Peter von Kant
Las oficinas de Meta se reparten en pisos que llevan el nombre de importantes mujeres científicas o líderes políticos. También hay dos salones dedicados a señores gais que han contribuido a la lucha por los derechos o la diversidad. Una de esas salas recibe el nombre de Pedro Zerolo. Otra, el mío
El sobrino de uno de nuestros mejores amigos tiene una vibrante carrera en el universo digital y visitó la sede en Londres de Meta, el antiguo Facebook. Nos comunicó que las oficinas se reparten en pisos que llevan el nombre de importantes mujeres científicas o líderes políticos. Así, hay el salón Marie Curie, el de Rosalind Franklin o el de Angela Merkel. Pero también hay dos salones dedicados a señores gais que han contribuido a la lucha por los derechos o la diversidad. Una de esas salas recibe...
El sobrino de uno de nuestros mejores amigos tiene una vibrante carrera en el universo digital y visitó la sede en Londres de Meta, el antiguo Facebook. Nos comunicó que las oficinas se reparten en pisos que llevan el nombre de importantes mujeres científicas o líderes políticos. Así, hay el salón Marie Curie, el de Rosalind Franklin o el de Angela Merkel. Pero también hay dos salones dedicados a señores gais que han contribuido a la lucha por los derechos o la diversidad. Una de esas salas recibe el nombre de Pedro Zerolo. Otra, el mío.
Algún mérito, algún dato, tiene que haber para que Meta, la sede de todas las sedes, le ponga tu nombre a un salón. Debería celebrarlo pero atravieso un momento vital complicado de compartir que me hace sentir más cerca de Liz Truss, la hoy ex primera ministra británica más breve de la historia. Porque, visto desde fuera, los méritos de Liz Truss son poquísimos y la vinculan incluso al mal fario. Llegó y se murió la reina. Y ella deja medio agónica a la libra. Por eso acompañé a Irene, siempre positiva, a ver la última película de François Ozon: Peter von Kant.
Recordé con Irene lo que sentí en Caracas, a finales de los setenta, cuando descubrí Las amargas lágrimas de Petra von Kant, un drama sobre una mujer lesbiana, Petra, célebre diseñadora de moda, y su asistenta, su mejor amiga, su hija, su madre y una modelo ambiciosa y bella de la que se enamora terriblemente. Modo años setenta. Sumar obsesión más pasión. Un poco lo que yo hago a veces pero con mejor dramaturgia. Ese descubrimiento fue una auténtica revolución. Alguien hablaba del amor que yo sentía. Aunque estaba en Alemania. Mi padre, director de la Cinemateca Nacional en ese entonces, organizó una retrospectiva de Fassbinder con la colaboración de la embajada alemana. Allí vi la versión cinematográfica de la que me aprendí textos, giros y apliqué criterios escenográficos para futuros decorados. Me enamoré de Hannah Schygulla, su actriz fetiche (un poco anuncio de lo que sería Carmen Maura para Almodóvar). Ozon la incorpora a su versión e interpreta a la madre de Peter von Kant cuando en el 72 fue el amor obsesivo de Petra. Un guiño a la vida y obra de Fassbinder.
El Peter von Kant de la película de Ozon es una imagen viva de la gran frase promocional de Truman Capote (que también nos significó a muchos): “Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio.” Maltrata a su asistente Hans de una forma que hoy solo hacen las redes sociales. Su mejor amiga es una actriz bellísima, Sidonie, interpretada por Isabelle Adjani con su rostro reconfigurado, que resulta ser uno de los hallazgos inesperados del filme. La inexpresividad de su máscara es su mejor interpretación. Sidonie además canta el tema que Fassbinder convirtiera en himno en Querelle, su última película: “Cada hombre mata aquello que más ama”. Un sentimiento, hoy demasiado melodramático, casi ley en la comunidad gay de los ochenta.
Es oportuno redescubrir a Fassbinder 40 años después de su muerte. Reflexionar sobre lo conquistado desde entonces. Sin acritud ni desplantes a quienes no concuerdan. La noche de los Premios Planeta, luego de abrazar emocionado a la ganadora, Luz Gabás, conocí a Santi Vila y a su marido, rodeados por un grupo de atractivos amigos, actuando de manera orgullosa y recién llegados del gimnasio. Nos sorprendió nuestro anfitrión, José Creuheras. Bromeé con que éramos un mini equipo de futbol, en víspera del derbi. En la copa posterior me dijeron que Vila es presentado en algunos periódicos de Cataluña como rara avis, conciliador y, claramente, muy espectador de Telecinco, esa cadena que cambiará de jefe y de era la semana próxima y donde muchos gais encontramos escenario, fama y fortuna. Popurrí emocional que haría muy feliz a Peter von Kant.