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EE UU se queda solo en su defensa del carbón ante los ministros de Energía del G20

El comunicado final de la cumbre realizada en la ciudad argentina de Bariloche defiende el uso del gas como combustible fósil de transición

Federico Rivas Molina
Paneles solares en Pueblo, Colorado. Al fondo, una planta de carbón de Xcel Energy.
Paneles solares en Pueblo, Colorado. Al fondo, una planta de carbón de Xcel Energy.Reuters
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La apuesta por el carbón ha aislado aún más a Estados Unidos de sus socios del G20, aunque a último momento se sumó a un documento que promueve el uso de energías limpias que lleva la firma de los ministros de Energía reunidos desde el jueves en Bariloche, en los andes argentinos. La tensión apenas se percibió en el papel, pero fue evidente en las declaraciones individuales de los ministros, que no necesitan el consenso de todos. En una rueda de prensa celebrada al término de una cumbre celebrada en Bariloche, en los andes argentinos, el ministro de política energética de Alemania, Thorsten Herdan, dijo que los países miembros del G-20 “tienen que salir del carbón” si pretenden reducir las emisiones de efecto invernadero y combatir el cambio climático. Como alternativa, los ministros han propuesto al gas como combustible fósil “de transición” hacia una matriz basada en las energías renovables.

Las referencias al carbón coincidieron con la intención de Estados Unidos de proteger a los yacimientos de carbón y de energía nuclear que enfrentan problemas financieros dentro de su territorio. En un alto de las discusiones en Bariloche, el secretario de Energía de Estados Unidos, Rick Perry, dijo que era posible producir “carbón limpio” con las tecnologías adecuadas, al punto que su desarrollo puede ser “muy positivo para el medio ambiente". El documento final de la cumbre hace referencia al desarrollo de la captura de carbono, un proceso costoso que se utiliza para atrapar el dióxido de carbono liberado a la atmósfera por las combustiones fósiles. Herdan dijo que no son los países del G20 quienes deben decir a los socios cuándo abandonar el uso del carbón, pero fue evidente la presión de Estados Unidos para que el tema no aparezca en forma explícita en el acuerdo.

La necesidad de elaborar estrategias globales contra el cambio climático chocó, una vez más, contra los intereses de EE UU de no ceder terreno a los combustibles fósiles, en parte por los costos extras que puede acarrear el desarrollo de energías limpias como la eólica y la solar. Una de las primeras decisiones de política exterior del presidente Donald Trump fue romper en junio de 2017 con el acuerdo de París que había suscrito su antecesor, Barack Obama. Ante la necesidad de un consenso en Bariloche, el texto final aclaró que cualquier “transición energética” hacia energías renovables sólo aplicará “para aquellos países que están decididos a implementar el acuerdo de París”.

El lenguaje diplomático permitió así que EE UU participe de un documento que habla claramente de la necesidad de combatir el cambio climático. Los ministros del G-20 propusieron que cada país participe de acuerdo a las necesidades de su matriz energética, pero hubo acuerdo en que el gas será el combustible fósil de transición, por ser menos contaminante. Argentina podrá beneficiarse de esta apuesta por contar con unas de las mayores reservas de gas no convencional en el yacimiento de Vaca Muerta, 30.000 kilómetros cuadrados de reservóreos que se encuentran en una etapa inicial de explotación. “Todos debemos reconocer la importancia del cambio climático y el gas será el puente hacia formas más limpias de energía. El gas natural es importante para el desarrollo económico y sostenible de Argentina”, dijo el ministro argentino de Energía y Minería, Juan José Aranguren.

El documento final de la cumbre recoge esta opción por el gas, al que atribuyen potencial para expandirse en las próximas décadas “apoyando así las transiciones hacia sistemas de emisiones más bajas”. “Nos esforzaremos por mejorar el funcionamiento, la transparencia y la competitividad de los mercados del gas”, dice el texto de consenso.

La apuesta por el gas motivó críticas de grupos ambientalistas, como Greenpeace. Apenas difundido el acuerdo final, la organización emitió un comunicado en el que tildó de "estafa” considerar al gas como un puente hacia energías limpias. “En lugar de avanzar hacia una transición acorde a la urgencia que la ciencia demuestra que es necesaria, el gobierno argentino hizo todo lo posible para disfrazar al gas de energía limpia y justificar así la explotación del segundo mayor yacimiento de gas no convencional del mundo: Vaca Muerta”, dijo Mauro Fernández, asesor de política climática y energética de Greenpeace.

Las empresas de energía se abrazan al gas

En paralelo a la cumbre de ministros de Energía del G-20, se realizó en Bariloche el último encuentro de empresarios del sector, en el marco del B20. El objetivo fue ultimar las recomendaciones que elevarán a los presidentes de las grandes potencias que se reunirán en Buenos Aires en noviembre. El titular de la petrolera estatal argentina YPF, Miguel Gutiérrez, líder del grupo de trabajo de Energía del B20, coincidió con los ministros en la importancia del gas como puente hacia un modelo que privilegie las renovables.

“Argentina está en una posición privilegiada, con los recursos naturales y humanos propicios para hacer una transición virtuosa, en el cual el gas opere como energía de transición hacia una matriz más limpia y sustentable”, dijo. Hubo consenso también en la necesidad de elaborar un modelo que reconozca las particularidades nacionales de los desafíos. “El viraje se da en cada caso particular, atendiendo a sus propia matrices energéticas. No hay una sola manera de transicionar hacia energías más limpias, sino que hay varias maneras y cada país debe encontrar la que le permita ir hacia ese lugar”, dijo a El PAÍS la coordinadora de los task force del B20, Carolina Castro.

“El sector privado está dispuesto a hacer los movimientos que haya que hacer para acompañar el progreso y el desarrollo tecnológico, pero quiere ver cómo puede ayudar el Estado. Un tema, por ejemplo, es qué hacemos con las Pymes, porque no tienen espaldas financieras para el cambio”, agregó Castro.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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