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López Obrador minimiza los riesgos a los que se expone en sus giras sin la protección presidencial

El mandatario le resta importancia a un incidente de seguridad en Puebla: “Son gajes del oficio” . “Hay fallas que lo ponen en vulnerabilidad”, afirman los expertos

Afectados por el huracán 'Grace' en Puebla ingresaron de forma violenta a un auditoria donde el presidente Andrés Manuel López Obrador se reunía con funcionarios locales, el 3 de octubre.Foto: STRINGER/REUTERS | Vídeo: Gobierno de México
Carlos S. Maldonado

El presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a minimizar este lunes los riesgos a los que se expone durante sus giras por México, tras la intromisión el domingo de forma violenta de un grupo durante uno de sus viajes, en la localidad de Huauchinango, en el Estado de Puebla, que exigieron al mandatario ayudas tras la destrucción causada por los huracanes y tormentas que han afectado la zona. “Son gajes del oficio”, ha justificado el presidente en su conferencia matutina, que ha realizado desde Puebla. “Imagínense cuántos años llevo así, no solo enfrentando portazos, sino situaciones más delicadas y no pasa nada, la gente es muy responsable y el que lucha por la justicia no tiene nada qué temer; además, yo tengo mi ángel de la guarda, que es el pueblo de México”, ha dicho López Obrador.

El presidente viajó el domingo a la localidad poblana para supervisar los avances en la entrega de ayudas para los damnificados por las tormentas, cuando un centenar de personas rompió el círculo de seguridad y se acercó a él para reclamarle apoyo. En los videos que han circulado en medios de comunicación y redes sociales se ve a funcionarios cercanos al presidente forcejeando con la gente, mientras López Obrador intenta apartar a quienes reclaman su atención. “Hazte a un lado, a un ladito”, les exige. “Espérate, espérate, ahorita [hablamos]”, les pide luego. Un grupo de militares escoltó a López Obrador para que pudiera salir sano del lugar y aunque resultó ileso del altercado, lo sucedido en Huauchinango muestra la vulnerabilidad a la que está expuesto el mandatario.

No es la primera vez que una turba intercepta al presidente. El pasado 27 de agosto unas 500 personas, la mayoría se identificaron como integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), detuvieron la caravana en la que viajaba López Obrador durante una hora en Tuxtla Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas, al sur del país. Los sindicalistas exigían mantener una reunión con el presidente, que reaccionó furioso ante lo que consideró “un chantaje”. En un video grabado desde su automóvil, el mandatario afirmó: “Yo no merezco este trato (…), por la dignidad de la investidura presidencial no puedo someterme al chantaje de nadie, no establezco relaciones de complicidad mafiosas con ningún grupo de intereses creado”. El incidente se produjo a unos metros de la entrada de un cuartel militar donde el mandatario daría ese día su conferencia matutina. Adentro lo esperaban la secretaria federal de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez; Rutilio Escandón, gobernador de Chiapas; el secretario de la Defensa Nacional, general Luis Crescencio Sandoval; y el jefe de la Marina Armada, almirante Rafael Ojeda. Sin dar una explicación sobre el fallo en la seguridad del presidente, Rodríguez se limitó a lamentar lo ocurrido. “El Gobierno”, dijo, “ha mantenido un permanente apoyo al diálogo, a la tolerancia y la civilidad con los diferentes actores sociales. Con este Gobierno democrático no hay represión”.

Expertos en seguridad como Alejandro Hope han criticado en varias ocasiones lo frágil de la seguridad que rodea al mandatario. “Si fuera un incidente único [el ocurrido en Puebla] dijera que no pasa de una anécdota, pero empieza a ser un patrón en el que el esquema de protección al presidente muestra fallas y lo pone en situación de vulnerabilidad”, explica Hope en conversación telefónica. “No hay un punto focal que se encargue de la seguridad. No hay personal especializado. No hay vínculos con una parte de la inteligencia que permita ser proactivo frente a estos riesgos. El problema es que estos incidentes se pueden multiplicar, porque ya se vio que es posible romper el círculo de seguridad del presidente”, agrega el experto.

Desde antes de asumir el poder en diciembre de 2018, Obrador ha insistido que no usará el servicio de seguridad oficial, a pesar del riesgo al que se expone en un país donde son asesinadas un promedio de 85 personas al día y con graves problemas de violencia política, como lo demuestran centenares de asesinatos que han ocurrido durante las campañas presidenciales y contra presidentes municipales, concejales y otros funcionarios públicos. O el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, entonces candidato a la presidencia, ocurrido el 23 de marzo de 1994, en Tijuana. “Me va a cuidar la gente, el pueblo, y me van a cuidar ustedes (medios) porque no me van a apachurrar, y estoy hablando de camarógrafos y fotógrafos porque me he llevado algunos golpecitos”, dijo en julio de 2018 el presidente, tras afirmar que no haría uso de los servicios del Estado Mayor Presidencial, una decisión que creó desconcierto en México y en el extranjero. “El servicio se coordina con la seguridad local, con su experiencia e inteligencia sobre el terreno para trabajar. Esta medida tendrá un impacto para cualquier país que los visite”, dijo el exagente especial del FBI y fundador de la consultora de seguridad Shaffer Security Group, Greg Shaffer, desde Washington, en una entrevista a este diario concedida en septiembre de 2018.

El analista Hope dice que si se ha decidido no usar los servicios de seguridad que protegían a los anteriores mandatarios mexicanos, el Ejecutivo al menos debería valorar la creación de “un cuerpo profesional, civil, como el servicio secreto de EE UU, que tenga los recursos suficientes para garantizar la seguridad del presidente y de los cercanos a él”. Un cuerpo que, agrega, también debería estar capacitado para otorgar seguridad a mandatarios extranjeros que visitan México. “El presidente va a querer seguir teniendo contacto con la gente, pero hay maneras de hacerlo más seguro. Los incidentes de Puebla demuestran que lo que se hace en tema de seguridad no es suficiente”, agrega Hope.

El mandatario, por su parte, ha decidido dejar en manos de la buena voluntad de sus compatriotas, o la de la Providencia, su integridad personal. “Lo vuelvo a decir: el pueblo de México es excepcional, es un pueblo muy respetuoso, un pueblo bueno, un pueblo trabajador... Por eso puedo enfrentar cualquier situación adversa y por eso no traigo guardaespaldas ni me traslado en carros blindados y puedo ir a todos lados, tengo mi consciencia tranquila”, ha afirmado.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.

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