Partido de los Trabajadores: el colapso de un titán
El PT afronta una ardua tarea de reconstrucción tras el encarcelamiento de Lula y la derrota electoral
Los años dorados en los que el Partido de los Trabajadores (PT) era un referente internacional para la izquierda de toda América Latina parecen ahora soterrados bajo la victoria del candidato más diferente posible a sus principios: Jair Bolsonaro. La agrupación del expresidente Lula da Silva, una superpotencia política a lo largo de las últimas tres décadas, no solo acaba de ver la derrota de su candidato, Fernando Haddad, ahora en la segunda vuelta. En la primera, el 7 de octubre, también tuvo que contemplar cómo su presencia en el Congreso se reducía a 56 diputados, una sombra de lo que fue, aunque la escabechina en el legislativo fue generalizada y el PT sigue siendo el partido que más diputados tiene.
Es el fin de su aventura en el poder ejecutivo, donde desembarcó en 2002, y de su aplastante supremacía en el legislativo. El papel del partido como líder incontestable de la izquierda brasileña está amenazado por primera vez en décadas.
No hay nada más simbólico para ejemplificarlo que el silencio de Ciro Gomes, el candidato del centroizquierda por el Partido Democrático Laboral (PDL) que quedó descabalgado en la primera vuelta, pero que quedó tercero en el reparto de votos. Haddad había contado con su apoyo de manera casi inevitable (Gomes fue ministro de Lula) y lo que recibió fue otra cosa. Un frío “apoyo crítico”, literalmente, un distanciamiento que para algunos es un claro intento de Gomes por posicionarse como líder de la oposición al Gobierno de Bolsonaro. El propio Gomes lo confirmó poco antes de votar: no pensaba apoyar al PT en la oposición. “Las izquierdas brasileñas van a pasar por una disputa de liderazgo”, opina Vitor Marchetti, profesor de Ciencia Política de la Universidad Federal del ABC.
La otra fuerza en liza por el liderazgo opositor es el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), un bastión de disidentes del PT pero que defiende propuestas igualmente progresistas como el matrimonio igualitario. Ahora, este hermano pequeño del partido de Lula ha logrado 10 diputados federales, el doble que hace cuatro años. “El PSOL es bastante pequeño, pero su resultado nos revela que hay espacios del electorado que ellos están ocupando y que antes eran del PT”, prosigue Marchetti.
Nadie duda del peso que aún tiene el PT, que sigue siendo el mayor partido de izquierdas de Brasil. Lo que sí se duda es cómo va a salir de esta. Su principal líder, Lula da Silva, está encarcelado por corrupción y nada indica que lo vayan a liberar pronto. Su sustituto como cartel electoral, Fernando Haddad, nunca fue uno de los barones del partido y tiene poca influencia entre sus fieles. Pocos creen que logre mantenerse, sin la fuerza de la presidencia, como líder de la oposición a una escala nacional.
Quienes parecen destinados a ocupar el hueco que dejan Haddad, tras su derrota, y Lula, tras su encarcelamiento, son los políticos regionales del Nordeste, el enclave más pobre de Brasil, allí donde el partido logra siempre sus mejores resultados electorales. Es de ahí, por ejemplo, de donde viene el exgobernador de Bahía Jaques Wagner, quien se perfila como uno de los petistas que más poder tendrá en el partido a partir de hoy. “Yo no veo dificultades en la reorganización del PT, elegimos 56 diputados”, dijo Wagner esta semana en una rueda de prensa. “Entre todos los partidos arrollados [por la ola antipolítica en Brasil], el PT logró mantenerse en pie”, afirmó.
Wagner fue elegido para el Senado y es conocido por haber mantenido discrepancias con Lula en el pasado. Él fue, por ejemplo, una de las pocas voces que defendió que el PT no debería presentar un candidato en estas elecciones y apoyar a Gomes. La derrota de Haddad le da la razón, ante los ojos de muchos en el partido.
Con información de Regiane Oliveira
Una diferencia de 11 puntos, lejos del éxito de Lula en 2002
El resultado de las elecciones de Brasil, con el 99,4% escrutado, refleja una diferencia de 11 puntos entre el ganador, Bolsonaro, y Haddad. La diferencia es mayor que en las anteriores presidenciales, que ganó Dilma Rousseff (PT) por solo tres puntos de diferencia, pero queda lejos de los 22 puntos con los que Lula da Silva adelantó en 2002 a su candidato opositor. Desde la recuperación de la democracia en el país y las primeras elecciones libres, en 1989, tan solo dos veces no ha habido que elegir el presidente en segunda vuelta, en 1994 y 1998, al conseguir uno de los candidatos más del 50% de los sufragios en primera vuelta.
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