La Atalaya del Camino 2015, sensibilidad y precisión

Almansa, con su castillo guardando al pueblo, da nombre a una denominación de origen a medio camino entre Mancha y Jumilla, poco valorada debido a que el granel lo acapara casi todo. En la década de 1970 el pionero Mario Bonete consiguió llamar la atención con su tinto de inspiración riojana. Luego, el silencio.

Hasta que hace una década algunas bodegas optaron por desprenderse de complejos y buscar la calidad con el buen uso de la variedad mayoritaria, la garnacha tintorera, uva que regala tintos carnosos, colmados de fruta, de agradecida crianza en roble, pero siempre que procedan de ...

Almansa, con su castillo guardando al pueblo, da nombre a una denominación de origen a medio camino entre Mancha y Jumilla, poco valorada debido a que el granel lo acapara casi todo. En la década de 1970 el pionero Mario Bonete consiguió llamar la atención con su tinto de inspiración riojana. Luego, el silencio.

Hasta que hace una década algunas bodegas optaron por desprenderse de complejos y buscar la calidad con el buen uso de la variedad mayoritaria, la garnacha tintorera, uva que regala tintos carnosos, colmados de fruta, de agradecida crianza en roble, pero siempre que procedan de viñas viejas y producción limitada. Así lo hace Bodegas Atalaya, del grupo Gil Family Estates. Elabora vinos de diseño moderno y fuerte temperamento, elaborados con sensibilidad y precisión por el enólogo Frank Gonzales.

Su Atalaya del Camino incluye monastrell y una crianza de 12 meses en roble francés, con resultados seductores: honda composición aromática a base de fruta silvestre madura, confitada, ligeramente licorosa, embebida en cedro, pimienta, clavo, tostados y cacao. La sensualidad y opulencia en boca no se traducen en empalago, sino que se realza con elegancia y equilibrio.