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Cómo se decide si una añada de vino es buena, mala o excelente

Sumilleres, enólogos y periodistas se reunieron en Roa (Burgos) para evaluar los vinos de 2024, un año marcado por la lluvia y la irregularidad climática

Este lunes amaneció soleado y fresco en Roa (Burgos). Cerca de las diez de la mañana, viticultores y organizaciones agrarias se concentraron frente al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero para protestar por la caída de los precios de la uva. El organismo ocupa una moderna construcción de piedra arenisca, engarzada en un histórico edificio del siglo XVI que albergó el antiguo Hospital de San Juan Bautista. El día era importante para la zona vinícola: se reunía el pleno del consejo y se decidía, con la colaboración de un grupo de expertos, la calificación de la añada 2024 de la denominación de origen.

El grupo de expertos —una decena de sumilleres, enólogos, bodegueros y periodistas, entre ellos este periódico— fue llegando con cuentagotas. A las once comenzó la cata a ciegas de dos vinos blancos y ocho tintos —dos jóvenes y seis de guarda—. Cada uno, en su asiento y en una sala de blanco inmaculado, permanecía en silencio. Alejandro González, director técnico, rompió el hielo y explicó por qué se había pospuesto esta cata hasta octubre, cuando en ediciones anteriores se celebraba antes: “Porque algunos vinos que han pasado por barrica se expresan mejor si permanecen más tiempo en ella. Es más, incluso pensamos ser disruptivos y trasladar esta calificación a febrero de 2026”. Finalmente, optaron por una fecha más prudente.

Las muestras —30 entre las dos categorías— se recogieron a lo largo de este mes, y fue el departamento técnico del Consejo Regulador el que seleccionó los vinos a catar. González aclaró: “No se trata de puntuar quién es mejor o peor, sino de intuir por dónde va a ir la añada y qué es lo que se va a encontrar el consumidor final”. En ese sentido, entra en juego la capacidad de intuición del catador: “Se trata de adivinar el potencial de los vinos, ya que muchos están en barrica y no saldrán a la venta hasta dentro de unos meses o incluso dos o tres años”.

Por su parte, Alberto Tobes, director de Viticultura del organismo, ofreció unos apuntes sobre las condiciones climatológicas que marcaron el carácter de la añada 2024 en Ribera del Duero: el invierno fue suave, la primavera más cálida de lo habitual, con precipitaciones de hasta 400 litros al final de la campaña y una acusada variación térmica entre el día y la noche. La cosecha fue menor de lo habitual y la vendimia, larga y pausada por las lluvias, además de heterogénea, ya que no todas las zonas se expresaron de igual manera. “A pesar de ello, el viñedo mostró una gran resiliencia y ofreció uvas de gran calidad”, señaló Tobes antes de empezar a servir los vinos, ocultos en fundas de color negro.

Durante una hora, los catadores, en absoluto silencio, probaron y volvieron a probar los vinos varias veces, valorando sus cualidades visuales, olfativas y gustativas. En cada mesa, además de una decena de copas, había una botella de agua, una escupidera y una hoja en la que cada uno debía anotar sus puntuaciones y valoraciones. La escala fijada por el Consejo Regulador era la siguiente: excelente, entre 8,5 y 10 puntos; muy buena, entre 7 y 8,5; buena, entre 5,5 y 7; regular, entre 4 y 5,5; y deficiente, por debajo de 4 puntos. Cada participante rellenaba su documento, lo firmaba y lo entregaba, sin mediar palabra, a los miembros de la institución, que lo llevaban en un sobre cerrado al pleno del consejo.

Mientras se esperaba el veredicto, se abrió un animado debate sobre la cata. Los presentes destacaron las virtudes de los vinos analizados. En los blancos, se concluyó —a pesar de que solo se cataron dos, ambos jóvenes, uno de ellos con algo de barrica— el gran potencial de la variedad albillo, amparada por el Consejo Regulador desde 2019 y que comercializan actualmente 63 bodegas de las 330 inscritas en la denominación. “Tiene algo destacable y es la acidez, y aunque no es muy atractiva en nariz, en los dos vinos catados sí lo es”, dijo uno de los miembros del comité evaluador. En cuanto a los tintos, la conversación giró en torno a la evolución que tendrán los vinos catados. “Hay que mirar más allá y pensar no en lo que son ahora, sino en lo que se van a convertir”, apuntó una de las evaluadoras. “Es una zona con potencial de guarda”, añadió otra.

Otro tema relevante, al que se dedicaron los últimos minutos del coloquio, fue el despertar de la Ribera del Duero. “Hace veinte años esta zona era aburrida. Ahora nuestros vinos no se quedan atrás”, apuntó uno de los bodegueros. Ya solo quedaba desvelar lo importante. Para ello hubo que esperar a la rueda de prensa que se celebró en un pequeño salón de actos, a la que asistió el presidente del Consejo Regulador, Enrique Pascual, quien trasladó las notas del comité evaluador. Este destacó la frescura, la intensidad aromática y el potencial de guarda de los tintos, así como la expresividad y finura de los blancos, cada vez más presentes en la denominación. En una gran pantalla se desveló el misterio: la añada 2024 fue calificada como Muy Buena. Hubo murmullos en la sala y alguna cara de decepción al no haber alcanzado la categoría de excelente. “Le faltó poco para conseguirlo”, apostilló Pascual.

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