Trump pone a Zelenski entre la espada y la pared

Ucrania siempre ha estado a merced de los intereses de Estados Unidos, pero el nuevo inquilino de la Casa Blanca ha llevado esta dependencia hasta la humillación

Los presidentes de Ucrania y Estados Unidos, Volodímir Zelenski y Donald Trump, el 28 de febrero en la Casa Blanca.Foto: Brian Snyder | Vídeo: EPV

Las relaciones entre Volodímir Zelenski y la Casa Blanca nunca fueron fáciles. El jefe de Estado ucranio tuvo también encontronazos con el expresidente Joe Biden. Kiev consideraba que la ayuda estadounidense para frenar a Rusia siempre era insuficiente y llegaba tarde, y así lo hacía saber Zelenski con su habitual tono duro, a veces desafiante. Cuando en junio del año pasado Biden descartó participar en una cumbre internacional en Suiza en favor de Ucrania, Zelenski lo acusó de hacer el jue...

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Las relaciones entre Volodímir Zelenski y la Casa Blanca nunca fueron fáciles. El jefe de Estado ucranio tuvo también encontronazos con el expresidente Joe Biden. Kiev consideraba que la ayuda estadounidense para frenar a Rusia siempre era insuficiente y llegaba tarde, y así lo hacía saber Zelenski con su habitual tono duro, a veces desafiante. Cuando en junio del año pasado Biden descartó participar en una cumbre internacional en Suiza en favor de Ucrania, Zelenski lo acusó de hacer el juego al Kremlin: “Vladímir Putin aplaude su ausencia, y lo aplaude incluso con una ovación en pie”. Pero Biden no expresó nunca ni una sola palabra favorable al autócrata ruso, todo lo contrario que Donald Trump. Con el republicano, en cambio, Zelenski ha ido cediendo hasta ser humillado.

“Las opciones de Ucrania de sobrevivir sin Estados Unidos son muy bajas”, reconoció el líder ucranio en una entrevista el 14 de febrero con la cadena NBC, cuando el acoso y derribo de Trump no hacía más que empezar. La bronca en el Despacho Oval, el 28 de febrero, entre Zelenski, Trump y su vicepresidente, J. D. Vance, fue el punto de inflexión; el final de los intentos del mandatario ucranio para plantar cara. “Ni una sola vez ha dado las gracias durante esta reunión”, le espetó Vance. Horas más tarde, Zelenski escribía en sus redes sociales: “Gracias América, gracias por vuestro apoyo, gracias por la visita. Gracias al presidente, al Congreso y al pueblo americano”.

Escepticismo de Biden

Washington no creía en Kiev cuando estalló la invasión, en febrero de 2022. La entonces vicepresidenta, Kamala Harris, se reunió con Zelenski en la Conferencia de Seguridad de Múnich de aquel año, pocos días antes de iniciarse la guerra, para comunicarle que no era posible que su país resistiera al ataque ruso. La demócrata incluso le sugirió que organizara un Gobierno en el exilio. Al mismo tiempo, representantes del Departamento de Estado insistían a la cúpula política ucrania que se exiliara. Esta información se conoció en 2024 a partir de testimonios como el del periodista Simon Shuster, que convivió durante más de un año con Zelenski, o el del exministro de Exteriores ucranio Dmitro Kuleba.

El gran momento de Zelenski, el que lo convirtió en un héroe para millones dentro y fuera de su país, fue el segundo día de la invasión, cuando transmitió un vídeo desde las calles de Kiev junto al resto de los principales altos cargos políticos de Ucrania en el que aseguraba que iban a resistir. A partir de entonces fue formándose la coalición internacional de aliados que permitió hacer retroceder a Rusia en la mayor parte del territorio que el invasor había conquistado en 2022 y que ha permitido resistir al empuje ruso hasta ahora.

Zelenski entendió en seguida que Estados Unidos no permitiría que Ucrania cayera. Por eso lanzaba periódicamente exigencias a la administración Biden sobre qué nuevo armamento necesitaba su ejército, o mensajes lamentándose de que solo le daban “lo suficiente para resistir, no para ganar”. Pero ambos ventilaban las desavenencias en privado. En una ocasión, según reveló la prensa estadounidense, su presidente calló en 2022 a Zelenski por teléfono. “Biden perdió la calma y le dijo que el pueblo americano había sido bastante generoso, que su Gobierno y su ejército trabajaban duro para asistir a Ucrania, y que podía demostrar un poco de gratitud”, explicó la cadena de televisión NBC.

¿Es EE UU un aliado?

Valeri Zaluzhni, quien fuera comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias en los dos primeros años de guerra, también ha reconocido que al principio tuvo encontronazos parecidos con el general Mark Milley, su homólogo estadounidense. Pero todo esto sucedía en privado y con la convicción de que Washington era un aliado. El problema es que ahora muchos en Ucrania y en Europa no saben de quién es aliado Trump. “Que Estados Unidos descarte reconocer a Rusia como el agresor es un desafío, no solo para Ucrania sino para Europa”, dijo Zaluzhni en una conferencia del 6 de marzo en Londres, donde ejerce como embajador ucranio. “Esto demuestra que ya no son Rusia y su eje del mal los que intentan desmantelar el orden global: es EE UU quien lo está destruyendo por completo”.

“En mis 35 años de experiencia jamás había visto algo parecido, que una Administración estadounidense suspenda el suministro de inteligencia a un aliado por motivos políticos para que acepte sus condiciones”, afirmó el miércoles el exdirector de la CIA John Brennan en Times Radio. Brennan considera que la estrategia de Trump es “extorsión” y que Ucrania no tiene mucho margen de maniobra porque el nivel de la asistencia militar estadounidense, pese a los esfuerzos europeos, no tiene igual entre las otras potencias de la OTAN.

Trump ordenó el lunes la suspensión de la transferencia de armamento y de la información de inteligencia estadounidense. Estos datos de inteligencia son un activo inestimable del ejército ucranio, porque le permite detectar el despegue de un bombardero ruso o el lanzamiento de misiles de largo alcance, u obtener las coordenadas de los centros logísticos del enemigo, sus bases o el movimiento de tropas.

Retroceso en Kursk

Los primeros efectos de la suspensión de la inteligencia estadounidense se están notando en la ofensiva ucrania en la provincia rusa de Kursk, según fuentes militares anónimas citadas este sábado por analistas de defensa ucranios. Zelenski ordenó en agosto de 2024 un ataque sorpresa sobre Kursk que le ha permitido ocupar hasta hoy parte de este territorio enemigo. Esta operación ha tenido dos principales motivaciones, vinculadas a unas futuras negociaciones de paz, según el propio presidente: por un lado, demostrar a Rusia que es vulnerable en su territorio; por otro, tener bajo control un pedazo de tierra rusa para intercambiar por las regiones ocupadas por el Kremlin en Ucrania. Los retrocesos del ejército ucranio en Kursk se han acelerado esta semana como nunca antes, y esto se debería a que el Pentágono ha prohibido facilitar datos sobre las posiciones enemigas dentro de territorio ruso.

“Ahora no tienes cartas para jugar”, le dijo Trump a Zelenski en el Despacho Oval cuando el mandatario ucranio reiteró que para cualquier acuerdo con Rusia es necesario que EE UU garantice futuras medidas de defensa para Ucrania, es decir, armas para disuadir al Kremlin de futuros ataques. El presidente estadounidense quiere que se firme la paz a toda costa, y ha dejado claro que las llamadas “garantías de seguridad” son para él secundarias.

Trump dejó sin cartas a Zelenski el lunes, cuando detuvo la ayuda militar. Al día siguiente, el líder ucranio publicaba un comunicado en el que ofrecía por primera vez una tregua parcial a Rusia para detener los ataques aéreos mutuos de largo alcance. No solo eso: afirmaba estar dispuesto a “ir la mesa de negociación lo antes posible” y “bajo el fuerte liderazgo del presidente Trump”. El director de la CIA, John Ratcliffe, dio el miércoles por hecho que el comunicado de Zelenski y su “cambio de predisposición” eran consecuencia del corte en la ayuda militar para Ucrania.

Este mensaje se interpretó en Ucrania como una claudicación inevitable, aunque también dolorosa, a los designios de la Casa Blanca. Sobre todo porque Putin ya ha dejado claro que no piensa ni hacer concesiones ni frenar la guerra, tal y como se demostró el viernes —con el bombardeo masivo contra la red energética ucrania— y el sábado —con un ataque contra un municipio en la provincia de Donetsk que causó la muerte de 11 civiles—.

Reunión en Arabia Saudí

La semana que viene se reunirán en Arabia Saudí las delegaciones de Ucrania y EE UU para “reconducir la relación bilateral”. Uno de los asuntos en la agenda será la renegociación del convenio sobre la cesión a EE UU de la gestión del 50% de los recursos minerales ucranios. Este acuerdo debía firmarse en la reunión del 28 de febrero en la Casa Blanca, pero la cita terminó en desastre y el tratado fue postergado. Este acuerdo es una imposición de Trump si Kiev quiere que prosiga el apoyo estadounidense para frenar la invasión rusa.

En febrero, Zelenski rechazó hasta en dos ocasiones el ultimátum de los emisarios de Trump: tenía que firmar el acuerdo de los minerales tal y como se le entregaba, sin ser negociado. El presidente ucranio consiguió que desapareciera del texto la exigencia de que su país aportara medio billón de dólares (477.000 millones de euros) a un fondo común, más de la mitad de lo que daría EE UU. “No firmaré nada que endeude a 10 generaciones futuras de ucranios”, dijo Zelenski. Lo que no pudo conseguir es que el acuerdo bilateral incluyera medidas de defensa estadounidenses a cambio.

No está previsto que en la cita de Arabia Saudí se incorporen al texto estas garantías de seguridad. Así lo sugirió el jueves en una entrevista con este diario Mijailo Podoliak, asesor de la presidencia ucrania: “Hay que ir paso a paso. Todo esto se está discutiendo y tendrá diferentes etapas de implementación. Pero cuando EE UU invierte en un país determinado, está interesado en garantizar que esos territorios serán estables y que nadie más los reclamará”.

Podoliak es una de las personas que define la estrategia política del equipo de Zelenski, y en la entrevista dejó claro que el objetivo es reconstruir las relaciones bilaterales, también mediante el halago. Opina, incluso que, “pese a sus ironías y declaraciones provocadoras”, Trump será el presidente estadounidense más duro con Rusia: “EE UU quiere lograr su propio dominio mediante la presión sobre Rusia. No se trata de un reinicio, sino del dominio de EE UU. Creo que Trump tendrá éxito donde las Administraciones anteriores fracasaron con Rusia. No tratará de restablecer las relaciones, sino de consolidar definitivamente este dominio”.

No todo el mundo es tan optimista. Fedir Venislavski, diputado del partido de Zelenski y miembro del comité parlamentario de Seguridad Nacional, dijo el viernes a NV que Ucrania “está en una situación difícil” con EE UU, por la vulnerabilidad que supone para el ejército quedarse sin su asistencia y por las concesiones que espera que tengan que hacerse en la cumbre en Arabia Saudí.

Apartar a Zelenski

El trumpismo presiona además a Zelenski en la esfera política nacional, dando alas a su posible relevo. El presidente estadounidense ha dicho falsamente que el líder ucranio, además de ser un dictador que no permite elecciones, tiene un pírrico apoyo ciudadano y que ha hecho “un trabajo horrible”. También ha sugerido que otras personas pueden estar más dispuestas a llegar a la paz.

El senador Lindsey Graham, hasta hace poco uno de los mayores aliados del apoyo militar a Ucrania en el Partido republicano, afirmó que Zelenski no era el interlocutor conveniente y que debía ser apartado. Incluso Elon Musk, hombre de confianza de Trump, tuiteó que lo mejor que podía hacer Zelenski era exiliarse.

La oposición y Zelenski coinciden en que es imposible convocar elecciones durante la guerra. Pero sí se han producido mensajes que ponen en duda al presidente. Oleksi Goncharenko, diputado del principal partido rival, Solidaridad Europea, mostró el 28 de febrero su “respeto y gratitud a Trump y a Vance”; subrayó que “Ucrania no es una persona, son millones” y criticó a Zelenski “por negociar tan mal con nuestro principal aliado”.

El periódico estadounidense Politico informó el 6 de marzo que el expresidente ucranio Petro Poroshenko, líder de Solidaridad Europea, y la ex primera ministra Yulia Timoshenko, se han reunido con representantes de Trump para determinar qué opciones hay de convocar elecciones y qué rivales puede tener Zelenski. Poroshenko y Timoshenko han confirmado las reuniones en sendos comunicados pero niegan que fuera para desbancar a Zelenski. La periodista Andriana Kucher asistió en febrero a una conferencia de Timoshenko en Washington en la que la política afirmó que “solo una mujer puede conseguir una paz verdadera”, según su testimonio.

El semanario británico The Economist publicó la semana pasada que se habían producido movimientos para que un nuevo presidente de la Rada, el parlamento ucranio, sustituyera a Zelenski como interlocutor con Trump. Algo similar expuso la semana pasada a EL PAÍS Dmitro Razumkov, antiguo hombre de confianza de Zelenski y diputado en la Rada: “Tenemos que poner en marcha opciones diferentes de trabajo, una salida a la crisis sin hablar de las relaciones de dos políticos, sino de dos Estados”. Su propuesta es que sea una unión de partidos en la Rada la que tome el protagonismo en las negociaciones con EE UU.

Los estudios demoscópicos indican que no hay ningún político en activo que pueda hacer sombra a Zelenski. Y eso, pese a que su popularidad ha ido cayendo durante los tres años de guerra. Pero el enfrentamiento con Trump le ha permitido recuperar terreno, según las últimas encuestas. Solo Zaluzhni tiene datos de popularidad equiparables a los de Zelenski, pero el exjefe del ejército, pese a que sale en todas las quinielas para ser candidato en unas futuras presidenciales, ha evitado hasta ahora postularse.

Zelenski fue preguntado el 23 de febrero en rueda de prensa si renunciaría al cargo para alcanzar una paz justa. Su respuesta fue la inevitable: por supuesto que se retiraría, incluso si con ello a aceptan a Ucrania en la OTAN. Pero la intención del líder ucranio es aguantar y negociar con Trump. De momento continuará con un acto de resistencia simbólico, vistiendo con su característica ropa informal y de estilo militar, algo que el presidente estadounidense detesta.


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