¿Quién es Mr. W? El intermediario que alquila más de 350 departamentos a través de Airbnb en México
Una sola empresa gestiona decenas de pisos a través de la plataforma. El negocio, que tiene rasgos de monopolio, eleva los costos de los alquileres a precios exorbitantes
Alexandra tiene que encontrar otro lugar donde vivir antes de que termine diciembre. El dueño del departamento que alquilaba en la Condesa, una colonia céntrica de Ciudad de México, le dijo que no le renovará el contrato de arrendamiento el próximo año. Otros inquilinos de su edificio corrieron con la misma suerte y tuvieron que dejar sus hogares hace algunos meses. Los departamentos que alguna vez habitaron sus vecinos en la calle de Laredo 21 ahora se anuncian en Airbnb a precios exorbitantes: alrededor de 60.000 pesos mensuales (3.024 dólares), seis veces más que lo que los inquilinos pagaban mediante un contrato ordinario. Alexandra vio un detalle extraño en los anuncios publicados en la plataforma. El nombre del anunciante no era el del propietario con el que había tratado todos estos años. El perfil, en realidad, pertenece a Mr. W, un intermediario que promociona 358 departamentos en Airbnb, la gran mayoría en colonias céntricas de la capital.
“Cozy and lovely apartment”, “Mexican colonial town house”, “Fairy Tale of Condesa”, “Polanco Luxury”, “Private green terrace at cozy duplex”. Los anuncios de Mr. W tienen algo en común: escritos en inglés y con los precios puestos en dólares, están dirigidos a un tipo específico de huésped: el de los nómadas digitales, extranjeros con alto poder adquisitivo que se mudan por temporadas a ciudades de ingresos bajos donde su dinero tiene aún más valor. Los pisos anunciados por Mr. W se ubican en su mayoría en la Roma, la Condesa y Polanco, colonias de alta plusvalía cada vez más perjudicadas por la gentrificación y el silencioso fenómeno del desplazamiento de sus habitantes debido a la subida de precios. Los costos de los departamentos que promociona Mr. W dan testimonio del problema: las rentas rondan en promedio los 200 dólares por día (3.957 pesos), pero hay algunas que alcanzan los 550 dólares por día (10.883 pesos).
Mr. W no es propietario de los pisos que anuncia en Airbnb, sino un intermediario que se asocia con los dueños reales mediante un contrato que está diseñado específicamente para alquilar los departamentos a través de Airbnb, según ha podido confirmar EL PAÍS. El negocio está dirigido únicamente a propietarios, a los que Mr. W ofrece administrar sus departamentos a cambio del cobro de una comisión del 20% sobre los ingresos netos obtenidos por el alquiler en la plataforma. La empresa promete reamueblar el departamento y encargarse del servicio de limpieza y mantenimiento, todo con cargo a las ganancias del propietario. Según el contrato, cuya copia tiene este diario, Mr. W pone el anuncio del piso en Airbnb, responde a las preguntas de las personas interesadas y se mantiene en contacto permanente con los huéspedes que lleguen al departamento, librando de toda carga de trabajo al propietario. Para poner el anuncio en la plataforma, el intermediario contrata una sesión de fotos profesionales, que también debe cubrir el dueño. También arma kits de bienvenida con dulces y bebidas, y surte el piso de agua, café, toallas y productos para baño.
El negocio de Mr. W y las ganancias que promete han interesado cada vez a más propietarios que han optado por desalojar a sus inquilinos para poner sus pisos en renta en Airbnb, como le sucedió a Alexandra y a sus vecinos de la Condesa. Este diario accedió a cifras internas de las ganancias obtenidas por el alquiler de un departamento administrado por Mr. W en el condominio Alure, ubicado en Sinaloa 179, colonia Roma. El piso estuvo ocupado el 89% de días entre enero y octubre de este año. En ese periodo, el propietario tuvo ingresos por 263.000 pesos (13.290 dólares) y Mr. W ganó 76.000 pesos (3.840 dólares) de comisión. Multiplicadas por los otros 357 departamentos que administra en Airbnb, las ganancias de Mr. W pueden ser enormes. “Ninguno de los departamentos que tenemos pasa más de una semana sin que se reserve”, dice orgulloso un agente de la compañía intermediaria. “En general, nosotros pronosticamos que se generen ingresos entre un 30% y un 40% más que una renta tradicional, ya libres, para el propietario”.
La marca Mr. W fue registrada en enero de 2017 por Luis Carlos Weber Zetina, según documentación pública consultada por EL PAÍS. Weber —el Señor W— constituyó en enero de 2020 la empresa Infallible Hospitality S.A. de C.V. junto con su hermano Carlos Enrique Weber Zetina. A través de esta razón social, de la que es representante legal, el Señor W suscribe los contratos de intermediación con los propietarios de departamentos para colocarlos en Airbnb. En junio de este año, los hermanos constituyeron una nueva compañía, Great Hospitality Managers S.A. de C.V., en sociedad con el empresario inmobiliario Giampaolo Spaventa Ibarrola. El Señor W constituyó en abril de este año otra empresa en San Antonio, Texas, llamada Hospitality Experts LLC, de la que también es administrador. El socio de los hermanos Weber, Spaventa Ibarrola, es presidente del Grupo BDGP, dedicado a la construcción y gestión de desarrollos inmobiliarios.
Mr. W no paga una mayor contribución en impuestos a la ciudad por servicios turísticos, ni tampoco una mayor comisión a la plataforma. Airbnb ha señalado que los intermediarios le deben pagar la misma tarifa del 3% del subtotal de las reservaciones que cubre cualquier otro anfitrión, no importando su tamaño. En respuesta a una solicitud de información de este periódico, la plataforma se deslindó del negocio de los intermediarios. “El desarrollo de aplicaciones para la renta de alojamientos a corto plazo ha desarrollado otros modelos de negocio como lo es el ‘manejo de propiedades’ o ‘property managers’. Airbnb no forma parte ni promueve este modelo de negocio”, indicó. Este diario cuestionó a la plataforma si es consciente de que el esquema de Mr. W dispara los costos de las rentas y si tomará medidas para regular esos negocios, pero no respondió estas preguntas. EL PAÍS también solicitó un posicionamiento a Mr. W a través de una dirección de correo y un número telefónico, pero la petición no fue atendida.
El negocio de los intermediarios no es nuevo en Airbnb, pero ha ido creciendo sin regulaciones. María Silvia Emanuelli, coordinadora de la oficina para Latinoamérica de la Coalición Internacional para el Hábitat, señala que los grandes intermediadores como Mr. W constituyen el pináculo de la conversión de Airbnb, que ha dejado de ser una plataforma de economía colaborativa, en la que un anfitrión podía alquilar un cuarto en el piso que habitaba y obtener alguna ganancia, y se transformó en un medio voraz para que algunas empresas se enriquezcan a costa del desplazamiento de inquilinos. “Esto es un eslabón más de esa cadena que permite que un modelo que nació para la redistribución económica, supuestamente, a partir de la renta de cuartos, finalmente sea un modelo absolutamente concentrador y profesionalizado”, dice Emanuelli en entrevista. “O sea, no es cierto que el dueño con una vivienda sea el problema. El problema se provoca cuando hay una concentración y una profesionalización sobre el tipo de vivienda y los servicios que se ofertan. Así, efectivamente, puede ser más fácil incrementar los precios. Porque una cosa es un dueño que no tiene toda la infraestructura para tener la casa perfecta y la capacidad de atender las necesidades de los turistas, y otra es tener un profesional con un equipo grande que está solo enfocado a esto”, añade.
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