La segunda juventud del rock ‘noventero’ mexicano
La música de los 90 vive un nuevo momento dulce con público renovado y joven. EL PAÍS habla con La Lupita, La Gusana Ciega y la Maldita Vecindad, tres bandas abanderadas de la época que actuarán en el Vive Latino
En el mundo del autotune, el sampler y los sintetizadores, todavía queda hueco para los solos de guitarras, los bajos saturados y las baterías machaconas. En la actualidad, el rock no es, ni de lejos, la música más popular. No es lo que más escuchan las nuevas generaciones y hay quien le critica que no haya sabido envejecer con dignidad. Pero pese a todo se mantiene, todavía hay grupos capaces de llenar estadios y jóvenes que buceando entre los discos viejos de sus padres se enamoran de ese sonido que dominó la segunda mitad del siglo XX. En una era en la que lo vintage está de moda, el rock busca su hueco. El festival Vive Latino 2022 da prueba de ello: varios de los grupos fuertes del cartel nacieron en los 80 y 90. Entre ellos, Maldita Vecindad, La Lupita y La Gusana Ciega, tres bandas mexicanas que vivieron sus días fuertes en la última década del siglo pasado, pero se han mantenido hasta ahora con un público fiel que ha ido renovándose con los años.
Las tres son bandas de culto dentro del rock mexicano, que a pesar de tener estilos muy diferentes, fueron agrupadas bajo la etiqueta comercial de “rock en tu idioma”. Han pasado treinta años y cada una, a su manera y con sus particularidades, se ha mantenido viva, ha cosechado nuevos fans y sigue presente en grandes festivales como el Vive Latino. “Yo creo que el rock mexicano sí vive una segunda juventud”, cuenta por teléfono Roco, cantante de Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, un grupo pionero de lo que denominó como rock mestizo, que mezcla elementos de ska, funk, música popular mexicana, punk...
En el caso concreto de Maldita Vecindad —que empezaron en 1985 y se autodenominan como música popular mexicana y no rock—, Roco cuenta que en sus conciertos hay un sector muy joven del público, pero también sus padres e incluso sus abuelos. “La familia completa”, bromea. “Tiene que ver con la gran cantidad de años que ya han pasado. Hay muchas generaciones que han crecido con esa música, ya está profundamente identificada con nuestra cultura. Hay un revival de todo eso en nuevos formatos. Todos esos grupos que de alguna u otra manera habían sido censurados o perseguidos en México lograron expresarse y una generación creció escuchando a grupos de chavos como ellos”.
“Ahorita la música ha cambiado mucho, hay una serie de géneros prefabricados, la industria se ha apoderado de ellos, salen de la oficina de una disquera y no de un garaje con chavos tocando guitarras”, continúa. “Frente a eso que suena totalmente igual, ese espacio que se generó en los 90 adquiere un nuevo valor por su gran diversidad. Muchos de los grupos que ahora están surgiendo tienen mucha influencia de esas bandas. Creo que es una combinación: tres generaciones que crecieron con la música; la añoranza del proceso creativo donde había seres humanos expresándose y los jóvenes que lo escuchan ahora”.
“Lo vintage está de moda, pero no te puedes colgar de eso”
El local de ensayo de La Lupita no es como uno se espera. Un edificio clásico del centro de Coyoacán, de fachada hierática y con un patio interior lleno de flores. Desde la azotea, donde practican, se ve la cúpula de la parroquia de San Juan Bautista, una de las postales más reconocibles del barrio. Aunque el grupo solo ha sacado dos discos en lo que va de siglo —el último acaba de ser lanzado y lo presentarán este sábado en el festival—, aseguran que nunca han estado parados. “Si no ha sido para discos, ha sido haciendo música para películas, pero el trabajo de La Lupita ha sido constante”.
Ensayan uno de sus últimos temas, con una letra que algunos podrían considerar anticuada, pero es a la vez una carta de presentación de los principios musicales de la banda: Me caga el reggaeton / me gusta el rock and roll / me gusta La Lupita / los mariachis y el alcohol. “Al rock lo llevan matando desde los 70, pero las décadas han pasado, han llegado otros géneros y aquí sigue. Hay una sensación general, después de estos dos años sobre todo, de que tiempos pasados fueron mejores, pero ya hablábamos de vintage en los 90, nos inspirábamos en los 60. Pero sin público nuevo no puede sobrevivir. Lo vintage está de moda, pero no te puedes colgar de eso”, reflexiona Héctor Quijada, vocalista de la banda.
Ellos siempre tocaron una mezcla de rock con música tradicional mexicana. Su canción más conocida es una versión del popular grupo norteño Los Tigres del Norte, Contrabando y traición. Junto a otros grupos, La Lupita participó en Rompan todo (2021), un documental de Netflix sobre la historia del rock en Latinoamérica —aunque ha sido criticado por dejar fuera bandas y escenas claves—. ¿Les ayudó a conseguir público joven salir en el filme? “Puede que salgas en Netflix, pero si no hay disco nuevo o algo que de continuidad, no sirve para nada”, sentencia Quijada. “Narra una parte de la prehistoria del rock, no del futuro. Es importante saber de donde venimos, pero se quedan muchas cosas fuera. Hay historias del rock que hablan de la historia de Latinoamérica, más allá de bailecitos y sold outs”, amplía Lino Nava, guitarrista y compositor de la banda.
La Gusana Ciega empezó en los 90 con un sonido más inspirado por el britpop de grupos como Oasis o Blur. Han seguido muy activos, con cinco discos en los últimos 20 años. “Nunca desaparecimos, la escena no desapareció, no dejamos de tocar ni de hacer discos. Se diluyó el spotlight (foco), los medios se fueron y la popularidad masiva se perdió. Pero nuestro público ha crecido, y la gente que nos sigue quiere escuchar los últimos tres discos”, dice Daniel Gutiérrez, voz y guitarra, en la azotea de los locales de ensayo de La Condesa donde preparan el concierto del sábado.
“Bandas como La Lupita o Panteón Rococó tienen un show en vivo mucho más potente que bandas de ahora. Con quien la gente va a aventarse y tirar las cervezas al aire es con las bandas de los 90″, añade el batería del grupo, Germán Arroyo. “Hay artistas que funcionan muy bien en redes sociales, pero en shows en vivo creo que el rock sigue vendiendo más tickets que otros géneros. Bad Bunny podría decirnos lo contrario” se ríe Gutiérrez, “pero es la excepción”.
Para David Cortés, periodista y crítico musical veterano, el rock mexicano “por una parte, vive una segunda juventud, pero por otra hay una camada de grupos que han seguido trabajando, que han seguido creando su música, pero que evidentemente por el embate de las nuevas generaciones y otros estilos ya no se encuentran en los primeros focos de atención, como podría ser el caso de La Gusana Ciega y La Lupita. El rock en México ha crecido, ha madurado, ya son varias generaciones, y hay convivencia con gente joven. Pero a la gente le gusta mucho la parte de la nostalgia”.
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