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PENSÁNDOLO BIEN...
Columna
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La inmortalidad de Terminator

Cada vez que parecía cometer el error definitivo, Trump se ha agarrado al auto de Clinton

Jorge Zepeda Patterson

Cuando creíamos que por fin las posibilidades de Donald Trump habían muerto, otro imponderable hijo de la improbabilidad lo resucita y lo mete de lleno en la contienda. Una historia que se ha repetido una y otra vez a lo largo de la campaña electoral, primero para imponerse a sus rivales republicanos y conquistar la candidatura, después para mantener vivas sus esperanzas de llegar a la Casa Blanca, a pesar de los pesares.

Trump me recuerda las primeras películas de Terminator. Un androide sicario enviado desde el futuro para eliminar al salvador de la humanidad. A lo largo de la proyección veíamos que el terrible robot era sucesivamente acribillado, atropellado, desintegrado y fusionado en lava ardiente. Tras cada una de estas ejecuciones, el público respiraba tranquilo, una vez resuelta la amenaza. Pero invariablemente Terminatorvolvía a reconstituirse. Una mano cadavérica emergía de la lava y segundos más tarde proseguía su mortal misión, inmune a todo ataque.

Donald Trump parece gozar de similar inmortalidad política. Durante meses asumimos que los candidatos del partido republicano, políticos más o menos profesionales, harían trizas al excéntrico empresario. Cuando inopinadamente se impuso a todos ellos, muchos nos tranquilizamos con el consuelo de que su extraña candidatura facilitaría el triunfo del candidato demócrata. Todo indicaba que para un cuadro con tanto oficio como Hillary Clinton y la maquinaria que le apoya, la batalla final se reduciría a un paseo triunfal a la Casa Blanca.

Y si bien es cierto que nunca ha estado delante en los pronósticos para hacerse con la presidencia, Trump ha logrado mantenerse con el margen suficiente para poner de nervios a buena parte del planeta. Cada vez que parecía cometer el error definitivo, ese que le permitiría a Hillary verlo en la lejanía desde el espejo retrovisor, Terminatorha encontrado la manera de volver a asirse a la defensa trasera del auto de la demócrata y, literalmente, respirarle en la nuca.

Los errores los conocemos todos y los retornos también. Estos últimos proceden de fuentes tan insospechadas como una invitación de Enrique Peña Nieto a Los Pinos, una ocurrencia absurda e improbable en cualquier contexto, pero que permitió al empresario salir de sus horas bajas. O los hackeos de la comunicación interna del círculo demócrata de la candidata, al parecer por iniciativa del Gobierno ruso. Y ahora, cuando por fin parecía que nada lo regresaría de la tumba que el empresario naranja se había cavado gracias a sus conversaciones de locker (como llamó a su infamante diálogo sobre las mujeres), el FBI viene a su rescate.

La decisión del director del FBI, James B. Comey, de enviar una carta al Congreso la semana pasada para informar sobre nuevas indagaciones concernientes a los emails utilizados por la asistente de la señora Clinton, Huma Abedin, es polémica por decir lo menos. La carta fue enviada contra la voluntad del Departamento de Justicia como corresponde a una larga tradición del aparato de Gobierno para no incidir directamente en el proceso electoral. Particularmente en un caso como este, en el que la indagación de la que habla el director Comey difícilmente alcanzará a desahogarse antes de las elecciones del martes, con lo cual simplemente clava un dardo envenenado en la espalda de la candidata demócrata.

De acuerdo al New York Times, funcionarios involucrados en la indagación aseguran que el caso no terminará con una acusación formal en contra de algún miembro del equipo de Clinton, pero la ausencia de información ha alimentado toda suerte de especulaciones en contra de ella.

El resultado de todo esto es que Trump está de regreso en la pelea. La intervención del FBI le ha permitido ponerse a la delantera en un par de los llamados swing states, entre ellos Florida, estados pendulares que inclinarán el saldo a uno u otro lado.

Las probabilidades siguen a favor de Hillary Clinton, aunque ahora por un muy estrecho margen. Tan estrecho que estamos expuestos a que cualquier imponderable adicional de aquí al martes permita a Terminator culminar su terrible misión.

@jorgezepedap

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