_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una cumbre de oportunidades para Latinoamérica

La COP 22 de Marraquech es determinante para que América Latina acceda al financiamiento verde internacional

Tras la ratificación de los Acuerdos de París el pasado 4 de noviembre, la Cumbre de Cambio Climático (COP 22) de Marraquech está teñida de cierta urgencia, especialmente para Latinoamérica, una de las regiones que más padecerá las consecuencias del cambio climático.

La urgencia responde, básicamente, a que en Marraquech deben ponerse en práctica nuevas políticas internacionales que permitan potenciar el financiamiento verde a nivel global, algo imprescindible para lograr un cambio de paradigma que nos lleve a economías menos dependientes de los combustibles fósiles, más resilientes a un clima cambiante y, en definitiva, a un planeta más sostenible.

Los planes de inversión para frenar el cambio climático deberán tener muy presente el desarrollo y mejora de las infraestructuras

Y ahí es donde aparece una buena oportunidad para la región: es el momento idóneo para aprovechar el financiamiento verde internacional y lograr implementar acciones que nos ayuden a convertirnos en una región competitiva, baja en emisiones y líder en gestión ambiental.

Adicionalmente, estas inversiones verdes pueden suponer un aliciente necesario para las economías regionales, sumidas en una larga desaceleración y con proyecciones de crecimiento bajas, de entre 1,5% y 2% para 2017.

Y es que el financiamiento verde es la piedra angular para que los países latinoamericanos cumplan con sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y con medidas de adaptación al cambio climático para 2025 y 2030.

A día de hoy 32 países de la región presentaron sus intenciones de NDC, incluyendo metas de reducción de emisiones, y en la mayoría de los casos también metas de adaptación al cambio climático. Y de nuevo, uno de los principales retos para Latinoamérica es traducir dichas metas en planes de inversiones y estructurar proyectos y programas ambiciosos para acceder a fuentes de financiamiento climático, como el Fondo Verde para el Clima.

Se estima que financiar la transición a economías limpias costará alrededor de 1.000 billones de dólares al año hasta 2050, una cantidad que el sector público será incapaz de recabar en solitario. Estos recursos son básicos para desarrollar los planes de mitigación y adaptación, a través de programas de des-carbonización y de mecanismos como los bonos verdes, entre otros.

En este sentido, el Club de Bancos de Desarrollo (IDFC por sus siglas en inglés) una red que integra a 23 instituciones financieras de desarrollo, nacionales, regionales e internacionales, aportó alrededor de 100.000 millones de dólares en 2015 para financiar actividades de adaptación, resiliencia y desarrollo de energías alternativas. Estos montos equivalen aproximadamente a dos tercios del total del aporte de entidades financieras públicas, lo que convierte al IDFC en la principal fuente de fondos para el financiamiento climático a escala global.

A nivel regional, parece que existe cierta conciencia y consenso entre organismos multilaterales, gobiernos y, cada vez más, sector privado. Por ejemplo, en CAF –Banco de Desarrollo de América Latina- logramos en 2015 que un 24% de la cartera tuviera un componente de cambio climático o de gestión ambiental, con un balance equitativo entre financiamiento para la mitigación y para la adaptación al cambio climático. Nuestro objetivo es que este porcentaje suba a 30% en los próximos 3 años.

Los planes de inversión para frenar el cambio climático deberán tener muy presente el desarrollo y mejora de las infraestructuras, que son responsables del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta razón es más que suficiente para que gobiernos, organismos multilaterales e inversores privados apuesten por infraestructuras sostenibles con el objetivo de potenciar el crecimiento económico y adaptarse a los riesgos asociados al cambio climático.

La velocidad con la que se han ratificado los acuerdos de París demuestra el importante compromiso que está tomando la comunidad internacional para responder al apremiante reto del cambio climático. Ahora es el momento de llevar este trabajo al siguiente nivel y recabar los fondos necesarios para enfrentar con garantías uno de los retos más determinantes de la historia.

Luís Enrique Berrizbeitia es el Vicepresidente ejecutivo de CAF –Banco de Desarrollo de América Latina

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_