Una original fórmula de varios comercios en este barrio de Barcelona, que ya han recomendado The New York Times y Die Zeit
El ganchillo está de moda, pero ahora se llama crochet y ya no se hacen tapetes para encima de la tele, sino amigurimis o pequeños muñecos de ganchillo. "Es una técnica artesanal importada de Japón", explica Patricia Viussá, y causa furor entre muchas jóvenes modernas. Además de amigurimis, vende vestidos cincuenteros hechos a mano en Asturias por La Bigotera y complementos de La Mouchette y Lady Desidia. » Esquirol, 4Gastón Liberto, ilustrador que plasma sus dibujos en esculturas y camisetas serigrafiadas, y Sandra Velzi, diseñadora de joyas, comparten este laboratorio creativo, mitad taller, mitad sala de exposiciones, donde se entra, se admira y, si gusta, también se compra. » Semoleres, 4Se autodenominan hamburguesería gourmet y despachan a destajo hamburguesas de carne ecológica que el cliente aliña a su gusto con salsas caseras. Añádanse precios razonables y el resultado es que el local está siempre lleno hasta la bandera. » Marqués de L'Argentera, 1 bisAfortunado juego de palabras entre Todo lo que tejes es amor y el Todo lo que necesitas es amor (All you need is love) de Los Beatles. Antes de que medio mundo enloqueciera con el urban knitting, en esta tienda ya eran incondicionales del punto de toda la vida. Venden lanas, manuales e instrumental para tejer -léase agujas y ganchillos-, pero también dan cursos. El invierno pasado, la firma Andrés Sardá echó el lazo a los alumnos más aventajados para abrigar con bufandas y calentadores a sus modelos sobre la Pasarela Cibeles. » Barra de Ferro, 8Dos arquitectas reconvertidas en reposteras montaron esta minitienda para incondicionales de cupcakes, macarons y otros dulces que enloquecerían a la mismísima María Antonieta. Aplican recetas de la abuela e imaginación a la hora de decorar sus tartas. Además, hay un pequeño bazar con delantales y trapos de cocina hechos a mano, caramelos artesanales y tés orgánicos. » Calders, 3Un acogedor bar con atmósfera centroeuropea que invita a sentarse a leer un libro, consultar prensa internacional o disfrutar de cocina sencilla con ingredientes orgánicos. Su fuerte es el desayuno alemán (5,80 euros): pan negro, queso, jamón, mermelada, ensalada y huevos felices, esto es, de gallinas de granjas biológicas. Para el almuerzo, un sencillo menú de plato más bebida por 5,90 euros. Los viernes por la noche hay conciertos, cuentacuentos y hasta cenas africanas amenizadas por un percusionista. » Pou de la Cadena, 8Un colectivo de diseñadores y artistas plásticos recicla de todo para hacer bolsos, desde lonas de camiones a los cierres de cinturones de seguridad de automóviles. Luego los pintan a mano. Y el cliente sale de la tienda con una obra de arte única bajo el brazo. Sus bolsas-mensajero para llevar en la bici se venden como churros. » Grunyi, 7Otra palabra para aprender: plushies, o muñecos de trapo, con ojos saltones y aspecto entrañable. Todos tienen nombre: el mapache Luca, el pingüino Max... Estas criaturitas coexisten con monederos de animales de aspecto naif y broches para eternas adolescentes. Vicky es la mujer orquesta tras este proyecto: "Yo dibujo los muñecos, rastreo en busca de telas recicladas, creo las ilustraciones y coso los muñecos". » Grunyí, 6. Local 1Antes de que los caramelos se envolvieran en celofán se hacían en tiras largas, se cortaban y se metían en una caja. Y así los siguen elaborando a diario en esta confitería ante los incrédulos ojos golosos de los clientes. La destreza con la que trabajan es todo un espectáculo. Aviso: los colores de los caramelos pueden despistar porque se suelen elaborar con criterios estéticos más que por la semajanza con la naturaleza. Vamos, que el verde no tiene necesariamente sabor a menta (puede saber a piña). » Ample, 28Rollos de tela importados de Italia y Reino Unido, patrones y piezas hilvanadas dan cuenta de que estamos ante una sastrería como las de antaño. Además de encargar algo específico se pueden comprar las piezas expuestas en la tienda -todas confeccionadas a mano- y elegir los últimos detalles, como botones o puños. » Barra de Ferro, 7Mimi Scholer iba para maestra platera en Viena, pero acabó montando su propio taller-tienda de bisutería artesanal a dos pasos del mercado de Santa Caterina. » Sant Jacint, 6Más conocido como el Dolç i Salat por el letrero enorme de su escaparate, Mandarosso Pastis se inauguró en septiembre y ya es punto de encuentro a media mañana para tomar un minibocadillo vegetariano o apuntarse al aperitivo con un vermú Aperol o el menos conocido Punt e Mes. » General Álvarez de Castro, 5-7Este paraíso para golosos es el proyecto más delicado de la restauradora Mey Hofmann, creadora de la escuela de hostelería que lleva su nombre. Es difícil no sucumbir a los aromas a vainilla, mantequilla o chocolate. Compramos, por ejemplo, sus galletas de gianduja o las sardinas de chocolate y praliné. » Flassaders, 44Se autodefinen como una tienda de retro-vintage. ¿Qué venden? Paños de cocina como heredados de la abuela, botes de hojalata o tazas de loza. Y a dos pasos, en la calle de Rec, 20, su versión infantil: una juguetería con toda suerte de juguetes de trapo y madera de siempre. » Plaza Comercial, 3