Un respiro para la humanidad

El Papa emérito, Benedicto XVI, saluda al Papa Francisco en la Ciudad del Vaticano el pasado 27 de agosto.Vatican Meida (distribuida por AFP)

Fallecido Benedicto XVI, quizá no se repita esta sorprendente imagen especular. Desconcertaba ver a dos papas en la Tierra, sobre todo porque sus mensajes parecían inspirados por dioses diferentes. Y no porque uno de los representantes del Todopoderoso viniera de Alemania y el otro de Argentina, que ya es, sino porque uno era conservador y el otro progresista. Utilizamos estos términos, conservador y progresista, un poco a lo loco, para entendernos. Digamos que Aznar sería de Ratzinger y Yola...

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Fallecido Benedicto XVI, quizá no se repita esta sorprendente imagen especular. Desconcertaba ver a dos papas en la Tierra, sobre todo porque sus mensajes parecían inspirados por dioses diferentes. Y no porque uno de los representantes del Todopoderoso viniera de Alemania y el otro de Argentina, que ya es, sino porque uno era conservador y el otro progresista. Utilizamos estos términos, conservador y progresista, un poco a lo loco, para entendernos. Digamos que Aznar sería de Ratzinger y Yolanda Díaz de Bergoglio, o que la izquierda comulga más con las ruedas de molino de Francisco que con las de Benedicto y viceversa.

Cuando leí en Twitter que el argentino había sido colocado en el trono de san Pedro por Lucifer, traté de imaginar cómo sería un encuentro entre el Sumo Hacedor y Satanás después de tantos siglos sin hablarse (desde la Creación, si no me equivoco). Un encuentro discreto, desde luego, sin prensa ni testigos, quizá en un apartamento céntrico de una de las grandes ciudades europeas. Los imaginaba dando un repaso al mundo, no tanto para ver quién iba ganando la partida como para preguntarse si había valido la pena emprenderla. Los imaginaba cansados a los dos, quizá reconociéndose mutuamente que se habían pasado: demasiada hambre en el mundo, demasiada desigualdad, demasiada pobreza, demasiada muerte, explotación, enfermedad, miseria, demasiada pólvora también, demasiadas armas de destrucción masiva. Quizá hubiera llegado el momento de firmar la paz, de estrecharse la mano, como las dos teologías representadas por los fotografiados, y darle un respiro a la humanidad.

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