de Toluca en el que recuerda sus mejores momentos con Toluca, Chivas y la selección. Un miembro de vigilancia del club se le acerca para despertarle. “¿Qué pasó? ¿Nunca me fui?”, pregunta Vega. “Esta siempre ha sido tu casa”, le replica el vigilante en una chusca secuencia. Vega regresa al infierno, como se le conoce al conjunto escarlata, en busca de que no se le escape una carrera que prometía, como otros miles, de ser el jugador especial de México.
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