Hebe de Bonafini resiste rodeada de militantes una orden de captura
La presidenta de Madres de Plaza de Mayo desafía al juez que la investiga por defraudación a la administración pública
Hebe de Bonafini ha decidido resistir. Protegida por cientos de militantes de organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo se refugió en la sede que la organización tiene en Buenos Aires, y desoyó la orden de un juez que pretende interrogarla en una causa por defraudación. Los seguidores de Bonafini se apostaron frente al edificio para evitar cualquier operativo policial sorpresa. Más tarde, Bonafini viajó por tierra hacia Mar del Plata, una ciudad balnearia ubicada a 500 km de Buenos Aires, en una nueva provocación al magistrado que la investiga. “La orden de captura está vigente y no tiene fecha de vencimiento”, aclaró el juez Marcelo Martínez de Giorgi. La titular de Madres dijo que no se someterá a interrogatorio porque es inocente y no confía en la Justicia. “Yo no tengo nada que responder porque al juez no lo respeto. Por eso estoy en rebeldía”, disparó.
La carretera hacia Mar del Plata está interrumpida por varios peajes. En el primero de ellos, ubicado apenas se cruza el límite que el Riachuelo impone a la Ciudad de Buenos Aires, la Policía Federal y la Gendarmería (policía militarizada) montó temprano un operativo a la espera de la camioneta de Bonafini. La titular de Madres no viajó sola y el temor de que un intento de detención terminase en incidentes convenció a sus defensores de que era necesario tomar medidas.En una jugada de última hora, acordaron con el juez que levante la orden de detención a cambio de que Bonafini se comprometa a declarar en los proximos días. "Celebro la presentación y la muestra de racionalidad por haberse sometido al proceso", dijo el juez Martínez Giorgi minutos después del acuerdo.
Bonafini tiene 87 años, padece de asma y apenas puede caminar sin ayuda. Pero la cuerda se ha tensado todo lo posible, fiel al estilo confrontativo que ha cultivado desde hace casi 40 décadas la titular de Madres. “Yo no tengo miedo de que me detengan, me han detenido muchas veces. Pero es ridículo el operativo policial que han montado para detener a una vieja de casi 88 años que no puede caminar”, dijo Bonafini ante de viajar a Mar del Plata.
Operativo fallido
El jueves, Martínez Giorgi ordenó la detención de Bonafini, pero todo el operativo terminó en un escándalo. La mujer no acató la orden y subió arropada por sus seguidores a una camioneta que, sobre la acera, burló el cordón policial y la llevó hasta la Plaza de Mayo, ubicada a pocas cuadras de allí. Es la plaza donde cada jueves las Madres realizan una tradicional ronda alrededor del monumento frente a la Casa Rosada. A diferencia de semanas previas, la Plaza estuvo cercada por policías, varios helicópteros sobrevolaron el lugar y decenas de personas acompañaron a las veteranas defensoras de derechos humanos en medio de un clima tenso. La noticia activó la llegada de cientos de militantes y exfuncionarios del gobierno anterior, como el exministro de Economía, Axel Kicillof, o el excandidato a vicepresidente, Carlos Zaninni. Bonafini di un discurso en la Plaza para denunciar que gobierno de Mauricio Macri la quiere hacer “desaparecer”, y luego pasó la noche en la sede de Madres. Así llegó al viernes, sin que la orden del juez pudiese cumplirse.
El Gobierno de Macri criticó con dureza a Bonafini a través de la vicepresidenta,Garbiela Michetti. "Que ella utilice a la institución de las Madres para ampararse en ellas y en esa lucha para ponerse un parapeto y no ir a declarar es muy triste. Está manipulando a una de las instituciones más sensibles que son las Madres de Plaza de Mayo", dijo.
Bonafini se convirtió en víctima de la última dictadura argentina en 1977, cuando los militares secuestraron a dos de sus tres hijos, hoy desaparecidos. Su lucha durante cuatro décadas por los Derechos Humanos le valió el reconocimiento internacional. Pero, durante los últimos años, Bonafini ha sido criticada por su alineamiento sin condiciones al kirchnerismo. Fue su cercanía con el anterior Gobierno la que la llevó a construir, en nombre de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, viviendas sociales financiadas por el Estado. El proyecto, llamado Sueños Compartidos. recibió entre 2005 y 20011 unos 1.295 millones de pesos (266 millones de dólares al cambio de ese momento) para construir 4.757 casas en distintos lugares del país. Pero Sueños compartidos sólo entregó 822 viviendas y dejó de pagar los salarios a los obreros que las construyeron. Madres quedó entonces en la mira por el destino del dinero y se abrió una causa por malversación de fondos públicos.
Al frente de Sueños Compartidos Bonafini puso a Sergio Schoklender, un apellido muy conocido en Argentina. Sergio y su hermano Pablo estuvieron 14 años presos por asesinar a sus padres en 1981. El Caso Schoklender, como se lo conoció en los años 80, inspiró incluso una película, Pasajeros de una Pesadilla, protagonizada por Federico Luppi. Tras cumplir su condena, Sergio Schoklender se convirtió en apoderado de las Madres, bajo el ala protectora de Bonafini. La relación se cortó abruptamente cuando la titular de Madres endilgó todos los cargos de malversación en la construcción de viviendas a su exapoderado. Bonafini hoy se considera víctima y no victimaria en la causa que investiga el juez Martínez Giorgi.
El problema ha sido que Bonafini decidió no considerar digno de atención al magistrado y, convencida de su inonencia, dejó avanzar la causa sin oponer medidas judiciales de defensa. Así llegó a esta situación de declaración forzada. “Sus abogados podrían haber aportado para que la declaración se realice en su domicilio, en otro ámbito, haber postergado la medida. Pero no hicieron nada”, dijo el juez Martínez de Giorgi. Bonafini dejó al juez ante un callejón sin salida y a la política ante una encrucijada. La foto de Bonafini detenida por la policía tendría alto impacto internacional, y ella lo sabe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.