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Tetecala vuelve a tener banco

El Banco del Bienestar acelera su expansión por los municipios rurales sin sucursal entre dudas sobre la utilidad y la solidez financiera de la institución

Jon Martín Cullell
Tetecala (Morelos) -
Jazmín Flores atiende a un ciudadano en la sucursal del Banco del Bienestar en Tetecala.
Jazmín Flores atiende a un ciudadano en la sucursal del Banco del Bienestar en Tetecala.Monica Gonzalez

Tetecala se quedó sin banco hace tres años. La sucursal de Banamex cerró y fue sustituida por un Oxxo. Los créditos no eran negocio; las papas y las bebidas azucaradas, sí. Desde entonces, la población ha tenido que salir del municipio para hacer sus trámites. Eso hasta hace dos semanas. El pueblo acaba de estrenar una sucursal del Banco del Bienestar, la apuesta del Gobierno de México para distribuir apoyos sociales e intentar bancarizar al 53% de la población que aún no tiene cuenta. El proyecto ha acelerado su expansión en los últimos meses, después de dos años de retrasos, pero no se libra de las dudas sobre su utilidad y solidez financiera.

A Tetecala, en el Estado de Morelos, se llega por una carretera que pasa por varios ingenios azucareros. Sus chimeneas de ladrillo están en ruinas, pero las plantaciones todavía funcionan y uno se puede cruzar con camiones cargados hasta arriba de caña recién cortada. En este municipio viven 7.717 personas, la mayoría dedicadas a la agricultura, y el 58% está en situación de pobreza. Una señal en el camino indica que el banco está a la derecha, en un terreno a las afueras del pueblo. Allí, la sucursal forma una santa trinidad con la comandancia y el hospital general.

A media mañana, el policía que custodia la oficina sentado bajo un árbol parece aburrido. No hay mucho ajetreo. La estructura de cristal es pequeña: un cajero, dos ventanillas, tres sillas de metal y una mesa donde Jazmín Flores despacha vestida con un polo verde del banco. La joven, de 25 años y con formación en enfermería, está abriendo un sobre con unas tijeras rosas. “Mire, su tarjeta está cerrada”, le dice a Carlos Pérez. Él se queda mirando unos segundos el plástico verde brillante donde el Gobierno deposita la pensión a los adultos mayores. Firma unos cuantos papeles más, retira 150 pesos de la cuenta recién abierta para comprar unos refrescos y se despide contento: “Aquí te voy a estar dando la lata seguido”.

El Banco del Bienestar es una anomalía en el sector: abre sucursales justo cuando los demás tienden a cerrarlas y a volcarse en lo digital. El número de oficinas cayó un 4% en 2020 respecto a 2019 y la mitad de los 2.471 municipios del país no tienen una, según el último informe de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). Bienestar busca llenar ese hueco y, además de distribuir los apoyos del Gobierno, llevar servicios como el ahorro o el crédito a personas que nunca habían utilizado un cajero. La meta son 2.744 sucursales. Solo se le acerca Banco Azteca con 1.941.

El objetivo, sin embargo, todavía está lejos. En enero de 2020, López Obrador prometió que todas las sucursales iban a estar construidas para 2022. Dos años después, apenas operan 697, una cuarta parte. Además, 433 ya existían con Bansefi, el antecesor del Banco del Bienestar. La pandemia ha retrasado la fabricación de cajeros, afirma el Gobierno. Una licitación de la Secretaría de la Defensa para comprarlos quedó desierta porque las ofertas no cumplían con los requisitos técnicos. Otros obstáculos han sido domésticos. La institución ha cambiado tres veces de director en dos años y medio de existencia y ha habido recortes presupuestales.

El director general del banco, Víctor Lamoyi, recién nombrado hace dos meses, defiende que ahora ya está todo bajo control, en entrevista con este diario en la sede en Ciudad de México. En diciembre, la Secretaría de Hacienda recapitalizó la institución con 15.500 millones de pesos, que se suman a los 1.947 millones que ya tenía. “Dinero no nos falta. Las condiciones actuales son muy fuertes”, señala. Banjército, la entidad financiera castrense, les va a apoyar con asesoría técnica. “Estamos trabajando muy de la mano en la parte de sistemas”, apunta. La intervención de la Secretaría de la Defensa en las áreas más diversas es una constante en esta Administración.

El calendario de inauguración de sucursales a partir de ahora es ambicioso. 125 oficinas más en marzo, otras 500 en junio y se quiere tener funcionando a la mitad de las 2.744 a finales de 2022. “Para mediados 2023 todas deben de estar operando”, afirma el director general. La construcción corre a cargo de Defensa. El objetivo es que para esas fechas entre 17 y 20 millones de beneficiarios de programas sociales hayan abierto cuenta en el banco.

Es la segunda vez en una semana que Carlos Pérez se acerca a la mesa de Jazmín Flores. Acaba de cumplir 65 años y ya tiene derecho a una pensión. Esta sucursal le queda a 10 minutos de su casa. Antes iba a Cuernavaca, a una hora de Tetecala. Además, ha tenido problemas con su entidad financiera y quiere pasar sus ahorros a Bienestar, que no cobra comisiones, una de sus señas de identidad. “Me cobraban 300 pesos mensuales si no tenía un mínimo de ahorros”, cuenta. La sucursal le parece “una chulada”, pero cree que le hace falta un “poquito más de publicidad”.

Un carro ha tenido que perifonear por las calles del pueblo la buena nueva. “Estábamos pensando en ir con folletos al tianguis”, señala, resuelta, Jazmín Flores. Al final no han tenido que hacerlo. Se ha ido corriendo la voz y esta semana han atendido a 20 personas al día en promedio. La mayoría acude para recibir los apoyos sociales. “A los que no son beneficiarios es más difícil de convencer. No saben que pueden abrir cuenta como si se tratara de un banco normal”, señala Flores. Tiene familiares que temen que vaya a cerrar de repente. Ella les asegura que es “confiable y además mexicano”.

Carlos Pérez no necesita ser convencido. “López Obrador es el mejor presidente desde Lázaro Cárdenas”, asegura. Las acusaciones de clientelismo han acompañado al proyecto desde su anuncio. El cajero donde se extrae el dinero tiene un logo con héroes del presidente como Benito Juárez. La mayoría de los apoyos que el banco canaliza llevan el sello de López Obrador. Sembrando Vida, el programa para agricultores, es idea suya. Las pensiones ya existían, pero él ha expandido el número de beneficiarios y ha triplicado el monto desde 2018. Este año los adultos mayores cobrarán 3.850 pesos cada dos meses y el Gobierno ha rebajado la edad a los 65 años.

El investigador Enrique Díaz-Infante, del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), considera que el banco se ha convertido en un “competidor desleal” de las cajas de ahorros y otros intermediarios financieros que atienden al mismo segmento de población rural, ya que se “fondea más barato” y recibe transferencias de Hacienda. Además, cuestiona la necesidad de una institución así. “Tener trato directo con el cliente implica mayores costos, ventanillas, empleados. ¿Para qué construir 2.700 sucursales si ya tienes cajas de ahorros y puedes ampliar licencia para ser corresponsales bancarios a los Oxxo?”, señala. “Es un banco con fines político-electorales”.

Un Oxxo en el lugar donde estaba la sucursal en Tetecala de Banamex, cerrada hace tres años.
Un Oxxo en el lugar donde estaba la sucursal en Tetecala de Banamex, cerrada hace tres años.Monica Gonzalez

El peligro de la morosidad

Los estados financieros del banco son malos. En noviembre, la institución reportó un índice de morosidad del 32,9%, frente al 2,28% de media en la banca de desarrollo, según datos de la CNBV. Víctor Lamoyi espera conseguir un “equilibrio” en las cuentas a mediados de este año y afirma que la morosidad se debe a préstamos que concedió Bansefi entre 2012 y 2018.

“Los créditos se dieron a unas instituciones financieras sin ninguna garantía y en tribunales estamos buscando recuperarlos. Ni un peso es de esta Administración. Nosotros no hemos dado créditos”, afirma. Además, el directivo insiste varias veces durante la entrevista en que ellos “no son BBVA ni Banamex”. “Los reguladores nos tienen que aplicar parámetros de rentabilidad social; no nos pueden poner métricas de rentabilidad financiera porque yo no le cobro a la gente”.

A partir de 2023, cuando se acaben de construir las sucursales, Banco del Bienestar prevé expandir su cartera de servicios. Quiere atacar el mercado de las remesas, que este año alcanzó un récord histórico de 51.594 millones de dólares, y ofrecer envíos sin comisión. Otorgar créditos al consumo o a negocios también está en los planes.

Como muestra el caso de Banamex en Tetecala, la banca comercial se ha ido retirando de los municipios rurales, donde solo tienen el 15% de las sucursales -en las grandes ciudades llega al 84%-. Son las cooperativas de ahorro y otras entidades financieras las que se dirigen a la población. Aun así, apenas el 8% de la población con estudios de primaria ahorra en una cuenta. El resto de los que llegan a tener ahorros prefiere guardarlos bajo la almohada.

Enrique Díaz-Infante advierte de que dar créditos en zonas con una alta informalidad puede agravar el problema de morosidad que ya arrastra el banco. “La clientela que atiende es gente que tiene empleos en informalidad o precarios, ingresos intermitentes. Muchos no tendrán historial crediticio o no estarán dados de alta en Hacienda. Todo eso hace que la recuperación del crédito sea muy baja”, señala.

Samuel Orihuela, de 71 años, ha dejado su trabajo en el campo, donde planta frijol y maíz, para manejar hasta la sucursal. No le tiene mucha confianza a los bancos. Cuando recibe la pensión la saca de una vez y la guarda en una bolsa en el rancho donde vive. “Mientras pueda no utilizar tarjeta mejor”, dice. Pedir un crédito ni se le pasa por la cabeza. Ha oído hablar de personas que acaban endeudadas y a él le basta con su televisión. “Es bonito vivir en paz. ¿Para qué quiero préstamos, para irme de vacaciones? Una vez fui a la playa en Acapulco y empezó a salir un agua como de drenaje”.

El campesino, vestido con una camisa a cuadros de manga larga, ha ido a la sucursal por una emergencia. Se equivocó con el NIP y lleva tres semanas con la tarjeta bloqueada y sin poder cobrar la pensión. Está desesperado. “Si no tiene uno este apoyo, hay que rascarle de donde haya”, explica. Jazmín Flores, por suerte, hace un par de llamadas y se lo soluciona. Orihuela sale un momento al puesto de la esquina y vuelve con una bolsita con dos coca-colas y un par de sobres de cacahuates. “No se moleste, para eso estamos”, dice ella. Él insiste: “Para que se refresquen, que empieza a hacer calor”.

Carlos Pérez es atendido por Jazmín Flores, en la sucursal de Tetecala.
Carlos Pérez es atendido por Jazmín Flores, en la sucursal de Tetecala. Monica Gonzalez

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Jon Martín Cullell
Es redactor de la delegación de EL PAÍS en México desde 2018. Escribe principalmente sobre economía, energía y medio ambiente. Es licenciado en Ciencias Políticas por Sciences-Po París y máster de Periodismo en la Escuela UAM- El PAÍS.

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