China se convierte al café

La bebida se introdujo por primera vez en el gigante asiático a finales del siglo XIX, entró en el radar de los consumidores a finales de los ochenta y, en la actualidad, Shanghái es la ciudad con más cafeterías del planeta

Cafetería china de especialidad 3 ½ en Shanghái.

El café está conquistando los sentidos en la tierra donde el té ha reinado durante siglos. En China, en apenas tres décadas, el café ha pasado de ser un producto que despertaba curiosidad a convertirse en una tendencia cada vez más establecida en la vida cotidiana de millones de personas. El boom de la cafeína ha estado impulsado especialmente por las generaciones millennial y Z (más inclinadas a abrazar costumbres asociadas con Occidente), pero también en gran medida gracias a la proliferación de franquicias a lo largo y ancho del país, que han hecho que la cultura del café sea más accesible. Esta fiebre cafetera está transformando la gastronomía y el ocio de las grandes urbes, con cada vez más chinos explorando nuevos locales, sabores —algunos extremadamente audaces— e, incluso, deleitándose en el arte del café de especialidad.

Esta revolución ha propiciado que China, con sus más de 1.400 millones de potenciales consumidores, se esté perfilando como la nueva fuerza motriz de la industria global del café. El gigante asiático será el sexto mayor bebedor de café del planeta en la temporada 2023-2024, cuatro puestos más arriba que en 2020, según estimaciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (el primero será la Unión Europea en su conjunto, seguido de Estados Unidos y Brasil). El año pasado, la demanda se incrementó un 15% interanual, calcula la Organización Internacional del Café, y el tamaño del mercado nacional superó los 80.000 millones de euros, de acuerdo con las proyecciones de la consultora AiMedia. En 2025, alcanzará casi los 130.000 millones, según pronostica la misma compañía.

Aunque el café se introdujo por primera vez en China a finales del siglo XIX, cuando misioneros franceses lo plantaron en la provincia suroccidental de Yunnan, no entró realmente en el radar de los consumidores hasta finales de la década de 1980, cuando las políticas de apertura económica impulsaron la globalización y dieron la bienvenida a nuevas costumbres.

Con la comercialización de café instantáneo de Nestlé en 1988, muchos hogares empezaron a familiarizarse con este oscuro y amargo elixir, pero fue con la apertura del primer Starbucks en suelo chino, en Pekín, en 1999, cuando más aventureros se lanzaron a experimentar. El titán estadounidense fue durante casi dos décadas la opción favorita entre los paladares chinos y uno de los grandes actores que propició que el café se haya ido integrando poco a poco en la rutina diaria de la población. Sin embargo, desde que irrumpieron en el mercado otras marcas más asequibles y se popularizaron los pedidos a través de aplicaciones móviles, Starbucks ha hecho frente a una competencia cada vez más feroz.

Barista de la cafetería Foom Café de Shanghái.

Las primeras veces probé el café instantáneo, pero no me gustaba mucho. Me aficioné realmente cuando comencé a tomarlo en cafeterías”, comenta Xiaoquan, de 36 años, clienta de Foom Café de Shanghái. Es lunes por la mañana y la acompaña una compañera de trabajo, Xiaoxin, de 33. “[El café soluble] Es una de las maneras más populares de tomarlo en casa, pero creo que cada vez más chinos optamos por venir a cafeterías o pedirlo por internet. Así podemos descubrir nuevos sabores”, añade. Una bebe un latte de sésamo negro y otra un americano infusionado con rosas, ambos con hielo. Li, el barista del local, explica que la opción favorita de sus clientes es el americano frío, pero que cada vez más “se atreven a probar otras opciones fuera de lo común”.

China supera a Estados Unidos

China ha superado ya a Estados Unidos como el mayor mercado mundial de cadenas de café por número de establecimientos, según World Coffee Portal, que calcula que, en 2023, la apertura de cafeterías en la segunda economía planetaria creció un 58% interanual. Shanghái, el corazón financiero nacional y símbolo de modernidad, es la ciudad con más cafeterías del planeta, contaba con 9.553 a finales de 2023, según el Informe del desarrollo del café en entornos urbanos de China, elaborado por Hongqiao International Coffee Hub y la Universidad Jiao Tong de Shanghái.

La joya de la corona del café chino es indiscutiblemente Luckin Coffee, que el año pasado logró el hito de ser la primera franquicia de café en superar el umbral de los 10.000 locales en China y, por primera vez, sus beneficios anuales en suelo patrio fueron superiores a los de Starbucks. El podio lo completa la también china Cotti Coffee, que con tan solo dos años de existencia tiene 7.000 puntos de venta en el gigante asiático y opera en más de una docena de países. Sus precios irrisorios han obligado a Luckin —que ya ofrecía tazas mucho más baratas que las de sus rivales internacionales— a contraatacar lanzando muchas más promociones. Y, para los amantes del café, esto significa más opciones que nunca.

Carta de bebidas creativas con café en la cafetería de especialidad de autor O.P.S., en Shanghái.

Café de sabores exóticos

China no será el paraíso para los amantes del verdadero espresso italiano, pero sí es el sitio ideal para aquellos intrépidos y deseosos de probar sabores inusuales. Las cadenas de café locales han hecho una fuerte apuesta por la localización de sus menús y por incorporar en ellos ingredientes y sabores más acordes a los gustos chinos. Así, en las cartas de Luckin Coffee podemos encontrar americanos mezclados con té de jazmín o con zumo de frutas (como durian, coco o lichi) o lattes con sabor a mascarpone o nueces. El lanzamiento en 2023 de un café con leche y baijiu, el licor chino por excelencia, en colaboración con Kweichow Moutai, la marca de este alcohol más venerada y famosa del país, fue todo un éxito, con 5,42 millones de pedidos y ventas que superaron los 12 millones de euros en un solo día.

Otras empresas locales, como Cotti, Manner o M Stand, también ofrecen una amplia variedad de cafés aromatizados, lattes mezclados con bayas de goji o resina de melocotón, o refrescos de naranja y limón coronados con un espresso. También son muy populares los cafés con sabor a frutos secos, especialmente el pistacho, o los aromatizados con aguacate. El país también se ha unido a la moda del cold brew (infusionado en frío durante horas) y los frappés (con hielo y espuma), y está ganando terreno el dirty, que se trata de leche —o una alternativa vegetal— fría “ensuciada” con un espresso; se prepara sin hielo.

Clientes en la cafetería de especialidad T21Lab.

Aunque el té sigue —y seguirá— siendo la bebida predilecta entre los chinos, los analistas atribuyen el aumento del consumo de café a un cambio en las preferencias de estilo de vida, ya que los jóvenes adultos han adoptado costumbres más cosmopolitas que la generación de sus padres. Según la consultora CBNData, el 87% de los consumidores lo toma al menos una vez a la semana y el 25% bebe al menos una taza diaria. Las principales razones por las que lo hacen son “para relajarse”, “para despejar la mente” y “por su sabor”. En comparación, el 63% de los españoles toma al menos un café diario, situándose el promedio en 3,6 cafés al día entre semana, según el último informe de los hábitos de consumo realizado por la franquicia Café & Té.

“Shanghái es la cuna del café en China”, apunta orgullosa Chen Siwei, cofundadora de la cafetería de autor O.P.S. Fue en Shanghái donde empezaron a aparecer las primeras cafeterías del país a principios del siglo XX, influenciadas por la presencia de concesiones extranjeras y la comunidad internacional que residía en la ciudad. “Aquí, cada vez más gente busca café de alta calidad y no le importa pagar por ello”. Aunque en redes sociales como TikTok se han popularizado en los últimos meses vídeos de cafés chinos de lo más estrafalarios —el último grito es uno preparado con cebolleta—, cada vez son más los clientes que apuestan por los cafés de especialidad.

Chen cuenta que el concepto de su cafetería era crear un lugar “para curiosos y dudosos que quieran experimentar con los sabores y tener una conexión emocional más profunda con el café”. En el menú no hay lattes ni americanos, solo bebidas creativas que cambian cuatro veces al año, según la estación, y elaboradas con distintos tipos de tueste mezclados con ingredientes complementarios. Este verano, ofrecen dos cafés con alcohol (uno con licor de melocotón y otro con ron infusionado con piña) y tres en los que combinan diferentes frutas y especias.

En la misma calle shanghainesa también se ubica 3 ½, que sigue un patrón similar: en la primera planta se sirven seis variedades de café con alcohol y, en la segunda, dos opciones de combinados (cada opción son dos tazas, una con leche y otra sin). Para todos sus cafés utilizan granos de Colombia. “Buscamos complementar el café con otras bebidas, pero no sobrecargarlo”, detalla Mei, una de sus baristas. “Buscamos una bebida que sea deliciosa, equilibrada y con una buena presentación, por eso prestamos mucha atención a los detalles”, agrega. “En Shanghái estamos evolucionando constantemente, porque hay muchos baristas y cada vez más cafeterías de especialidad, lo que nos permite compartir conocimientos y mejorar”, apostilla.

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