Piñera gana la primera vuelta en Chile pero con un margen muy escaso
Guillier, de centro izquierda, entra por poco para disputar una ajustada segunda vuelta
Sebastián Piñera, el expresidente de centro derecha, es el vencedor de la primera vuelta de las elecciones chilenas. Pero ha logrado mucho menos margen del previsto, lo que abre paso a una segunda vuelta muy ajustada el 17 de diciembre. La noticia se producía en la izquierda, donde el candidato oficialista, Alejandro Guillier, veía con sorpresa como un gran resultado del grupo de izquierda Frente Amplio, Beatriz Sánchez, amenazaba su liderazgo. Finalmente logró pasar a la segunda vuelta por la mínima, menos de dos puntos. Pero incluso así, el resultado le permite soñar con una victoria si logra unir todos los votos del centro izquierda.
Piñera, que esperaba alcanzar el 45% de los votos, se quedó en un escaso 36%, con poco más de dos millones de votos, lo que le perjudica mucho para la segunda vuelta. El golpe venía sobre todo por el buen resultado del derechista José Antonio Kast, un ultraconservador que defiende el legado de Pinochet, y se colocaba casi en el 8%. Pero la suma de ambos se queda muy lejos de ese 50% más uno que Piñera necesita para ser presidente, así que tendrá que arañar votos en otros sectores. La diferencia entre Piñera y Guiller, que las encuestas auguraban por encima de 20 puntos, se quedaba en 14 (36% a 22%). Piñera no se arredró y compareció sonriente: "Hemos ganado en todas las regiones de Chile. También en casi todas las comunas de clase media y en las más pobres y vulnerables. Vamos a trabajar con humildad. Saludo a José Antonio Kast", dijo ya pensando en esos votos conservadores y remató: "Vamos a defender los valores de la familia y del humanismo cristiano". Parece evidente que se verá forzado a un giro a la derecha.
Los sondeos de las últimas semanas situaban a Guillier muy por debajo de Piñera, casi en la mitad de los votos, pero claramente por encima de la candidata de la izquierda, por lo que el éxito del Frente Amplio era una auténtica sorpresa. El resultado supone una debacle para la política tradicional chilena y en particular para uno de los partidos con más historia, la Democracia Cristiana, que decidió por primera vez acudir en solitario con su candidata, Carolina Goic, y obtuvo una pésima votación, por debajo del 6%, disputando por muy poco el quinto puesto con el izquerdista Marco Enríquez Ominami. Es difícil que Piñera logre acaparar esos votos de la Democracia Cristiana que siempre han estado alejados de la derecha.
“Es un mal resultado”, admitió Goic, que mostró indirectamente su apoyo a Guillier y aplaudió a Sánchez, en una especie de intento inicial de unir todo el voto contra Piñera. La candidata del Frente Amplio se quejó de los sondeos, que le daban un 8% frente al 20% que obtuvo, desalentando así a posibles votantes. "Si las encuestas hubiesen dicho la verdad, a lo mejor sí estaríamos en segunda vuelta", protestó.
A esa unidad que se empezó a fraguar por la noche se sumó el expresidente Ricardo Lagos, que mostró a través de las redes sociales su respaldo a Guillier, pese a que se había retirado de la campaña tras perder frente a él la batalla para ser elegido candidato del centro izquierda. "Hoy ha quedado claro que en el progresismo chileno somos más, y por tanto ganaremos en diciembre", dijo Guillier. "Quiero saludar a Carolina Goic y a Beatriz Sánchez, que me ha llamado para felicitarme. Esos llamados confirman que somos más los que estamos por el cambio", clamó.
La posibilidad de que no fuera Guillier sino Sánchez la que pasara a la segunda vuelta frente a Piñera, que se apuntó al principio del recuento, habría supuesto una auténtica debacle para el centro izquierda que ha dominado la política chilena desde la llegada de la democracia y que llegó al Gobierno con Michelle Bachelet hace cuatro años con un apoyo masivo del 62%. Sánchez le ganó a Guillier en la mesa de Santiago en la que votó la propia Bachelet, todo un símbolo. Sin embargo, este voto a la izquierda reivindica de alguna manera las reformas promovidas por Bachelet, a quien habían criticado desde el centro.
En la segunda vuelta, Guillier se verá obligado a hacer un discurso más de izquierda para atraer esos votos del Frente Amplio, y por tanto a prometer reformas progresistas incluso más fuertes que las de Bachelet. Pero a la vez tendrá que intentar evitar una fuga de votos por el centro hacia Piñera. En cualquier caso el Frente Amplio se convierte en un referente clave de la política chilena a partir de esta votación.
Uno de los grandes protagonistas de la jornada electoral fue la abstención. En las presidenciales de 2013 votó el 51%, una cifra que deja a Chile entre los países donde más ha caído la participación. Pero esta vez bajó aún más, y se quedó en el 47%. La participación está bajando en Chile desde 1993, poco después de la recuperación de la democracia, pero fue en 2012 cuando se dispararon las cifras de abstención, cuando el voto pasó de obligatorio a voluntario. En las municipales de 2016 apenas participó el 36% de los habilitados.
Bachelet, a la que aún le quedan unos meses de presidencia, se mostró confiada en que con el tiempo se reivindicará su obra. “Será el Parlamento y los ciudadanos los que van a defender ese legado. Los ciudadanos me agradecen cada día por las reformas que hemos hecho en educación, en salud, en derechos civiles”, se reivindicó. El resultado electoral que apuntaban los primeros datos no era ni mucho menos bueno para su formación, pero suponía de manera indirecta un aval a su giro a la izquierda en la última etapa.
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