Ecuador detecta un brote de malaria con 100 casos nuevos en dos semanas
El Ministerio de Salud pide a Perú que se responsabilice de sus fronteras
Un brote de malaria, con 100 casos detectados en las últimas dos semanas, ha encendido las alarmas sanitarias de Ecuador y ha obligado al Ministerio de Salud a establecer un control epidemiológico en la frontera oriental con Perú. Los nuevos contagios de la enfermedad, más conocida como paludismo, se han localizado en las provincias amazónicas de Zamora Chinchipe y Pastaza, donde la humedad es muy alta durante la mayor parte del año.
Por eso, las autoridades de salud han implementado controles fronterizos y han pedido la colaboración del país vecino para que “se responsabilice de su frontera”. Se ha abordado como un asunto “binacional”, ya que “por la movilidad humana han aparecido estos brotes de malaria”, según declaraciones de la ministra de Salud, Margarita Guevara.
Este brote eleva a 400 los casos de malaria detectados en el país durante el año, una cifra que, según las autoridades, permanece por debajo de las proyecciones anuales. La amenaza del fenómeno de El Niño, que no llegó a golpear con fuerza a Ecuador, hacía prever en torno a un millar de casos de malaria en 2016 en el país.
La subsecretaria ecuatoriana de Vigilancia Epidemiológica, Catalina Yépez, dijo el miércoles a medios locales que el personal del Ministerio de Salud está trabajando intensamente para controlar el avance de la enfermedad hacia el resto del país, donde solo se han presentado casos aislados. "Hasta ahora el brote está confinado a la zona selvática, no es urbana ni mucho menos", precisó la funcionaria, indicando que no hay contagios, por el momento, en provincias como Loja o El Oro, dos de las regiones más cercanas a la frontera con Perú y a la zona donde ha surgido el brote.
También en el norte del país, en Esmeraldas, territorio colindante con Colombia, se han registrado casos de paludismo durante el invierno ecuatoriano, entre diciembre y abril que son los meses más cálidos, lluviosos y en los que proliferan los mosquitos.
La enfermedad se manifiesta con síntomas como fiebre, dolor de cabeza y escalofríos que dejan al paciente postrado en la cama. Si no se recibe tratamiento, el parásito se queda en el cuerpo y con una nueva picadura podría reactivarse. De acuerdo con la explicación gubernamental, la transmisión de la enfermedad se da a través del mosquito anopheles hembra, que puede ser portador del parásito y que se reproduce en agua sucia. Eso hace que su erradicación, mediante fumigación, sea más complicada que la de las otras tres enfermedades que azotan la región andina en estos momentos y en los últimos años: el dengue (11.157 casos en Ecuador), el chikunguña (1.430) y el zika (1.507). En estos casos, se trata de una infección por virus que es transmitida por un mosquito diferente, que se reproduce en agua limpia y estancada. Todas tienen síntomas similares.
La alerta por malaria llega cuatro meses después de que la Organización Mundial de la Salud publicase un informe en el que incluía a Ecuador entre los ocho países latinoamericanos que estaban a punto de erradicar la enfermedad con miras a 2020. De hecho, las tasas de mortalidad por malaria en Latinoamérica han caído un 72 % desde el año 2000. En Ecuador no se registra ninguna muerte por esta causa en los últimos años y desde 2003 se han reducido los contagios un 99 %.
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