Karla

Si se hubiera arrastrado y humillado de manera meticulosa y perfecta tal vez se lo hubieran dejado pasar. No sé

La actriz española Karla Sofía Gascón posa durante una rueda de prensa de la película ‘Emilia Pérez’ el 12 de febrero en Ciudad de México (México)Sáshenka Gutiérrez (EFE)

Pues este artículo de hoy es uno de esos textos en los que tengo que empezar avisando que entrego mi columna 15 días antes de que se publique. Y es que se me ha ocurrido hablar de Karla Sofía Gascón, y el escandaloso circo de siete pistas que mueve la pobre alrededor es de tal magnitud que a saber qué puede pasar en las dos semanas posteriores a lo que ahora tecleo.

He escrito antes “la pobre”, y lo repito. La pobre. No sé si alguna vez se ha vivido tan en primera línea mundial no ya ...

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Pues este artículo de hoy es uno de esos textos en los que tengo que empezar avisando que entrego mi columna 15 días antes de que se publique. Y es que se me ha ocurrido hablar de Karla Sofía Gascón, y el escandaloso circo de siete pistas que mueve la pobre alrededor es de tal magnitud que a saber qué puede pasar en las dos semanas posteriores a lo que ahora tecleo.

He escrito antes “la pobre”, y lo repito. La pobre. No sé si alguna vez se ha vivido tan en primera línea mundial no ya un linchamiento semejante, que eso sí, sino, además, un desplome así de espectacular desde las estrellas hasta los infiernos. Su fulminante éxito era como un cuento de hadas, iba escopetada hacia la gloria y, de pronto, se descubrió sentada sobre una calabaza medio podrida, como una Cenicienta a la que las 12 campanadas pillaron de improviso. Desde luego sus famosos tuits son biliosos, hirientes, de mal gusto y además algunos de ellos pueden ser peligrosos, porque atizan los crecientes prejuicios en contra del mundo árabe y de los inmigrantes en España. No me resultan para nada simpáticos, pero vamos, las redes están llenas de eso y de muchísimo más. Yo diría que, si tuviéramos un aparato capaz de medir la virulencia venenosa de sus mensajes en comparación con la media habitual, el odiómetro puntuaría las ofensivas vulgaridades de Karla con, pongamos, un seis sobre diez. Y eso le ha costado que Netflix la haya quitado de la promoción de la película, que su imagen no esté en los carteles, que no acudiera a los Goya, que la editorial que iba a publicar sus memorias en España haya cancelado el contrato y que el director de la película, Audiard, la haya puesto a pan pedir con una vehemencia bastante sospechosa, como si lo hiciera para apartar de sí mismo la vergüenza de unas declaraciones que dio en agosto y que ahora andan dando vueltas por ahí: “El español es una lengua de países emergentes, una lengua de países modestos, de pobres y migrantes”, dijo el director francés con exquisito paternalismo. Yo en el odiómetro le daría un cinco, aunque quizá sería mejor aplicarle el tontómetro. Pero volviendo a Karla, en fin, lo cierto es que el castigo me parece excesivo.

Como probablemente sabéis, los tuits de la actriz fueron pescados y destapados por una periodista canadiense, Sarah Hagi, una chica joven que se define como “mujer musulmana negra” y que al parecer suele hacer esto, perseguir y divulgar las burradas de los famosos. Entiendo bien que Sarah se sintiera herida por los comentarios islamófobos de Karla; entre otras cosas, se mete muy desagradablemente con las “hembras que van con el pelo tapado”, y, a juzgar por sus fotos, Hagi usa el hiyab (por cierto, las monjas también van con el pelo tapado por razones religiosas, y nos parece estupendo). Asimismo entiendo que intente luchar no solo por su comunidad, sino, en definitiva, por una sociedad plural sin agresiones, pero esa feroz vertiente vengadora me espeluzna bastante. La periodista no ha aceptado las disculpas de la actriz, que ha pedido perdón veinte veces entre lágrimas y ha dicho lamentar profundamente “haber causado dolor”. Claro que también ha declarado que se siente víctima y que van contra ella, y en general ha actuado tan atolondrada como un pollo descabezado, cosa comprensible porque debía de estar en shock. Si se hubiera arrastrado y humillado de manera meticulosa y perfecta tal vez se lo hubieran dejado pasar. No sé. Hay algo que me espanta y asquea de esta furia sin límites, de los ciudadanos que enseguida se erigen como flamígeros espíritus puros que calcinan a diestro y siniestro a los malvados. Porque además se ceban con los más indefensos, que en eso Karla tiene razón. En principio nadie va a apoyarla, porque los ultras que celebrarían sus zafiedades la consideran una aberración; y, en cuanto a los progres, la actriz tampoco ocupa un lugar de respeto suficiente. A diferencia de gente como el escritor francés Houellebecq, pongo por caso, que lleva 10 años diciendo verdaderas burradas islamófobas, muchísimo peores que las de Karla, un odiómetro de nueve, por lo menos, y no solo no lo están linchando urbi et orbi, sino que puede que hasta algún día le den el Premio Nobel (espero que no: no me gusta nada). Así que sí: pobre y sola Karla. Además de faltona y de bocazas.

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