Crisis climática sin tregua
Mientras los eventos meteorológicos extremos se vuelven más intensos y frecuentes y los populismos negacionistas avanzan, este año los países deben presentar sus nuevos planes para combatir el calentamiento
Cuando despertemos en 2025, la crisis climática seguirá aquí. Aunque los Gobiernos y compañías en conjunto no estén haciendo caso a la ciencia y sigan sin recortar las emisiones de efecto invernadero de forma drástica y urgente durante esta década; aunque este año vuelva Donald Trump a la Casa Blanca y amenace de nuevo con sacar a EE UU del Acuerdo de París; aunque la Unión Europea gire hacia la derecha empujada por unos populismos abonados al negacionismo.
2024 va a cerrarse como el año más cálido en milenios en la Tierra. Y no hace falta retroceder eones para encontrar el anterior: 2023 tenía hasta ahora ese triste cetro. Es altamente probable que a 2024 le dure poco el reinado, porque el calentamiento (cebado principalmente por los combustibles fósiles de los que la humanidad se está desenganchando muy despacio) avanza galopante. Y deja un rastro de catástrofes.
El cambio climático no es solo una historia de temperaturas medias que marcan récords, sino de una atmósfera y unos mares que acumulan más energía al estar más calientes. Esto hace que los fenómenos meteorológicos extremos (como la gota fría que ha puesto en jaque a Valencia, la peor riada de este siglo en España) sean más frecuentes y que, cuando ocurren, también sean más intensos. Son los monstruos meteorológicos que ceba el calentamiento. En su última gran revisión sobre el conocimiento científico ligado al cambio climático, el IPCC, el panel de expertos vinculado a la ONU, advertía de que el calentamiento causado por el hombre estaba ya “afectando a muchos fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo”.
Pero, a pesar de que estos extremos tampoco se marcharán, 2025 puede ser un buen año para la lucha contra el calentamiento si los países del mundo presentan unos buenos nuevos planes climáticos. Esos planes, que deben abarcar hasta 2035, tiene que conducir a acelerar y generalizar la ruptura con los combustibles fósiles que ya está ocurriendo en algunas regiones del planeta gracias al avance imparable de las renovables, principalmente la solar y eólica, y la movilidad eléctrica. Durante este 2025 los países tienen que presentar esos nuevos planes, que se formalizarán en la cumbre del clima en noviembre en Brasil. Y muchos miran a China con la esperanza de que este 2025 sea el año en el que se confirme que sus emisiones han tocado techo y de que ponga sobre la mesa un ambicioso plan de recorte de sus gases.