En La Rioja Oriental, antes llamada Baja debido a su menor altitud, lo que sin duda contribuyó a la injusta imagen de una subzona riojana de menor calidad junto con su elevada producción cooperativista y el clima más cálido, se encuentra un tesoro vitícola de alto valor enológico y estratégico en tiempos de sucesivos desastres climáticos, fundamentalmente olas de calor extremo y pertinaces sequías. Me refiero al Monte Yerga, dentro de la Sierra del mismo nombre, una notable excepción, con altitudes de 800 metros, una mezcla de montañas escarpadas, valles profundos y mesetas con sus bellos paisajes de carrascas y pinos, cuyas laderas atesoran viñedos de viejas garnachas, muchas centenarias, junto con cepas de graciano perfectamente adaptadas a un clima que permite su ciclo vegetativo largo, y tempranillo con una mayor acidez y personalidad.
Por otra parte, la diversidad geológica de la Sierra de Yerga se manifiesta en la variedad de sus suelos: calcáreos, arcillosos y arenosos, lo que aporta cualidades específicas a los vinos basados en la singularidad de sus terruños, base de su personalidad. Tal vez debido a la dificultad y bajo rendimiento de su cultivo, así como a la ausencia de bodegas emblemáticas, sus vinos han sido injustamente tenidos por mediocres frente al prestigio de La Rioja, Alta y Alavesa.
Pequeña bodega creada por Zamora Company, bajo la dirección de Rodolfo Bastida, para elaborar vinos basados en viñedos singulares, en este caso de la Finca Ladero, situada a 720 metros de altura en la Sierra de Yerga, con cepas plantadas en 1989. La elaboración incluye la maloláctica en barrica de roble francés y húngaro, crianza de 18 meses y afinado de 26 meses en hormigón sin revestir. Aroma complejo y elegante, pletórico de frutillos silvestres (arándanos, zarzamoras), con notas de repostería, hongos, hierbas de monte (balsámicos, lavanda) en un elegante fondo de especias, cacao, tostados. Goloso, equilibrado, largo, termina con cierto regusto a regaliz.
El tándem Álvaro Palacios y Eduardo Vela ha creado un soberbio tinto con una excelente relación calidad/precio. Un paso más en un proceso que empezó exitosamente con La Montesa. Para ello utiliza uvas de cepas viejas procedentes de los viñedos Las Mulgas, Corral Serrano Viejo y Valviejo que posee la bodega familiar Palacios Remondo. El vino, fermentado en tinos de madera abiertos, ha permanecido 10 meses en fudres, tinos y bocoyes. Aroma con fuerte carga frutal madura, sutiles notas florales y de hierbas mediterráneas, mientras que la madera aporta una gama de tostados, torrefactos y especias. En boca se muestra goloso, ágil y fresco.
Entre los proyectos de la bodega se encuentran nuevos vinos de parajes singulares y viejas cepas lugareñas, como es el caso de Límite Sur, basado en la garnacha riojana plantada entre carrascales y hierbas de monte, en las laderas agrestes de la Sierra de Yerga. Tiene una elaboración muy estudiada en la que participan ánforas y barricas de 600 litros, con envejecimiento final en barrica francesa durante 10 meses, lo que aporta un paisaje aromático de frescos frutillos silvestres y fruta roja madura, con notas de flor blanca, matorral, y la elegante aportación de la madera: especias, cacao, tostados y torrefactos. Suculento, pero ágil, deja en boca la impronta de su sabrosa frutosidad.
El arquitecto Javier Arizcuren que en 2011 se hace cargo de la explotación familiar de 16 hectáreas en Quel, corazón de la Sierra de Yerga, ha creado en su microbodega pequeñas joyas con las variedades minoritarias de La Rioja. Como este tinto de graciano procedente del viñedo El Arenal, a 600 metros de altitud. Tras la fermentación en depósitos abiertos, tiene una crianza en roble francés de 500 litros de siete meses. Aroma de elegante e intensa frutosidad silvestre, matices florales, ligeras notas de especias dulces, y un toque vegetal. El impacto en boca es fresco, vibrante y potente, pero fluye suave y amable hacia su contundente afirmación final.
Este vino es un homenaje de sus descendientes al viticultor Amador Escudero Pérez, conocido como Amado, que en 1918 injertó cepas de garnacha en la parcela La Casilla de Cabezorroyo, ubicada en la zona alta de las laderas del Monte Yerga. Con sus mejores viejas cepas se elabora el Sueño de Amado, un tinto criado en barricas nuevas de roble francés durante doce meses. Aroma complejo a fruta roja muy madura, enriquecido por notas frescas de cítricos y hierbas balsámicas, con el aporte especiado y los tostados de la madera. Muy sabroso y de gusto amplio, ligeramente licoroso, pero de paladar fresco, bien estructurado y mórbido, de regusto afrutado persistente.
Bodegas Ontañón desarrolla el proyecto Queirón, con base en los viñedos históricos del entorno de Quel, cultivados en las cresterías de la Sierra de Yerga. En concreto, en la viña La Pasada. Durante cinco días se asolean los racimos sobre cañizos para lograr una deshidratación parcial. Tras una rigurosa selección, las uvas fermentaron en barricas abiertas, e hicieron la maloláctica igualmente en barricas, para terminar con una ligera crianza de cinco meses. Intensos aromas de frutillos silvestres en licor, con notas a hierbas de monte, cacao, torrefactos y especias. Boca potente y paladar goloso, de largo recorrido y final persistente algo amargoso.
Periodista, escritor, y crítico enogastronómico. Premio Nacional de Gastronomía 2002. Es crítico enológico de EL PAÍS desde finales de los ochenta. En 1989 participó en la fundación de Slow Food, donde ha sido vicepresidente internacional y presidente nacional. Es autor de libros como 'El Libro del Vino' y 'El Libro de los Aguardientes y Licores'.