Una balacera entre narcos y policía aterra la zona turística de Acapulco
Un ataque contra bases policiales sube otro peldaño el descontrol en la joya del Pacífico
Comensales al suelo, negocios cerrados. Son las diez de la noche del domingo 24 de abril de 2016 y en la zona turística de Acapulco truenan las metralletas. El descontrol en la joya del Pacífico mexicano subió anoche otro peldaño cuando un cártel local emprendió un ataque planificado contra bases de la Policía Federal, atacando a balazo limpio un hotel donde se alojan agentes y el entorno de un centro comercial en plena Avenida Costera (la calle de restaurantes y hoteles en primera línea de playa) en el que la Policía Federal tiene sus oficinas en la ciudad. Ruido de armas de fuego, persecuciones y calles cerradas sembraron el caos. Un supuesto narco cayó abatido y un policía se llevó un balazo en la pierna pero está fuera de peligro. "Esto es lo que está aconteciendo, pero yo le diría a la ciudadanía que tenga calma", acertó a decir esta mañana Xavier Olea, fiscal de Guerrero, el Estado donde se encuentra Acapulco, hoy día la ciudad mexicana más desestabilizada por el crimen organizado.
Este envite directo del narco a las fuerzas de seguridad subraya la profunda crisis de violencia en la que se encuentra Acapulco y deja en evidencia la línea oficial de cuidar la imagen del puerto turístico rebajando la importancia de los hechos criminales. "Hablen bien de Acapulco", decía hace dos semanas el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, "ayúdennos para que la gente quiera regresar", y criticó que sean "los propios acapulqueños" quienes difunden "estas noticias".
Anoche quedó claro que los vecinos de Acapulco desoyen la sugerencia del gobernador y prefieren que se sepa lo que ocurre. En las redes sociales se publicaron de inmediato vídeos de ciudadanos en los que en medio de la confusión nocturna y de las luces de policía tableteaban las armas de fuego.
"Estamos ante una delincuencia que está decidida a todo", dice el gobernandor Astudillo
El primer ataque fue sobre las 21.45 en el Hotel Alba Suites, donde se alojan miembros de la Policía Federal. Los agentes repelieron el ataque y al cabo de un enfrentamiento de unos 15 minutos los criminales huyeron. Fue ahí donde murió uno de ellos y un policía quedó herido. En torno a esa hora comenzó el otro ataque, en el centro comercial donde la Federal tiene sus oficinas locales. Este suceso, en plena Avenida Costera, no dejó heridos pero sí una sacudida de pánico, con los restaurantes y bares de alrededor cerrando puertas y con sus clientes cuerpo a tierra. Soldados del Ejército y de la Marina se desplegaron por la avenida y el crítico episiodio se cerró antes de medianoche. Esta mañana 100 escuelas decidieron suspender las clases, según ha informado el gobernador. Otras 55 funcionan protegidas por el Ejército.
En una rueda de prensa, Astudillo ha dicho: "Estamos ante una delincuencia que está decidida a todo", y añadió que la "reacción" de los narcos "se veía venir".
La embestida contra la policía podría tener que ver con la detención de un líder criminal, según ha comentado sin dar más detalles el fiscal Olea. Este fin de semana fue arrestado en el Estado de Baja California el narco Freddy Del Valle, alias El Burro, un supuesto cabecilla de uno de los cárteles que se disputan a sangre y fuego el control de Acapulco. El puerto turístico es un centro de actividad económica y las bandas criminales se pelean por controlar la venta de droga y el cada vez más lucrativo ramo de la extorsión a los empresarios, además de la prostitución. En 2015 hubo 903 asesinatos en Acapulco, 104 por cada 100.000 habitantes, la proporción más elevada de México y una de las mayores en toda América Latina.
Acapulco es presa de la narcoviolencia desde hace un lustro. En 2009 fue abatido el antiguo capo que monopolizaba el control de la ciudad y de Guerrero, Arturo Beltrán Leyva, y desde entonces el crimen organizado se fragmentó y arrancó una pelea entre bandos. Al menos media docena de grupos operan en el municipio turístico y en el resto del Estado, donde gana cada vez más peso el cultivo de opio para producir heroína. Los problemas de Guerrero, uno de los Estados más pobres del país y con mayor nivel de debilidad y corrupción institucional, trascendieron hace dos años con resonancia mundial por la desaparición en Iguala de 43 estudiantes de Magisterio, el caso más paradigmático de la actual crisis de derechos humanos en México.
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