El vino tinto también se toma en verano, pero en cubitera

Adiós al mito de que los meses de calor están reservados para los blancos y rosados, también los tintos, siempre y cuando se tomen a la temperatura idónea

El vino tinto en verano debe tomarse a temperatura fresca.Witthaya Prasongsin (Getty Images)

El verano es la época del año en la que cae el consumo de vino tinto. “La bajada es bastante considerable y se ralentiza hasta septiembre. Se puede tomar tinto ahora, siempre y cuando se haga a la temperatura adecuada”, asegura Óscar Rodríguez, enólogo de la Bodega Figuero, en Ribera del Duero, que detalla que si normalmente debe estar entre 14 y 16 grados, ahora hay que presentarlo entre los 12 y 14 grados, “ya que el calor hará el resto”. Porque el tinto también se toma en plena canícula. “Cada uno es soberano de su paladar”, advierte Ferran Centelles, director de vinos de elBulliFoundation. Por tanto, a quien le apetezca tomar vino tinto en plena canícula puede, y debe, hacerlo. Eso sí, con alguna consideración al respecto. Hace calor, y a no ser que la estancia esté refrigerada, conviene tener el vino a temperatura fresca. “Fuera de la nevera se calienta antes y puede que pierda cualidades”, añade el sumiller, que aclara también que interviene un factor determinante, como es la autorregulación del cuerpo al tomar cosas frescas.

Además de conseguir ese equilibrio corporal, al consumir el vino a una temperatura más fresca se disfruta mucho más de las características aromáticas, con una menor astringencia y sensación ardiente del alcohol. Si lo normal a lo largo del año es disfrutar del vino tinto a una temperatura de entre 16 y 18 grados, en verano se puede bajar hasta 12 grados. Lo ideal, apunta Centelles, es ponerlo media hora a enfriar en el frigorífico, pero no refrigerarlo tanto como en el caso del vino blanco, o tenerlo cinco minutos en una cubitera. “La temperatura influye de manera absoluta en la manera en la que percibimos el vino. A más temperatura notaremos más alcohol, menos frescura y menos aromas”, apunta el sumiller, que enumera otras opciones para disfrutar del verano, como son los blancos, rosados y espumosos, pero también las kombuchas, “que son refrescantes”, las cervezas como parte del aperitivo, o los cócteles ácidos y cítricos, “que abren el apetito”.

A favor del tinto en los meses de calor también se manifiesta el presidente de la Unión De Asociaciones Españolas de Sumilleres (UAES), Rafael Bellido, que defiende el consumo de vinos más ligeros en esta época, sobre todo en las zonas de más calor, como en Andalucía, donde se encuentra. “Conviene mantenerlo más frío de lo normal, y para conseguirlo se puede poner en una cubitera en el momento de sacarlo a la mesa”. En su opinión, para un buen disfrute se debe sacar inicialmente más frío, porque en unos minutos alcanzará la temperatura idónea. Y aconseja ponerlo en la cubitera y sacarlo, así repetidamente, para que no “se convierta en caldo”. Explica que otra buena opción es consumir vinos elaborados con uvas más ligeras, como la mencía, o de maceración carbónica, una técnica del proceso de vinificación de los vinos jóvenes, en los que predominan los aromas florales y frutales. Una tendencia de moda, “mucho más que los vinos con madera de antes”, aclara Bellido, que advierte que tampoco conviene pasarse con el frío, como en el caso de los blancos o espumosos, “porque el tinto no sabe a nada”. Aporta varios trucos para enfriar el vino tinto en la nevera: meterlo en el cajón de la verdura, con varios corchos, que evitan el olor; o envolverlo en papel de aluminio para que no entre la luz. Y, por supuesto, jamás se debe introducir en el congelador, ya que “los cambios bruscos de temperatura no son buenos”.

Otro consejo, afirma el enólogo de Figuero, es servirlo poco a poco en la copa, nunca en cantidades elevadas, “porque donde mejor se mantiene es en la botella, ya que de lo contrario se calentará”. Y siempre sujetar el cristal por el tallo, nunca por el cáliz, “porque además de dejar la huella de las manos se elevará la temperatura”.

Y un tabú a derribar en torno al vino es el de la piedra de hielo. Parece que es algo que no está socialmente bien visto, pero, según explica Centelles, “si alguien lo toma de esta manera no hay problema”. Los antiguos emperadores romanos o los faraones ya lo enfriaban con nieve. “Y si lo hacía Cleopatra no tiene nada de malo poner un buen hielo durante un minuto para refrescarlo, que no aguarlo”.

Puedes seguir a EL PAÍS Gastro en Instagram y X.

Sobre la firma

Más información

Archivado En