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Balcedo, el sindicalista con Ferrari, mansiones y avión privado

Argentina, estupefacta con los bienes del líder de un minúsculo sindicato

Balcedo el pasado 4 de enero, al ser detenido en Punta del Este.
Balcedo el pasado 4 de enero, al ser detenido en Punta del Este.Télam
Carlos E. Cué

Buena parte de los millonarios argentinos heredaron tierras o empresas de sus padres. Marcelo Balcedo heredó un pequeño sindicato en La Plata, el SOEME. Y lo utilizó como cobertura para acumular una fortuna de origen dudoso que tiene descolocados a los argentinos desde que fue detenido en su mansión en Maldonado (Uruguay), en la exclusiva zona de Punta del Este. La justicia argentina pidió esta semana a Uruguay la extradición para procesarlo por lavado de dinero y asociación ilícita e intentar recuperar parte del dinero robado.

Ferrari incautado a Marcelo Balcedo en Punta del Este.
Ferrari incautado a Marcelo Balcedo en Punta del Este.Télam

Cada detalle de sus bienes, de su flota de 30 coches de lujo, capitaneada por un Ferrari y varios Porsche, de sus mansiones dentro y fuera de Argentina, del dinero en efectivo que le encontraron –casi siete millones de dólares- se convierte en pasto de las redes argentinas, y todos se preguntan cómo es posible que un líder de un sindicato desconocido pueda acumular una fortuna de más de 35 millones de dólares.

La justicia apunta al narcotráfico, especialmente a sus vínculos con el clan de Los Monos, que controlaban Rosario, la ciudad de Messi, convertida en el punto negro del país por su posición estratégica en el río Paraná, eje del tráfico desde Perú, Paraguay y Brasil.

Pero este caso no es una historia más de narcos. El escándalo se enmarca en la batalla de fondo que se vive en Argentina entre el Gobierno y los todopoderosos sindicatos. La indignación que provoca esta vida de magnate de un sindicalista debilita la imagen de las centrales, ya muy cuestionadas por las enormes cantidades de dinero que manejan en hospitales, hoteles y empresas controladas directamente por ellos, un caso único en Latinoamérica que explica buena parte de la historia reciente del país.

En Argentina todos se preguntan quién será el siguiente sindicalista en caer

Los sindicatos han entendido el mensaje y amenazan al Gobierno de Mauricio Macri: "A los sindicatos los atacaron los militares, Alfonsín, y De la Rúa y no terminaron sus mandatos", lanzó Luis Barrionuevo, uno de los más conocidos, famoso porque en los 90, en pleno menemismo dijo: "tenemos que tratar de no robar por lo menos dos años". "El Gobierno no se metió contra el sindicalismo, sino contra la fortuna de los sindicalistas", le contestó también con tono amenazante Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de Macri. En Argentina todos se preguntan quién será el siguiente en caer. Los sindicalistas creen que el Gobierno les ataca porque la situación económica se puede complicar en los próximos meses y necesita tener a toda la oposición debilitada.

El caso de Balcedo supera todos los anteriores escándalos. Hijo de un conocido líder sindical de La Plata, ciudad al sur de Buenos Aires y capital de la provincia, Marcelo quiso volar mucho más alto que su padre. El progenitor, Antonio, empezó como ordenanza y escaló en el sindicalismo hasta tener su propia pequeña central. Al fin logró dar el salto social: su hijo Marcelo se convirtió en ingeniero y él lo mandó a estudiar un máster en EEUU. El sindicato compró un periódico gratuito, Hoy, con el que influía en la política de La Plata. Una práctica frecuente entre los sindicatos argentinos, hasta el punto de que Página 12, el histórico medio de la izquierda, está en manos del sindicato de porteros.

A los tiros

Cuando murió su padre, en 2012, Marcelo decidió heredar el sindicato, algo habitual. El caso más conocido es de los Moyano, la familia sindical más poderosa del país, que controla a los camioneros y están en la mira del Gobierno. "Hubo resistencias, pero Balcedo entró a los tiros", recuerda un sindicalista. Con armas y extorsiones apartó a rivales internos, logró hacerse con el poder y empezó a construir su fortuna. En pocos años se hizo multimillonario. Vivía a caballo entre su mansión en Uruguay y La Plata, se trasladaba con un avión de superlujo que le costaba 60.000 dólares al mes.

Su mujer se incrustó diamantes en los dientes y a su madre le regaló una mansión de tres millones de dólares

Los sindicalistas consultados insisten en que no podría acumular 35 millones de dólares ni robando todo el dinero de su sindicato, por lo que tanto ellos como los jueces miran al tráfico de drogas como gran ingreso. De hecho, los detalles de su vida de magnate recuerdan mucho más a un Pablo Escobar a pequeña escala que a un sindicalista. Le encontraron incluso un pequeño zoo ilegal en su mansión, al estilo del colombiano, pero más modesto: guanacos, llamas, capibaras, ñandúes, loros exóticos.

Su mujer, una rubia oxigenada 21 años menor que él, también tenía gustos de narco: incluso se incrustó piedras preciosas en los dientes. Balcedo entró en una espiral imparable que le ha llevado a la cárcel. Compró casas y coches de lujo compulsivamente, hasta alcanzar los 30 vehículos y tres barcos. Todo sin testaferros, a su nombre. Tiene ocho casas, siete terrenos para construir, dos pisos en zonas de lujo y dos mansiones con terrenos de 90 hectáreas. Y a su madre, que había vivido toda la vida en una modesta casa de La Plata, le regaló una mansión de tres millones de dólares en Bariloche. Trataba de disimular todo como ganancias del sindicato, pero nada cuadraba. Hasta que un juez ordenó su detención mientras disfrutaba del verano de lujo en Punta del Este, con los otros millonarios. Otros sindicalistas con fortunas inexplicables esperan su turno. Hugo Moyano, el más famoso y poderoso, antes aliado de Macri, le lanzó un aviso ante la posiblidad de que lo detengan: "Si tengo que ir preso, pónganme al lado de la celda del padre de Macri". Habla de Franco, hoy de 85 años, uno de los empresarios más ricos y polémicos del país, enriquecido en los 80 y los 90 con contactos estrechos con el poder. El mensaje era claro: si vamos a la cárcel, vamos todos.

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