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Byron Lima, condenado por el asesino del obispo Juan Gerardi, muere durante un motín carcelario

Llegó a ser el amo absoluto del sistema penitenciario de Guatemala

Byron Lima Oliva, en una foto de 2012.
Byron Lima Oliva, en una foto de 2012.Moises Castillo (AP)

Byron Lima Oliva, capitán retirado del Ejército de Guatemala y condenado en 2001 a 20 años de prisión por el asesinato del obispo Juan Gerardi,fue abatido este lunes durante un motín en la Granja Penal de Pavón, el reclusorio más importante de Guatemala, en el que murieron 13 personas. Entre las víctimas se encuentra una ciudadana argentina, al parecer visitaba a uno de los reos. 10 prisioneros más se encuentran heridos.

En rueda de prensa, el ministro de Gobernación, Francisco Rivas, dijo que una disputa entre grupos rivales por el control de la distribución de drogas al interior del centro habría sido la causa del enfrentamiento.

Rivas argumentó que esperará a los resultados de los investigadores del Ministerio Público para ofrecer detalles de cómo se produjo el ataque. Versiones de prisioneros cuyas celdas están en las inmediaciones del lugar del ataque cuentan que inicialmente se lanzó una granada en contra de Byron Lima y su anillo de seguridad. Al caer abatidos, uno de los atacantes se acercó al cuerpo de Lima y le disparó directamente a la cabeza, a manera de ‘tiro de gracia’. Tanto la granada como las pistolas habrían sido ingresadas al centro penitenciario en una cisterna de agua potabilizada que abastece regularmente a esa cárcel.

En declaraciones a la prensa, la fiscal Thelma Aldana señaló que no se puede especular sobre posibles autores intelectuales y materiales del ataque. “Habrá que esperar a los resultados de las investigaciones”, subrayó. La diputada Nineth Montenegro resumió el estado de las cárceles guatemaltecas con una frase lapidaria: “Es el crimen organizado el que controla el Sistema Penitenciario”.

A lo largo de la jornada, los alrededores del centro carcelario parecía una zona de guerra. 2.000 policías, dotados de chalecos antibalas y cascos blindados rodearon la prisión, apoyados por tropas del Ejército equipadas con tanquetas. De acuerdo con un reporte del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, las primeras seis autopsias revelan que cuatro reos murieron decapitados, uno calcinado y otro por un impacto de bala. Las autoridades lograron retomar el control al filo de las 17:00 locales (23:00 GMT), cuando lograron ser evacuadas los últimos civiles que se encontraban visitando a sus familiares recluidos.

Lima estaba encarcelado por el asesinato en 1998 del obispo Juan Gerardi. Fue capturado el 20 de enero de 2000, acusado de ser uno de los responsables del asesinato del obispo el 26 de abril de 1998. Fue condenado a 30 años de prisión, pero le fue reducida la condena a 20. Junto a él fueron sentenciados su padre, el coronel Byron Lima Estrada, el sacerdote Mario Orantes, segundo de Juan Gerardi y el sargento Obdulio Villanueva, el presunto autor material.

Lima, de 46 años, manejaba a placer el sistema penitenciario del país hasta el punto de que se le consideraba el amo de los presidios. Su influencia era tan grande que los reclusos recurrían a él antes que a las autoridades para resolver problemas, pedir traslados o solicitar privilegios. 

Su celda, según los periodistas que lo visitaban para entrevistarlo, se asemejaba más a un despacho ejecutivo que a un centro de detención. Ofrecía viandas a quienes le visitaban y salía a placer de la prisión; en más de una ocasión fue sorprendido en las calles acompañado de edecanes sudamericanas. 

Su paso por la prisión lo convirtió en un hombre con mucho poder al organizar desde su celda una red mafiosa que extendió sus tentáculos por todo el sistema penitenciario. En septiembre de 2014, el juez de Mayor Riego B, Miguel Ángel Gálvez, inició un nuevo proceso contra él por delitos como lavado de dinero, tráfico de influencias y uso, en su celda, de terminales móviles. 

Sus actividades desde prisión le rindieron grandes beneficios económicos. Según una investigación de la CICIG, entre el patrimonio de Lima se encontraron camionetas agrícolas de las marcas BMW, Porsche, Jaguar o Range Rover, una casa de lujo en la playa, pisos en condominios de lujo de la capital guatemalteca y caballos pura sangre.

En las elecciones de 2015 y a través de su cuenta en Facebook pidió abiertamente el voto a favor del actual mandatario, Jimmy Morales, a quien calificó como “la única opción” para gobernar el país.

El clérigo que denunció al Ejército de Guatemala

El 24 de abril de 1998, el obispo Juan Gerardi presentó el Informe sobre la Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi), en el que se recogían testimonios de los sobrevivientes de la represión que el Ejército aplicó en las zonas rurales de Guatemala, en su lucha contra la guerrilla de inspiración marxista. Su lectura es estremecedora: se borraron del mapa más de 600 aldeas, en medio de una orgía de brutalidad inimaginable. Masacres de población civil desarmada, asesinatos, desaparición de varones cuyas esposas e hijas eran convertidas en esclavas sexuales y domésticas, torturas… El texto señala al Ejército como responsable del 90% de los crímenes de la guerra en Guatemala.

Fue su sentencia de muerte. Dos días después, Gerardi fue asesinado en el garaje de su casa parroquial, situada a 150 metros del entonces Palacio Nacional de Gobierno, sede de la temida Guardia presidencial. El cuerpo pasó de encargarse de la seguridad del mandatario y su familia a una suerte de policía política, dedicada a hacer tareas sucias contra los enemigos, reales o imaginarios, del régimen.

Le destrozaron la cabeza a golpes. Las investigaciones para esclarecer el suceso fueron particularmente difíciles, entre otras razones porque la inteligencia militar se encargó de enredar todas las hipótesis. En enero de 2000, tres militares —el coronel Byron Lima Estrada, el capitán Byron Lima Oliva (su hijo) y el sargento Obdulio Villanueva— fueron capturados por el cargo de ejecución extrajudicial. Con ellos, el sacerdote Mario Orantes, coadjutor de Gerardi en la parroquia de San Sebastián, bajo el cargo de complicidad. Inicialmente, fueron condenados a 30 años, pero la pena se redujo a 20.

Antes de su asesinato, Lima Oliva era el único que todavía guardaba prisión. En febrero de 2003, Villanueva murió decapitado durante un motín protagonizado por pandilleros juveniles. Orantes recuperó su libertad en enero de 2013, al redimir penas por buena conducta, y en julio de 2012 le fue concedida la libertad condicional al coronel Lima Estrada, por su buen comportamiento y avanzada edad. Aún no se ha esclarecido quién o quiénes son los autores intelectuales del asesinato del obispo.

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