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El PRI busca una salida socialdemócrata a su crisis de identidad

En la última asamblea, el grupo anuncia una nueva definición de centroizquierda de cara a las elecciones presidenciales de 2024

Elena Reina
Alejandro Moreno, presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
Alejandro Moreno, presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), durante la Asamblea Nacional del partido el 11 de diciembre.PRI

En la última Asamblea Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) los militantes decidieron redefinir su ideología y desempolvar el viejo término de la socialdemocracia para relanzar al partido. El otrora todopoderoso PRI, que gobernó en México durante 70 años consecutivos, de 1930 a 2000, —y durante seis más de 2012 a 2018—, que cayó estrepitosamente en las últimas elecciones presidenciales por la apisonadora de Morena, busca a la desesperada cómo despegarse del pasado neoliberal y corrupto que arrastra como el lastre más pesado de cara a las elecciones presidenciales de 2024.

“Por mandato de la 23 Asamblea PRI somos un partido de centro izquierda. Somos socialdemócratas, feministas, ambientalistas, enemigos de la discriminación, progresistas, aliados de las causas populares. Le dimos una patada al neoliberalismo que nos impusieron desde el poder”, anunció desde su cuenta de Twitter el coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, Rubén Moreira. Y con este giro de timón, que rechaza de un plomazo los últimos Gobiernos priistas, como el último liberal de Enrique Peña Nieto, el partido regresa a sus orígenes y se acerca como nunca a su principal rival y posible socio, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena.

“El PRI ha estado huérfano de una ideología desde los ochenta”, apunta el politólogo del Colegio de México y experto en la historia del partido mexicano, Rogelio Hernández. Nace con la ideología del nacionalismo revolucionario, que en México y Latinoamérica representaba la “izquierda genérica”, explica el profesor. Esta corriente se funda sobre dos cuestiones: reconocer el partido y el sistema político mexicano después de la Revolución y las responsabilidades del Estado, como garante del desarrollo económico y el bienestar social, y que los resultados del desarrollo se repartieran de manera equitativa. “Esto estuvo vigente sin cambios desde el nacimiento del partido, pero en los ochenta con la tecnocracia se redefine la responsabilidad del Estado y sus prioridades ya no están en el gasto social, sino en estabilizar la economía, un giro a la derecha”, explica Hernández.

El debate que ha causado polémica sobre la nueva identidad socialdemócrata del PRI está asentada en que en los últimos Gobiernos —y principalmente en los ochenta con Miguel de la Madrid y principios de los noventa, con Carlos Salinas de Gortari— el partido tradicional se convirtió en un símbolo de la privatización de empresas públicas y del supuesto abandono del gasto social en favor del desarrollo económico. Y esta creencia de asociar al PRI con el “expolio” del país está principalmente impulsada por el discurso recurrente de López Obrador y sus seguidores, que mantuvo desde su campaña electoral y que le valió el voto de miles de mexicanos desencantados con el sistema político tradicional.

La paradoja es que Morena arrasó en 2018 reivindicando la ideología primitiva del PRI tradicional. Según Hernández, el máximo exponente en estos tiempos del nacionalismo revolucionario es el partido del presidente. La ideología con la que se fundó el PRI es, según el profesor, prácticamente imposible de diferenciar en lo teórico de la socialdemocracia. “En la práctica, son lo mismo. Cuando tienen que definirlo es cuando viene el problema, porque no supone una alternativa”, agrega Hernández. López Obrador comenzó su carrera política en 1976 como afiliado del PRI, luego dio el salto al Partido de la Revolución Democrática (PRD) —una escisión del partido oficialista— durante el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), para finalmente fundar su propio partido, Morena, en 2014.

La condición del PRI como partido subordinado al poder Ejecutivo hizo que nunca tuviera una verdadera independencia ideológica. “Pues se diseñó para conservar el poder, no para competir por él”, explica el politólogo. Así ha sido revolucionario o conservador cuando le ha parecido útil. Y en estos días, apelando a la socialdemocracia, trata de sacudirse el traje neoliberal que adquirió en la década de los noventa y sobre todo, defenderse de los ataques de López Obrador con la mirada puesta en las próximas elecciones.

Cambio de cara a la reforma energética

La ambigüedad de la postura del PRI frente a la reforma energética de López Obrador, que en esencia destruye la impulsada por el priista Peña Nieto en 2012, fue la primera señal de un cambio identitario del partido. Con la nueva definición “socialdemócrata de centro izquierda” lanzan un nuevo gesto al partido del presidente, cada día más cercanos ideológicamente. El PRI, que en los últimos años se ha aliado con la derecha para hacer contrapeso al Gobierno, ha evitado posicionarse respecto a la iniciativa presidencial y ha dejado la puerta abierta para una negociación con el Ejecutivo. La aprobación de la reforma solo puede ser posible si el PRI suma sus escaños en la votación en el Congreso.

López Obrador ha mostrado su beneplácito ante el cambio de dirección del histórico partido y este miércoles ha apelado al giro en su ideología para añadir a la formación política a sus planes. “Sería muy bueno que rectificaran porque son momentos de definiciones y ojalá apoyaran la reforma eléctrica, eso ayudaría más que mil pronunciamientos, que son revolucionarios que son demócratas que son centristas (...) hay que tomarles la palabra, a mí sí me daría gusto que ellos rectificaran, es de sabios cambiar de opinión, hasta las piedras cambian de modo de parecer”, ha dicho.

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Sobre la firma

Elena Reina
Es redactora de la sección de Madrid. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020

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