
El caso Antonia Dell’Atte o cómo el machismo mediático resiste bajo los focos del entretenimiento
Antonia Dell’Atte denunció en 1991 a su entonces marido, Alessandro Lequio, por malos tratos y abandono familiar. La prensa la encasilló como “la italiana loca y despechada”, pero años más tarde la Justicia reconoció que no mentía al llamarlo maltratador. Ese reconocimiento no cambió el relato mediático dominante. “He luchado sola contra la complicidad de la prensa rosa”, explica a EL PAÍS.
El espejo del presente. Treinta años después, la historia parece repetirse. En septiembre de 2025, Carlo Costanzia acudió a un programa de Telecinco para responder a las acusaciones de Mar Flores sobre violencia machista. Su reacción fue ridiculizarla en directo mientras la audiencia reía y los presentadores guardaban silencio.
- El presentador Santi Acosta defendió que su “obligación como periodista es escuchar” y negó haber percibido machismo en el comentario.
- Pero voces como la de María Patiño discrepan: “La obligación de un profesional es reaccionar ante una barbaridad”.
- El debate reabre una herida profunda en la profesión: la frontera entre informar y perpetuar la violencia simbólica contra las mujeres.
Las leyes existen, pero la práctica dista del papel. Los programas que deberían sensibilizar siguen optando por el morbo y la impunidad, y la responsabilidad ética queda relegada a la audiencia.
Una frase: “Se tiene que creer a las mujeres. [...] Las víctimas tienen que ir con la cabeza muy alta, son los maltratadores los que tienen que avergonzarse”, insiste Dell’Atte.
©Foto: Samuel Sánchez