Cuatro muertos, un asalto y un justiciero fugado en México

El misterio de los cuatro cadáveres que han aparecido este lunes en una carretera cercana a la Ciudad de México empieza a aclararse: eran asaltantes. La prensa local informaba del hallazgo por la mañana. Cuatro cuerpos tiroteados, abandonados en la cuneta de una de las vías de acceso más importantes de la capital. ¿Qué había pasado?

En un comunicado divulgado más tarde, la fiscalía del Estado de México, aledaño a la capital, ha informado de que los cuatro eran asaltantes; que esta mañana se habían subido a un autobús que iba a la Ciudad de México; que cuando ya se bajaban, uno de los pasajeros sacó un arma y les disparó. El inesperado justiciero se dio a la fuga justo después. 

Los investigadores han reconstruído la historia gracias a un billete de autobús. Según han explicado, estaba junto a los cadáveres, sobre el asfalto. Esa pista les ha permitido ubicar la ruta que cubría el vehículo, de San Pedro Tultepec, en el Estado de México, a la Ciudad de México. Los investigadores han dado más tarde con otros pasajeros, que les han relatado la historia del justiciero. 

El hallazgo ha llamado la atención porque no es normal que arrojen cadáveres en esa carretera, tan cercana a la capital, puerta de entrada además de La Marquesa, un parque natural al que muchos capitalinos acuden cada fin de semana. 

El robo al transporte público es uno de los problemas más graves que afronta el Estado de México, el más poblado del país. Aunque el Gobierno de la entidad no ofrece datos concretos, el estado ha registrado más de 26.000 denuncias por robos violentos en los primeros nueve meses del año. 

En números absolutos, el Estado de México es el más peligroso del país. Además del alza en los asesinatos, otros delitos de alto impacto como el secuestro o la extorsión también aumentan. Si en todo 2015 se denunciaron 187 secuestros, en septiembre de este año ya se contaban 204; en los primeros nueve meses de 2016 se han registrado 635 denuncias por extorsión, 27 menos que en todo 2015.

En septiembre, la entidad ya fue noticia por el secuestro y el asesinato de María Villar, sobrina del presidente de la Federación Española de Fútbol. Villar tomó un taxi pirata en Santa Fé, un barrio de clase media alta,ubicado a orillas de la carretera Toluca - Ciudad de México. La secuestraron, pidieron un rescate, cobraron parte y luego la mataron. Su cuerpo apareció en un poblado del Estado de México, cerca de un riachuelo.

Casi en la misma fecha del secuestro de Villar, las autoridades mexiquenses anunciaban el lanzamiento de una red de cámaras de vigilancia para frenar la escalada delictiva en la región. El Gobernador, Eruviel Ávila, del PRI, inauguraba un centro de monitoreo de 10.000 cámaras de vigilancia junto al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el segundo al mando del Gobierno federal.

La visita de Chong se producía a meses de la elecciones estatales en el estado, una contienda clave para el PRI de cara a las presidenciales del 2018. Siempre en manos del Partido de la Revolución Institucional, la pérdida del Estado de México en 2017 abriría una herida de consecuencias poco previsibles para la formación.

Además de un hecho trágico, la aparición de los cuatro cadáveres en una de las carreteras más importantes del estado se convierte así en un símbolo, en una duda: ¿Puede el PRI controlar a la delincuencia en el mayor caladero de votos del país?