Música electrónica y festivales de cine: ¿realmente está cambiando algo en Arabia Saudí?
El reino busca reactivar su economía con el desarrollo del ambicioso plan Visión 2030 y renovar su imagen a través de diversos eventos de ocio. Esto podría ser el principio de un cambio, un plan para reactivar el consumo interno u otra maniobra de distracción
Poco se ha hablado de las imágenes históricas que salían de Arabia Saudí a finales de 2021. Hombres y mujeres bailando música occidental y actrices saudíes posando con los brazos descubiertos en un festival de cine. ¿Se trata de un cambio social impulsado por el Gobierno, una mera distracción de temas más candentes o una estrategia económica para liberarse de la dependencia del petróleo?
El Reino de Arabia Saudí alberga algunos de los lugares más sagrados del islam y está go...
Poco se ha hablado de las imágenes históricas que salían de Arabia Saudí a finales de 2021. Hombres y mujeres bailando música occidental y actrices saudíes posando con los brazos descubiertos en un festival de cine. ¿Se trata de un cambio social impulsado por el Gobierno, una mera distracción de temas más candentes o una estrategia económica para liberarse de la dependencia del petróleo?
El Reino de Arabia Saudí alberga algunos de los lugares más sagrados del islam y está gobernado por la familia Al Saud, que ostenta el poder a través de una monarquía absoluta. En esas tierras nació el wahabismo, una corriente del islam muy rigorista. Por ello, cuando el Gobierno anunció en 2017 que las mujeres podrían conducir, la decisión causó asombro en el mundo entero. Algunos brindaron por este paso hacia la libertad de las mujeres, mientras que otros opinaron que era una decisión económica dentro del plan Visión 2030, un marco estratégico concebido para diversificar la economía saudí, muy dependiente del petróleo.
De la misma forma, muchos apuntan a motivos económicos al ver a cientos de miles de chicos y chicas bailando música electrónica, sin separación de géneros y sin vestimenta tradicional en la segunda edición del festival Soundstorm, que se celebró del 16 al 19 de diciembre a las afueras de Riad, la capital del reino. Casi la mitad de los artistas que actuaron eran originarios de Oriente Próximo, incluyendo a 10 mujeres DJ saudíes. Toda una revolución en un país donde hasta hace poco se castigaba el acto de bailar y prohibía que se mezclaran hombres y mujeres. El Gobierno estimó a través de distintos informes que en 2017 sus ciudadanos se gastaron 30.000 millones de dólares en ocio en los países vecinos, casi el 5% del PIB. Con la estrategia Visión 2030, Arabia Saudí busca que sus ciudadanos dupliquen su consumo familiar dentro del reino. Por ello, no es de extrañar que el Soundstorm fuese organizado por una empresa saudí, MDLBeast, y tampoco que hayan elegido música electrónica, en un país en donde el 70% de la población tiene menos de 35 años.
Algunos aplauden estas novedades, pero otros como Human Rights Watch sostienen que solo suponen una distracción “de las violaciones generalizadas de derechos humanos”. En 2019, la cantante Nicki Minaj anuló su concierto en el último minuto tras recibir críticas de ONG que denunciaban la discriminación hacia personas LGBTQ+, a diferencia de Justin Bieber, que actuó en diciembre a pesar de recibir las mismas presiones. También fue en diciembre cuando, antes de competir en la penúltima carrera de fórmula 1 en Yedda, Lewis Hamilton aprovechó su estrellato para llamar la atención sobre el mismo tema.
Por ello, no pasó inadvertido que el galardón a mejor actor en el primer festival de cine de Arabia Saudí fuera para Adam Ali, un chico inglés-libio abiertamente homosexual. Esto tuvo lugar en diciembre en la primera edición del Festival de Cine del Mar Rojo, en Yedda. Entre los galardonados figura Haifaa al Mansour, la primera mujer cuya película, Wadjda, fue rodada en Arabia Saudí y nominada a premios internacionales. La evolución cinéfila es notable si se considera que fue tan solo en 2017 cuando el Gobierno anunció la reapertura de los cines, cerrados desde los ochenta.
El tiempo dirá si estos artistas son peones de una estrategia económica o los primeros en participar en una apertura incipiente e histórica del reino. Quizás, como algunos apuntan, el simple hecho de actuar en el país ya es un indicio de cambio.