El Tribunal Electoral de Nicaragua no quiere críticas
La institución, controlada por el presidente Daniel Ortega, emitió un reglamento que prohíbe comentarios críticos en fase electoral
El Consejo Supremo Electoral (CSE) de Nicaragua, controlado por el presidente Daniel Ortega, emitió un Reglamento de Ética Electoral, de cara a las elecciones presidenciales previstas para noviembre, que ha encendido las alarmas en el país, ya que establece normas que pretenden regular la libertad de expresión durante la campaña que inicia el 20 de agosto, en la que Ortega y su compañera de fórmula, la primera dama Rosario Murillo, competirán como únicos candidatos importantes.
El código no solo regula el comportamiento de los partidos políticos o los candidatos que participan en el proceso —considerado como una farsa electoral por la oposición—, sino que llega al exceso de pretender regular los comentarios que puedan ser vertidos por periodistas, propietarios de medios de comunicación, sitios webs y redes sociales, lo que ha sido interpretado por analistas en Managua como una violación a la Constitución, que establece la libertad de expresión como un derecho.
“La campaña electoral será eminentemente educativa y formativa de los valores cívicos de los nicaragüenses”, establece el documento, que obliga a “comunicadores sociales, propietarios, directores y presentadores de programas de comunicación social, sitios web y redes sociales”, a someterse a lo establecido en el reglamento, de lo contrario será objeto de una “amonestación” por parte del Tribunal Electoral.
Tanto el CSE como la Corte Suprema de Justicia son instituciones controladas por el presidente Ortega y han sido claves para la instauración en Nicaragua de un modelo autoritario, la reelección del mandatario, la eliminación de la oposición y imposición de la sucesión dinástica. Por las arbitrariedades cometidas hasta ahora, el Tribunal Electoral se ha convertido en el objeto de fuertes críticas de periodistas y medios de comunicación independientes, organizaciones de la sociedad civil y redes sociales. Las críticas incluyen la presidente del CSE, Roberto Rivas, un personaje arbitrario, ostentoso, amante de fiestas opulentas y señalado de corrupto. Muchos en Nicaragua se preguntan cómo Rivas con su salario de funcionario público pudo hacerse con una lujosa mansión con extensas terrazas en una de las playas más hermosas del país.
Tanto por su carácter adulador hacia Ortega y su esposa, como su verbo incendiario y su complexión física, Rivas es caricaturizado por los dos grandes dibujantes de este país, Pedro Molina, de la revista Confidencial, y Manuel Guillén, del diario La Prensa. También es el objeto de burlas en ‘memes’ en las redes sociales, así como de las principales críticas de la oposición, que lo acusa de fraguar supuestos fraudes electorales para garantizar el triunfo del Frente Sandinista desde las elecciones municipales de 2008.
Y, como era de esperarse en un país que encuentra en la mofa y la risa una válvula de escape contra la tragedia política que enfrenta, los nicaragüenses no sólo critican, si no que se burlan del Reglamento de Ética del Tribunal Electoral. Alfonso Malespín, experto en medios de comunicación, escribió en su perfil de Facebook: “¡Qué curioso! En ninguno de los 7 incisos del Artículo 8 del recién publicado Reglamento de Ética del Proceso Electoral 2016, se lee que sea delito electoral desplegar anuncios partidarios o hacer proselitismo político en bienes, edificios y actividades de entidades del gobierno y del estado. ¿Por qué semejante omisión?”. El analista se refería al uso que hace el presidente Ortega del erario público y las instituciones del Estado para mantener una campaña permanente y la exaltación de su figura.
Otro analista, al comentar sobre la disposición que ordena a “propietarios de redes sociales” el cumplimiento del reglamento, se preguntó con sorna: "¿se lo exigirán también Mark Zuckerberg?"
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