El acuerdo catalán empuja el debate al terreno preferido de Aliança y de Vox
La experiencia europea muestra que centrar el mensaje sobre inmigración en el control y la expulsión no frena sino que engorda a la extrema derecha
Carles Puigdemont figura en la misma lista que Emmanuel Macron, Olaf Scholz o ...
Carles Puigdemont figura en la misma lista que Emmanuel Macron, Olaf Scholz o Alberto Núñez Feijóo. Es el catálogo de líderes que, atosigados por fuerzas antiinmigración, han intentado neutralizarlas jugando en su terreno. No lo hacen calcando su beligerancia xenófoba, pero sí aceptando el marco de la inmigración como problema de seguridad y la necesidad de una respuesta centrada en el control y la expulsión. ¿Funciona esta fórmula? Ni la evidencia académica ni los casos recientes indican que la cesión del PSOE a Junts, que aplicará de momento Salvador Illa, vaya a contener al partido islamófobo independentista Aliança Catalana. Datos en mano, Sílvia Orriols no tiene motivos de inquietud. Un detalle: este martes se cachondeó del acuerdo.
En marzo de 2024, antes de las elecciones europeas de junio, el politólogo búlgaro Iván Krástev firmó junto Mark Leonard, director del laboratorio de ideas Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un informe que concluía que “imitar” las políticas duras en inmigración era una mala estrategia de los partidos centrales. Y citaba como ejemplo de error el pacto migratorio europeo, que debía “quitar argumentos a la extrema derecha”, según diría en abril Ylva Johansson, entonces comisaria de Interior.
Johansson se equivocaba. Los ultras no bajaron un ápice la presión en el tema migratorio y subieron en las urnas. El motivo es sencillo: su éxito no se basa en “argumentos”, sino en emociones. Las cesiones no los desactivan. Esto lo habían detectado ya tres investigadores que en 2022 publicaron en Cambridge University Press un estudio que analizaba estrategias partidistas y trasvases de voto en 12 países. ¿Conclusión? Aceptar marcos e incorporar posturas de los extremistas no los frena, los impulsa.
Aunque el acuerdo catalán no asume las posiciones de Vox y Aliança, su contenido —tras una apelación a la “plena integración”— pone el foco en la prohibición de acceso y en la expulsión, en las fuerzas policiales y en los CIE. Y es ahí donde Vox y Aliança quieren la atención. En la inmigración en general, y en concreto en la inmigración como problema que demanda una respuesta uniformada.
Tanto Santiago Abascal como Sílvia Orriols tienen buenos motivos para querer el foco ahí. Dos investigaciones —en 2007 en Electoral Studies y en 2018 en Oxford University Press— acreditan una relación entre la atención mediática a la inmigración y el ascenso del voto ultra. Otra de 2018 en The Political Quarterly vincula su éxito a la importancia que los electores dan a la inmigración al decidir su voto, determinada a su vez por su presencia como problema en los medios.
“No es un pacto integral sobre migraciones, es un pacto sobre control de flujos de entrada. Esto supone aceptar la narrativa de la inmigración como problema y validar un enfoque que solo beneficia a la extrema derecha”, afirma Gemma Pinyol-Jiménez, directora de Migraciones en Instrategies, un laboratorio de ideas especializado en asuntos europeos. “Junts hace lo que tantos partidos conservadores antes, que fracasaron por no tener en cuenta que este escoramiento no debilita, sino que legitima al rival”, añade. A su juicio, que el acuerdo sea con el PSOE —un partido que no está asociado a la mano dura— dificulta que el electorado tentado por Aliança se conforme, más aún cuando la traducción del pacto es incierta.
De forma parecida lo ve Blanca Garcés, investigadora de Migraciones del Barcelona Centre for International Affairs (Cidob): “Más que diseñar unas políticas fundamentalmente distintas, la intención del acuerdo es lanzar un mensaje: ‘Vamos a controlar la situación desde la Generalitat’. El problema es que las medidas no van a tener un efecto relevante. ¿Van a llegar menos migrantes? No. ¿Van a provocar grandes cambios esas transferencias a medias? Es muy dudoso. Son gestos simbólicos para aparentar más control. A la larga, esto puede provocar frustración y favorecer a quien gana por goleada en la gesticulación, que es la extrema derecha”.
“Soberanía” y “seguridad”
A más atención a la inmigración, sobre todo si prima la perspectiva de control y seguridad, más cosecha para la extrema derecha. La ultraderecha logró su mejor resultado europeo en 2024 tras una campaña marcada por la inmigración. En Francia, que había aprobado una ley impulsada por Macron con cesiones al lepenismo, Agrupamiento Nacional fue primera fuerza, posición que repitió después en la primera vuelta de las legislativas. En Alemania, AfD ha sido segunda tanto en las europeas como en las generales de febrero, siempre con el debate migratorio candente. El canciller Olaf Scholz, en pleno ascenso de AfD, llegó a defender en 2023 las “deportaciones a gran escala”. El conservador Friedrich Merz rompió en enero un tabú al coincidir con Alice Weidel y los suyos en varias votaciones. Aunque Merz ganó, los ultras doblaron sus apoyos.
En España, si el discurso de Vox ya era áspero antes de las europeas, desde entonces se ha recrudecido para coger la ola de Italia, Francia y Alemania y frenar a Alvise. Como respuesta, el PP ha endurecido sus posiciones, vinculando inmigración e inseguridad y llegando a reclamar el despliegue del ejército ante la costa africana, a lo que se suma el bloqueo del reparto de menores desde Canarias. Si el fin era frenar a Abascal, es un fracaso. Vox sube en las encuestas. El acuerdo catalán junta ahora sus dos temas preferidos. Según dijo este martes su dirigente Ignacio Garriga, supone un ataque simultáneo a la “soberanía nacional” y a la “seguridad” de los catalanes, condenados a la “sustitución demográfica”.
Desde la irrupción de Aliança, Junts ha respondido dando mayor relevancia a la cuestión migratoria y endureciendo mensajes, especialmente en el ámbito local. Las encuestas también aquí son coincidentes: el partido de Orriols lleva la flecha hacia arriba. Nada hace prever que el pacto PSOE-Junts altere esta dinámica. Mientras Junts lo celebraba con la consigna “sin inmigración no hay progreso, sin integración no hay nación”, la líder de Aliança se mofaba: “Las competencias en inmigración las tendrá el PSC en vez del PSOE. Qué gran victoria, la de Junts. Jugada maestra”. Y añadía un mensaje que sugiere que solo ella es capaz de auténtica mano dura: “Las competencias estas en inmigración que decís que habéis conseguido, pasádmelas a mí...”.
En un tuit anterior, el lunes, Orriols había anunciado el veto a dos fotos de alumnas con velo islámico del instituto de Ripoll, donde es alcaldesa. En otro posterior, abundaba en la polémica proclamando que en Ripoll “el pelo femenino NO es pecado”. No hay cesión competencial capaz de competir con una espiral de mensajes así.