Fervor militante, acarreados e inercia electoral: la desigual campaña de la consulta por el revocatorio
La carrera hacia la revocación de mandato se ha encarado de forma distinta en los círculos políticos de Ciudad de México y el resto del país
Los hombres llaman y las mujeres explican. Son las nueve de la mañana y una decena de militantes de Morena avanza por las calles de Santa Lucía del Camino, un municipio popular de la periferia de Oaxaca capital. Van cargados de octavillas con la cara sonriente del presidente y un lema: “Que siga AMLO”. Tocan todas las puertas, da igual que sean viviendas, tortillerías, tiendas de abarrotes o de carpintería. En uno de los comercios, entre bolsas de chile seco y chicharrón, una señora interrumpe a una de las militantes antes de que le dé tiempo a explicarse. “Mi marido murió hace seis meses y con lo que me da el Gobierno voy viviendo. Voy a votar por el presidente porque es el único que nos está apoyando”.
María Amparo Cuevas tiene 78 años y recibe 7.000 pesos (unos 350 dólares) cada dos meses. Los subsidios a adultos mayores y a jóvenes son el argumento más utilizado por las brigadas de Morena, el partido en el Gobierno, para pedir el voto a favor de Andrés Manuel López Obrador en la consulta sobre la revocación de mandato del presidente que se celebra este domingo en México. Desde principios de febrero, 300 de estas brigadas de militantes llevan recorriendo los 10 distritos electorales del estado oaxaqueño.
La participación es el gran caballo de batalla de todos los debates políticos sobre esta consulta, dentro y fuera del partido oficialista, mientras que el resultado a favor de la continuidad del presidente se da por descontado y también parece lejos el quórum del 40% que impone la ley para que la decisión sea vinculante. La implantación de un referéndum a mitad de sexenio ha nacido a iniciativa del propio López Obrador, cumpliendo una de sus promesas históricas de campaña. Con los índices de popularidad del presidente casi intactos desde la arrolladora victoria en 2018 y sin nubarrones graves en el horizonte, la consulta del domingo tiene una lectura más de operación política para seguir apuntalando al mandatario que de efectiva expresión de descontento en su contra.
De hecho, Morena ha sido el principal impulsor tanto de la cita como de la movilización previa a las urnas. La oposición, por su parte, representada por la alianza entre el PRI, el PAN y el PRD, ha llamado activamente a no participar buscando capitalizar unos resultados con baja afluencia como un pinchazo del fenómeno obradorista. Sin embargo, la campaña se ha desarrollado de manera desigual en los círculos políticos de Ciudad de México, donde ha copado buena parte de la disputa entre la Cuarta Transformación y sus críticos, y el resto del país. México, como en cada carrera electoral, ha dado muestras de fervor de los militantes -incluyendo el habitual acarreo de simpatizantes a los actos-, pero también de inercia o apatía ante una votación cuyo resultado ya está escrito y que tiene más que ver con la figura de López Obrador que con una competición real o un programa concreto.
Las previsiones de Morena para Oaxaca son de las más optimistas. Esperan una participación entre el 20% y 30%, por encima de la media esperada a escala nacional. En las cábalas pesan que el Estado del suroeste está entre los primeros en las listas de popularidad del presidente. Cuenta también que el resultado en la consulta de agosto para abrir una posible investigación a los expresidentes, el primer referéndum realizado al amparo de la legislación, la participación aquí también fue mayor que la media, cercana al 8%.
Oaxaca es además uno de los seis Estados donde se celebran elecciones a gobernador el próximo 5 de junio y donde las encuestas dan una holgada victoria a Morena, que desbancaría al PRI en uno de sus feudos tradicionales. La campaña electoral empezó el fin del semana pasado y los militantes de las brigadas morenista suelen compaginar los paseos para el revocatorio por la mañana y la pegada de carteles para la gobernatura por la tarde. Muchos sienten que caminan con el viento a favor.
“Le agradezco que sea izquierdista y lo que necesite lo va a tener de nuestro presidente”. Así termina casi siempre Habacuc Sumano su discurso con los vecinos de Santa Lucía del Camino después de darles la octavilla de turno. Sumano, 44 años, es frutero y militante de la izquierda mexicana desde los tiempos del PRD. Su trayectoria ilustra los cambios partidistas en el Estado. Oaxaca es uno de los más pobres y rurales del país. Un granero del voto campesino y las lógicas clientelares del PRI tradicional. La fuerte presencia de población indígena y el peso del poderoso sindicato de profesores, aliado priista durante décadas, son otros de los vectores que explican el mapa político oaxaqueño.
El reinado del PRI ya tuvo un primer lapso cuando en 2010 una alianza entre PAN, PRD y Movimiento Ciudadano aupó a Gabino Cué como gobernador. La disgregación de la alianza y la consecuente dispersión del voto opositor llevó de nuevo al poder al PRI. Hoy, la balanza se inclina cada vez más hacia Morena, que ha absorbido a las bases del PRD y cuenta también con el apoyo del Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el ala más radical del sindicato. Cinco profesores oaxaqueños son hoy diputados federales por Morena.
El optimismo se respira también en una ciudad como Tlaxcala, cabeza del estado homónimo, a unos cien kilómetros de la capital. El pasado miércoles, mientras en Ciudad de México decenas de miles de personas arropaban a López Obrador en un acto ante el Monumento a la Revolución junto a parte de la plana mayor del oficialismo, los simpatizantes tlaxcaltecas marcharon hacia el Zócalo local para exhibir su apoyo al presidente. Funcionarios -varios de ellos con una marca distintiva de su dependencia- militantes de Morena, jubilados y grupos de jóvenes abarrotaron la plaza antes del atardecer. “El pueblo está con AMLO porque él es único que ha estado con el pueblo”. El resumen de Luis Pérez, de 46 años, da la idea de la entrega de los militantes. Lleva años siguiendo al mandatario, como Rosa María Pérez y Guadalupe Alicia Fernández, enfermera y trabajadora federal jubiladas. Todos están informados, hablan de la reforma constitucional que mandató esta consulta, de democracia directa y lanzan críticas al Instituto Nacional Electoral (INE), uno de los blancos del jefe del Ejecutivo.
Tlaxcala es un estado pequeño, con un censo de alrededor de un millón de votantes, pero está gobernado por Morena desde que en las elecciones de junio pasado Lorena Cuéllar se impusiera frente a la aspirante de la alianza opositora y ya en el referendo de agosto logró movilizar a un porcentaje mayor de electores que en el resto de México, casi un 12%. A pesar del escaso peso específico que ese dato tiene en el conjunto de la federación, las expectativas son ahora más altas que en otros territorios, pues la meta consiste en duplicar esa marca, por lo menos. En el fondo, se trata también de competir por la fidelidad a la Cuarta Transformación y al presidente. Esa será, en buena medida, una de las victorias de los militantes y de los altos cargos de Morena este domingo.
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