“Oraré por vosotros desde el lugar más secreto de mi pequeña celda”: la nueva normalidad de La Luz del Mundo tras la condena de Naasón Joaquín
El culto religioso baja el perfil durante la Santa Cena, su máxima celebración, y se resigna a seguir las instrucciones desde la cárcel de su líder, sentenciado en California a 16 años por abuso sexual infantil
“Oraré por vosotros”, clama un pastor con la voz entrecortada y desgajada, mientras lee la última “carta apostólica” de Naasón Joaquín García, líder de la iglesia La Luz del Mundo. La misiva fue escrita desde una cárcel de California. El autoproclamado apóstol de Jesucristo ha estado tras las rejas desde que fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles en 2019 y fue condenado a principios de junio pasado a 16 años y ocho meses por abuso sexual de menores. El mensaje llega a principios de agosto, el inicio del “año nuevo espiritual” y de una larga cuenta atrás de cara a la Santa Cena, la máxima celebración del culto religioso, que se celebra este domingo. “Voy a buscar el lugar más secreto de mi pequeña celda y aquí doblaré mis rodillas, mientras vosotros en el templo también lo hacéis en la más sincera demostración de amor y adoración a la majestad que está en los cielos”, se agrega en una extensa lectura, que se prolonga por cerca de una hora. El siervo de Dios, como lo conocen sus seguidores, está en prisión y aun con una confesión de culpabilidad, numerosas grabaciones explícitas y los testimonios lapidarios, el control sobre su feligresía está intacto.
La celebración de la Santa Cena, que conmemora la muerte de Cristo y reafirma el compromiso de lealtad incondicional de los fieles a cambio de la salvación eterna, solía ser un acto masivo. Las calles de la colonia Hermosa Provincia en Guadalajara, el equivalente a El Vaticano de esta congregación mexicana, se llenaban de peregrinos que lloraban desconsoladamente y hacían filas interminables, a veces durante días, para acercarse al apóstol. Este año se ha decidido que el acto sea mucho más discreto. La versión oficial de la iglesia es que la pandemia no permite retomar las actividades por completo y muchos de sus fieles han sido llamados a festejar en templos locales o desde sus casas. Los portavoces también han declinado las solicitudes de entrevistas de los medios. La sentencia contra Joaquín García, argumentan, nada tiene qué ver con la decisión.
“Hoy, la autoridad que Jesucristo ha establecido podría no moverse físicamente en vuestro templo”, escribe Naasón desde la cárcel. “¿Necesitas tocar su manto, querida iglesia? ¿Necesitas que ponga sus manos en vosotros? ¿Necesitas que entre por la puerta de vuestro templo? ¿O les alcanza la fe?”, parafrasea el pastor, mientras la feligresía ruge. La Luz del Mundo tomó la decisión hace tres años: negar y nunca reconocer las acusaciones contra su líder por violación, tráfico de personas y posesión de pornografía infantil, delitos cometidos contra un grupo de doncellas, casi todas menores de edad, que asistían a esa iglesia. La nueva normalidad de la organización, más cuestionada que nunca, es bajar el perfil y seguir las instrucciones que lleguen desde la cárcel en California.
“Después de que salió el caso en Estados Unidos, nos metieron en la cabeza que todo era una prueba que Dios estaba poniendo a la iglesia, una prueba de nuestra fe”, cuenta Julie Joaquín, bisnieta del fundador de la iglesia, el abuelo de Naasón Joaquín. Las acusaciones contra el líder fueron el punto de quiebre y ella dejó la iglesia. “Nos decían que si Jesús murió por nuestros pecados, ¿por qué el apóstol no iba a estar en la cárcel?”, recuerda Julie Joaquín. Durante las investigaciones del FBI emergieron argumentos similares para justificar los abusos sexuales, como que un rey puede tener varias amantes.
También se usan para explicar las onerosas ofrendas que se piden a los fieles a propósito de la Santa Cena, que se realiza precisamente en el cumpleaños de su fundador. Por ejemplo, se expone que el rey Salomón no recibía a nadie que llegara con las manos vacías, cuenta un antiguo miembro que pide el anonimato porque su propia esposa sigue dentro de la organización. “No sé qué hacer, ella sigue enajenada y nuestra relación es cada vez peor”, confiesa.
“La mitad de mi familia cree que soy una traidora”, dice Julie Joaquín. “Ser una Joaquín y salir de La Luz del Mundo fue muy difícil, pero no me arrepiento”, admite. Cuando ella fue víctima de abuso sexual a manos de un familiar del lado materno, ellos la apoyaron. Cuando las acusaciones señalaron a uno de los miembros del “linaje escogido”, lo negaron. Una de las cinco denunciantes de Naasón, cuyas identidades quedaron reservadas, era de su propia familia. “Naasón, ¿o debería llamarte tío?”, dijo entre lágrimas Jane Doe 4, al inicio de su testimonio en la audiencia de sentencia de junio pasado. “Es alguien que nos conoció a todos nosotros desde chiquitos, ¿cómo pudo hacernos esto?”, se pregunta Julie.
Francisco Espinoza, que también abandonó la iglesia a raíz de que se enteró de las acusaciones contra Joaquín García, cuenta que hace unos días cortó lazos definitivamente con sus padres y sus hermanos, que siguen siendo miembros. “Decidí romper con ellos y dejarlos atrás”, comenta. Tras innumerables discusiones sobre la culpabilidad del apóstol, Espinoza decidió no volver a hablarles después de que uno de sus familiares lo insultara por dar una entrevista al respecto.
A Ada Camarena, que conduce el pódcast Salí de una secta junto a su hermana Lo Ami, le vienen a la mente los recuerdos de los feligreses deshidratados, sin dinero para comer y agolpados en campamentos improvisados sin agua ni electricidad durante las celebraciones de la Santa Cena. Ella ha trabajado como enfermera y tuvo que atender a varios de ellos. “Es una secta”, dice Camarena. “Te mantenían cansado, ocupado todo el día, sin comer bien y haciendo acciones repetitivas para meterte culpa y miedo, para lavarte el cerebro”, asegura. Ella, Espinoza y otros fieles han dado múltiples entrevistas en los últimos días para insistir en los abusos de La Luz, acusaciones que la organización niega categóricamente.
“Mucha gente se ha salido, muchos han abierto los ojos”, cuenta Camarena para explicar el perfil bajo de la iglesia en medio de su celebración más importante. Como todos, tanto los que se fueron como los que siguen dentro, la Santa Cena se ha convertido en un extraño corte de caja, a dos meses de una sentencia polémica. La iglesia no perdió a su líder de por vida y el acuerdo de culpabilidad que firmó Joaquín García con la Fiscalía le evitó el riesgo de enfrentar un juicio y quedar manchado por semanas y semanas de testimonios y evidencias.
Las denunciantes y las personas que han salido de la iglesia afirman que la condena de menos de 17 años es insuficiente, pero aseguran que su batalla contra el autoproclamado apóstol no ha terminado. “Ha sido un proceso muy complicado”, admite Camarena. “Ver que lo que has creído toda la vida es una mentira es bastante triste”, agrega.
Su prioridad es sanar. Quienes han salido acusan que recibieron amenazas, fueron víctimas de violencia, quedaron marginados de todo el mundo que conocieron y tuvieron que dejar sus hogares para poder seguir con su vida. Otros, quienes siguen dentro, se esmeran en dar vuelta a la página, en hacer como si nada hubiera pasado. En encontrar explicaciones religiosas para justificar la ausencia de un líder religioso que no se atrevió a ver a la cara a quienes lo denunciaron y que se aferra a su iglesia desde una celda. “Debo orar por vosotros, mi querida iglesia”, escribió Naasón Joaquín desde la cárcel. “Cristo y la autoridad que me ha depositado habrán de manifestarse”.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.