Luces contra la delincuencia en Iztapalapa
Una iniciativa para mejorar el alumbrado reduce el crimen un 60%, menos las violaciones, en la alcaldía más poblada de Ciudad de México
Con el horario de invierno, las siete de la tarde en Ciudad de México sume en la oscuridad a buena parte de sus 20 millones de habitantes. Noche cerrada. La falta de mantenimiento del espacio público de este monstruo urbano hace que las luminarias (farolas) brillen por su ausencia. Los vecinos desaparecen y, por lo general, todo queda desierto. Pocos se atreven a adentrarse de noche y en solitario por las calles de la capital. La alcaldía de Iztapalapa limita con el Estado de México al suroeste de la capital, y durante años ha sido señalada como una de las zonas más peligrosas de la capital. Sin embargo, hoy sus calles lucen diferente. Se ha llevado a cabo un plan de recuperación del espacio público que ha hecho retroceder los delitos hasta un 60%. Buena parte de este plan se basó, sencillamente, en mejorar el alumbrado público, al tiempo que se reforzaba la seguridad desde los tres niveles institucionales: la alcaldía, la Ciudad de México y el Gobierno Federal.
Ciudad de México se divide en 16 alcaldías, de las cuales Iztapalapa es la más poblada, con casi dos millones de habitantes. Este lugar cargó mucho tiempo con el estigma de ser el más violento de todos. Pero en 2018, la alcaldesa, Clara Brugada, apostó por una política de seguridad coordinada con el Gobierno federal y el capitalino. Así como en una rehabilitación de las principales vías de comunicación entre los barrios donde viven los iztapalapenses y los centros de trabajo, y de los espacios donde los vecinos hacen vida social. Fueron bautizados como Caminos Seguros. Mejoraron la iluminación, las calzadas, instalaron cámaras de vigilancia y reforzaron la presencia policial. Ahora, casi todos los crímenes —excepto las violaciones— han caído a menos de la mitad en dos años, según los datos de la Fiscalía. En el mes octubre de 2018 se contabilizaron 1.084 delitos y en ese mismo mes de este se registraron 587. Durante todo 2020, las cifras mensuales de delitos han oscilado entre 400 y 600.
La relación entre iluminación y crimen existe. Así lo corrobora un estudio que hicieron en conjunto las universidades de Nueva York y Chicago junto con otras en 2016. Después de mejorar la iluminación en algunos de los barrios neoyorquinos más inseguros los delitos se redujeron hasta un 36% después de seis meses.
El Camino Seguro de la avenida Reforma Política mide alrededor de un kilómetro. En comparación con muchas zonas de la ciudad, por la noche es un baño de luz. Se vertebra en una carretera que sube por la falda del monte Tetlamache, uno de los que conforman la sierra de Santa Catarina, cuyas laderas son una constelación de luces domésticas. Vladimir Flores, director de esta zona de la alcaldía, explica las mejoras. “Se recuperó el camellón [bulevar], las canchas de baloncesto y se acondicionó la carretera”, cuenta mientras pasa junto a unas pistas deportivas y un parque donde juegan decenas de niños, jóvenes y donde se pueden ver a familias paseando. También se instalaron “cerillos”, unas farolas que parecen un fósforo, pero cuyos LED escupen mucha más luz. En 2018, un informe de la Comisión Federal de Electricidad señalaba que de las 96.000 luminarias que estaban en vías secundarias, 42.000 estaban apagadas. Casi la mitad de Iztapalapa estaba a oscuras. La situación ha cambiado, según explica Raúl Basulto, director general de obras: “Se han colocado 73.043 luminarias entre caminos seguros y la iluminación de la alcaldía”.
La reducción del crimen no se explica solo con la llegada de la luz. Desde diciembre de 2018, se reúnen a diario los niveles de poder y seguridad para analizar el estado de la zona. La Alcaldía, la Guardia Nacional, la policía de la Ciudad de México, la de Iztapalapa, los directores de las distintas zonas en las que se divide el sector y otras autoridades conforman un gabinete de seguridad. Ahí analizan la incidencia del crimen y se establece una hoja de ruta para mitigarlo. Los vecinos también participan. La alcaldesa Brugada explica que han sido claves para expulsar a los criminales. “Poco a poco, empezaron a perder el miedo y a denunciar”, sostiene. Gracias a que los vecinos empezaron a hablar, pudieron ubicar dónde se cometían más delitos y sus responsables actuaron en esas zonas de manera prioritaria.
La diferencia entre las zonas nuevas y las que aún no han sido intervenidas es notable. Jonathan Samara conduce una furgoneta de la alcaldía por unas calles que conectan el Camino Seguro de Avenida Minas con el de Reforma Política. Durante el recorrido todo se ve más sucio, el asfalto tiene baches y a plena luz del día el movimiento es inexistente. Los comercios abiertos son pocos y los muros están llenos de graffitis y con restos de pintura clareada. Los caminos seguros se destinaron a los 22 barrios con peores datos. El primero fue Santa Marta Acatitla. Hoy se han inaugurado 35 y el objetivo es llegar a los 180 en 2021.
Violencia contra las mujeres
A pesar de todo, hay lugares donde la luz no llega. La población ha sufrido a causa del crimen organizado, las pandillas y la delincuencia común. Iztapalapa es la alcaldía más violenta para las mujeres. En las últimas semanas, la Fiscalía ha promulgado alertas por la desaparición de dos adolescentes de 15 años, Ángela Martínez Hernández y Ariadna Guadalupe Serrano. Algunas desapariciones acaban con la localización de las personas ausentes. Otras veces, el desenlace es trágico. El único delito que crece son las violaciones, según datos de la Fiscalía. Brugada cree que el aumento se debe a que ahora las mujeres denuncian más.
Celia tiene una tienda en el camino de Reforma Política. Dice que la delincuencia sigue ahí, latente. “A mí no me ha pasado nunca nada, gracias a Dios, pero creo que hay mucha delincuencia”, opina esta mujer de 64 años mientras barre restos de agua con cloro. Otra mujer, que prefiere no dar su nombre, tose a causa de unos chiles que asa en una cocina improvisada, dentro de un garaje. Ella cree que la situación se ve “mejor”, pero no vive “tranquila” a pesar de que “las patrullas pasan más seguido”.
Brugada admite sin rodeos el problema de la violencia de género y subraya que es más difícil de atajar. “El 80% de la violencia contra la mujer se da en el hogar”, sostiene la alcaldesa. Y añade: “Estamos diseñando un protocolo, porque es muy difícil coordinar a todas las instituciones con un tema tan específico”. La alcaldesa, de Morena, explica que se ha creado un cuerpo policial especial, las Patrullas Defensoras de las Mujeres. Es exclusivamente femenino y se enfoca en lidiar contra la violencia machista.
Los caminos de Iztapalapa se llaman Caminos de Mujeres Libres y Seguras, y ponen de esa manera a las mujeres como pieza angular de la estrategia de recuperación de todo el lugar. La máxima de Brugada es: “Si una niña puede caminar por la calle de noche, libre y segura, es que cualquiera puede hacerlo”.
Murales vecinales
La participación de los vecinos no se limita a señalar los lugares donde se cometen los delitos. A este programa de Caminos Seguros, que bebe de una iniciativa del Gobierno de la Ciudad de México y que se encuentra activo en otros estados de la federación, la alcaldía de Iztapalapa añadió los murales, ideados para crear un vínculo entre los vecinos y fomentar la igualdad de género.
Maria de la Luz es la encargada de comunicación de la alcaldía, y atribuye al equipo actual la “maternidad y paternidad” de la idea de los murales, que ya empiezan a verse en otras partes de la Ciudad.
La mayoría de ellos representan motivos que los ciudadanos han pedido expresamente. Los proyectos se obtienen a partir de un diálogo para ver qué es lo que les gustaría que adornara sus calles. Hasta octubre de 2020 se han pintado 1.484 murales, según sostiene la responsable de cultura de la Alcaldía, María Antonieta Pérez, datos que también están reflejados en un informe de seguimiento. Hasta octubre, había 97.864 metros cuadrados de murales.
En el Camino de Avenida Minas hay un puesto de tacos en plena calle. En él se encuentran dos jóvenes. “Habla con este, que es el jefe y además antes era pandillero”, comenta en aparente tono de burla, mientras señala a Cristian Cruz, que con apenas 20 años está al frente del negocio con el que trata de salir adelante. “Ahora la cosa está mejor, antes estaba muy fea, todo estaba grafiteado, pero ahora se puede ir más tranquilo”, cuenta.
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