Aquel ‘Dune’ de Jodorowsky: una de las películas más influyentes de la historia del cine nunca llegó a filmarse

Con un reparto de lujo, un diseño de producción sin precedentes y música de Pink Floyd, lo tenía todo para convertirse en una de las películas más grandes del siglo XX pero nadie en Hollywood quiso apoyarla. No hizo falta: hoy es un título de culto y ni siquiera existe

El cineasta Alejandro Jodorowsky (izquierda) y el dibujante Moebius (aún conocido como Jean Giraud), en 1975, flanqueando a un soldado Sardaukar, los guerreros más temibles del imperio, durante las pruebas de vestuario del 'Dune' que jamás se llegó a realizar.SONY PICTURES/ EVERETT COLLECTION/ CORDON PRESS

En noviembre de 2021, Christie’s batió récords subastando el storyboard más caro de la historia: el de la adaptación de Dune, la película que nunca llegó a ser filmada por Alejandro Jodorowsky. Alcanzó los 2.660.000 euros, casi 110 veces su cifra de salida, convirtiéndose, además, en el segundo libro de mayor precio vendido por la casa parisina. Más de 3.000 dibujos repartidos en trece kilos de papel que sirven de complemento fetic...

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En noviembre de 2021, Christie’s batió récords subastando el storyboard más caro de la historia: el de la adaptación de Dune, la película que nunca llegó a ser filmada por Alejandro Jodorowsky. Alcanzó los 2.660.000 euros, casi 110 veces su cifra de salida, convirtiéndose, además, en el segundo libro de mayor precio vendido por la casa parisina. Más de 3.000 dibujos repartidos en trece kilos de papel que sirven de complemento fetiche para la mejor epopeya cósmica de todos los tiempos. Publicada por el escritor Frank Herbert en 1965, la novela nos adelantó debates sobre la ecología, el colonialismo y el extractivismo llevándonos al planeta desértico Arrakis, codiciado por la especia melange, una droga con la que trascender el espacio y el tiempo, clave para el sistema económico del universo.

Se estima que hay unas 10 reproducciones del 'storybook' original con 3.000 ilustraciones que Jodorowsky concibió junto al dibujante Moebius para su adaptación frustrada al cine de 'Dune'. Esta batió récords subastándose en Christie's por 2.660.000 euros, 110 veces su precio de salida.ALAIN JOCARD (AFP via Getty Images)

Mientras los fans cuentan las horas para el estreno, este 1 de marzo, de la segunda parte de la versión de Dennis Villeneuve con Zendaya y Timothée Chalamet, muchos nostálgicos continúan reclamando la atención sobre la que está considerada como la película de ciencia ficción más influyente de la historia… a pesar de que jamás se rodó ni un fotograma.

En su ambición desmedida, el polifacético Jodorowsky vio desmoronarse un proyecto que aspiraba a contar con Pink Floyd para la banda sonora y un casting con Orson Welles, Salvador Dalí, Mick Jagger o Gloria Swanson, entre otros. Y del que saldría un dream team creativo encabezado por el dibujante Moebius, el artista plástico H.R. Giger y el guionista y supervisor de efectos especiales Dan O’Bannon, por entonces aún desconocidos. Los tres juntos tomarían las lecciones aprendidas en este Dune fracasado para verterlas después en la creación de Alien (1979), de Ridley Scott. De aquellos rescoldos queda un documental, Jodorowsky’s Dune (2013), de Frank Pavich, que contribuye a engrandecer la leyenda.

Cartel original de 'Dune', de Jodorowsky, producida por Michel Seydoux.

Para cuando Dune llegó a su vida, Jodorowsky acumulaba ya cierto culto. El topo (1970), un delirio lisérgico donde dirigía y actuaba como cowboy iluminado, serviría de cinta fundacional del acid western. Además, se alzaría como la primera midnight movie: un inteligente distribuidor de Nueva York decidió proyectarla solo a medianoche por ser, como proclamaba su cartel, “demasiado fuerte para pasarla en otro horario”. Las colas daban la vuelta a la manzana, claro. La noche que John Lennon fue a verla con Yoko Ono quedó fascinado. Repitió hasta tres veces. Compró los derechos para exhibirla en todo EE UU y pidió a su manager, el jefazo de Apple Records, Allen Klein, que diera a Jodorowsky un millón de dólares para su próxima película, La montaña sagrada (1973). Klein quiso convencerlo después para que adaptara la novela Historia de O, pero para entonces el padre de la psicomagia andaba erotizado con asuntos más místicos.

El distribuidor francés Michel Seydoux se había traído El topo a Europa y dio carta blanca a Jodorowsky para producirle lo que quisiera. Según confesó el chileno en su momento, una divinidad se le apareció en un sueño revelándole que Dune sería su próxima película. “Me levanté a las seis de la mañana y, como un alcohólico esperando a que abrieran el bar, me planté a la puerta de una librería donde comprar el libro. Lo leí de una tacada, sin parar a comer ni a beber. En cuanto lo terminé, un minuto después de la medianoche, llamé a Seydoux para decirle: ‘¡Hagamos Dune!”.

Sería una versión libre. Su compromiso: que provocara los efectos del LSD, pero sin necesidad de tomarlo. Compraron los derechos, casi regalados, en 1974. Y comenzó el reclutamiento de lo que llamó sus “guerreros espirituales”.

Los personajes diseñados por el ilustrador Moebius para la versión nunca vista de 'Dune'.

Nadie como el propio Jodorowsky para añadir una textura extra de ficción a su propio anecdotario. A Moebius lo encontró cuando aún era solo Jean Giraud, creador de El Teniente Blueberry, y su pseudónimo para los cómics galácticos estaba por despegar. Le dictó enfervorecido el guion, plano a plano, mientras Moebius esbozaba secuencias y personajes. Con ese tocho se plantaron juntos en Los Ángeles. Concretamente, en el despacho de Douglas Trumbull, artífice de los efectos especiales de 2001: Una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick. “No paraba de darse importancia, atendió al teléfono como 40 veces durante nuestra conversación. Sería un técnico buenísimo, pero no era mi guerrero espiritual”, se lamenta Jodorowsky en el documental.

Paseando por Hollywood, se fueron al cine. Ponían Dark star (1974), de John Carpenter. En ella, un tal Dan O’Bannon hacía de todo: guionista, protagonista, montador, supervisor de efectos especiales. Todo un guerrero espiritual. Recibió la llamada de Jodorowsky, se fumaron un porro, no se habló más: “Vende todo lo que tienes y vente a París. Tu vida va a cambiar”. (Efectivamente, cambiaría… pero años después, tras firmar el guion de Alien). El equipo técnico base se completó con Chris Foss, ilustrador de portadas de libros de ciencia ficción, al que solicitó el diseño de naves en forma de “joyas, animales-máquina, mecanismos del alma, naves-útero, antecámaras para el renacimiento en otras dimensiones”. Foss acabaría ejerciendo de consultor estético para Superman (1978), Alien o Flash Gordon (1980).

Un navío de contrabando pierde su carga de especia de Arrakis, según el pincel del ilustrador Chris Foss, artífice de las naves espaciales del 'Dune' de Jodorowsky.

En el alistamiento de los intérpretes, la fantasía que habita en la memoria del escritor, tarotista y cineasta se desata del todo. Puso a su hijo Brontis, de 12 años, a entrenar artes marciales para hacer de Paul, el mesías protagonista. A David Carradine, popularísimo entonces por su serie Kung-fu, lo quiso como el Duque Leto, cabecilla de la Casa Atreides. Gloria Swanson sería una de las reverendas madres de la Hermandad Bene Gesserit. Mick Jagger, el villano guerrero Feyd-Rautha; papel que interpretaría después en la versión de David Lynch otra estrella del rock, Sting. Para el Barón Harkonnen, ese monstruo mórbido que flota gracias a implantes antigravitacionales, buscó alguien que tuviera la talla del personaje, literalmente: Orson Welles. Jodorowsky presume de haber rastreado los restaurantes de París hasta dar con él borracho. Le invitó a una botella de vino. Si salía de su retiro para asumir este rol, prometió, le traería a su chef favorito para que le cocinara en el rodaje todos los días.

El Emperador Padishah, "un hombre que ha expulsado la lógica de la galaxia", iba a ser interpretado por Dalí. El pintor cobraría 100.000 dólares por cada minuto que saliera en la película.

A Dalí lo tuvo que rondar más para encarnar al malvado Emperador Padishah. Finalmente accedió con una condición: ser el actor mejor pagado del mundo. Le ofrecieron 100.000 dólares por minuto en pantalla. Tenía truco: saldría solo tres, el resto del tiempo sería encarnado por un doble robótico por el pánico del Emperador a ser asesinado. El pintor cedió con un último requisito: que el androide acabara en su museo de Figueres. Por el camino, sumaba peticiones extravagantes: quería un trono en forma de retrete con dos delfines cruzados, que sus amigos hicieran de extras como cortesanos, salir rodeado de helicópteros y con una jirafa ardiendo. Ya le advirtió a Jodorowsky la cantante Amanda Lear, por entonces acompañante oficial del genio surrealista: “Dalí puede ser muy destructivo. Si participa, hará todo lo posible por acabar con la película”. Por su complicidad, Lear se ganó el rol de la Princesa Irulan.

Fue Dalí quien le mostró al chileno por primera vez un catálogo de un artista suizo ignoto: H.R. Giger. Su obra destilaba toda la oscuridad que reclamaba el planeta de los malvados Harkonnen. Es fácil identificar en los dibujos con aerógrafo que hizo por encargo de Jodorowsky la morfología biomecánica del octavo pasajero que crearía cuatro años después para Alien. El influjo del Dune de Jodorowsky asoma en algunos taquillazos de los años inmediatamente posteriores a su cancelación en 1976. La epopeya espacial se les había ido de las manos. Su autor quería que durara entre 10 y 14 horas. Solo en preproducción se habían gastado ya 5 de los 15 millones de dólares previstos (La guerra de las galaxias, estrenada un año después, costó 11 millones). Tocaron a las puertas de Hollywood en busca de financiación y garantías de distribución. Enviaron una copia del storybook a MGM, Universal, Warner... Se estima que hay unos 10 ejemplares repartidos por los grandes estudios. Todos dijeron que no. Un ejecutivo de Disney lo definió como el Concorde: “Un avión excepcional que jamás sobrevolará estas tierras”. Eso sí, Hollywood explotaría enseguida muchas de sus ideas.

El artista H.R. Giger, en su estudio, con algunos de sus diseños para el oscuro planeta Harkonnen en el 'Dune' de Jodorowsky. Años después desarrollaría estas ideas para 'Alien'.©Sony Pictures/Everett Collection / Everett Collection / Cordon Press

En el documental con el que se resarció Jodorowsky se señalan casos claros, comparando las viñetas con planos concretos. En La guerra de las galaxias se reconocen sus luchas de espadas o la sesión de entrenamiento de Luke Skywalker con un robot flotante. En Flash Gordon, la puesta en escena y personajes de los palacios galácticos. En Terminator (1984), la cámara subjetiva del hombre-máquina procesando datos de lo que encuentra a su paso. Su estética rebelde y de cacharrerío galáctico, en clara contraposición a la visión ultrapulida de 2001: Una odisea del espacio, no solo cuajó en Star Wars, sino que se extiende hasta Guardianes de la Galaxia (donde, por cierto, Chris Foss diseñó varias naves).

El cineasta Nicolas Winding Refn (Drive, Too old to die young), todo un estilista de la alucinación contemporánea, mantiene una estrecha relación con Jodorowsky. Tras una cena en su casa de París, asistió a un pase privado con el chileno explicándosela página por página. Está de acuerdo con los críticos exaltados que dicen que “si sigues el rastro, muchas veces lleva hasta Jodorowsky. Todo forma parte de una cadena: sin Alien, no existiría Blade Runner, y sin eso no habría William Gibson, ni Matrix. Hubiera sido interesante ver qué habría pasado si la primera space opera de estas características hubiera sido Dune en lugar de Star Wars”. Lo cierto es que jamás sabremos si el Dune de Jodorowsky habría derivado en esa genialidad que claman sus fans o en un pomposo delirio camp.

Un hilo invisible conecta su proyecto fallido con Dune: Parte dos de Villeneuve: la presencia de la actriz Léa Seydoux, sobrina nieta de Michel Seydoux, el productor de Jodorowsky. Por supuesto, si preguntan al polifacético creador, les dirá que odia las dos adaptaciones. A la de David Lynch le llevaron sus hijos a rastras. Él mismo confiesa que estaba a punto de echarse a llorar cuando tomó su butaca y, a medida que avanzaba el metraje, se vino arriba porque le pareció “una mierda”. La cinta producida por Dino y Raffaella De Laurentiis se dio un batacazo de crítica y taquilla, aunque con los años haya adquirido un inevitable halo de culto.

Para la de Villeneuve, se quejaba en IndieWire de que nadie le había llamado ni siquiera como consultor: “Cuando estrenaron la de 1984 utilizaron mi nombre como parte de la campaña promocional: ‘La película que Jodorowsky no pudo hacer’, decían. Esta vez no ha sido ese el caso. No me llaman porque piensan que me voy a llevar yo toda la publicidad. Pero secretamente lo que están diciendo con esa actitud es: ‘¡Ahora haremos la película mastodóntica que Jodorowsky no hizo! ¡Va a ser increíble! ¡El director es un genio!’. Pues no, nadie puede ser un genio en Hollywood. Nadie. Porque es puro negocio”.

¿Cómo habría sido una versión de 'Tron' dirigida por Jodorowsky en 1976? Un fan lanzó la pregunta a una aplicación de inteligencia artificial y fotogramas falsos tan alucinantes como estos son el resultado.

Jodorowsky hizo del reciclaje todo un arte al juntarse de nuevo con Moebius para concebir la que sería su obra magna en cómic, El Incal, publicada entre 1980 y 1988, donde rescató directamente muchas viñetas de Dune. Sus editores acusaron de plagio a Luc Besson por El quinto elemento (1997), pero perdieron la demanda porque Moebius había ejercido de diseñador de producción. En cualquier caso, la huella del cómic en esa película es indiscutible. A sus 95 años, Jodorowsky parece haber hecho las paces con la industria del cine. Hoy contempla relajado cómo Hollywood va a llevar El Incal a la gran pantalla bajo el mando de Taika Waititi (Lo que hacemos en las sombras), consciente de que ya no le pertenece.

Poco importa. Con su cultivada aura de gurú ha hecho de sí mismo todo un subgénero de la ciencia ficción. Tanto, que hasta ha visto cómo sería una película imaginaria de Tron (1982) bajo su lente por gentileza de la inteligencia artificial. En 2022, el creador visual Johnny Darrell generó por la plataforma Midjourney fotogramas del clásico de Disney evocando que lo hubiera dirigido Jodorowsky en 1976, el mismo año en que se desvaneció su sueño de hacer Dune. El resultado nos hace desear que, mientras espera a cumplir los 120 años, Jodorowsky se dedique a lanzar instrucciones a Sora para ver realizadas en pantalla las fantasías que parecían imposibles de filmar.

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