Receta de fin de mes: tajín de verduras con garbanzos

Tajín y salsa picante mortal (pero opcional) al fondo. / EL COMIDISTA

El tajín es como la paella. No me refiero a que su base sea el arroz o a que los marroquíes se peleen entre ellos por lo que lleva o deja de llevar, sino a que es un plato cuyo nombre viene dado por el recipiente en el que se prepara. Técnicamente, el tajín es esa especie de cazuela baja de barro o cerámica con una tapa del mismo material de forma cónica, que hace que el calor y el vapor circulen de tal manera que la comida queda tan tierna como jugosa. Pero por extensión se llaman tajines a los guisotes de carne, verduras y legumbres que cobran vida dentro de él.

Esto no significa que para hacer un tajín sea absolutamente necesario disponer de uno de estos artefactos: basta con seguir la técnica y tirar de los ingredientes habituales de los mismos para obtener algo bastante similar. Es decir, mantener fuegos bajos y cazuela siempre tapada, y aromatizar el guiso con jengibre, comino, canela, miel y otros elementos característicos de la cocina marroquí.

Los tajines suelen llevar pollo o cordero, pero hoy opto por una versión 100% vegetariana, más económica y no por ello menos sabrosa. Hay quien le pone pasas, ciruelas secas, orejones o dátiles, pero para mí estas frutas secas encajan mejor con los guisos carnacas, y aquí no los echo de menos. Lo que sí recomiendo con fervor es ponerle un golpecito de harisa al servirlo: esta pasta picante de guindillas y especias, que se puede encontrar en cualquier tienda de comida oriental o prepararla en casa, logra que el tajín suba varios puntos.

Dificultad: Personas que no han hecho cocina marroquí en su vida.

Ingredientes

  • 1 calabacín
  • 250 g de boniato (se puede sustituir por calabaza)
  • 400 g de garbanzos cocidos
  • 250 g de tomate enlatado
  • 2 zanahorias
  • 1 rama de apio sin las hojas
  • 1 cebolla grande
  • 2 dientes de ajo sin pelar
  • 50 g de almendras saladas
  • 1 limón
  • 500 ml de caldo de verduras
  • 1 cucharada de miel
  • 1 rama de canela
  • 1 cucharadita rasa de comino
  • 1 cucharada de jengibre fresco rallado
  • Cilantro
  • Harisa (opcional)
  • Aceite de oliva
  • Sal y pimienta negra recién molida

Instrucciones

1.
Cortar la cebolla en juliana gruesa. Picar la rama de apio. Rehogarlas con un chorro de aceite de oliva a fuego suave en el tajín, cazuela de barro o metálica de fondo grueso. Tiempo aproximado: 10 minutos.
2.
Aplastar ligeramente el ajo con el lado de un cuchillo y añadirlo a la cazuela junto con el jengibre, la canela y el comino. Salpimentar y rehogar. Tiempo aproximado: 1 minuto.
3.
Picar el tomate en grueso y sumarlo junto al zumo del limón. Rehogar. Tiempo aproximado: 5 minutos.
4.
Pelar el boniato y las zanahorias. Cortar el calabacín y el boniato en trozos grandes. Incorporar el caldo y las tres hortalizas a la cazuela -si los garbanzos son de bote, lavarlos y añadirlos también en este momento-, remover y tapar. Cocer a fuego suave hasta que estén tiernas. Tiempo aproximado: 30 minutos.
5.
Añadir la miel. Si los garbanzos son caseros o comprados a granel (estarán más blandos), añadirlos ahora y cocinar unos 5 minutos más.
6.
Si el caldo ha quedado muy líquido, sacar las verduras y los garbanzos y reducirlo un poco al fuego. Debe quedar como una salsa de tomate muy ligera. Corregir de sal y pimienta.
7.
Servir acompañado de cuscús o arroz, con cilantro picado y almendras por encima. Acompañar de una cucharada de harisa si se quiere que pique.

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