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Inundados y sin agua

En los asentamientos Iván Vásquez Valera y 21 de septiembre de Iquitos habitan cerca de 2.500 familias y casi el 50% es indígena. La mayoría pertenecen a la etnia kukama, muy asociada al agua; sin embargo, carecen de ella

Un perro pasea por las calles del asentamiento humano Iván Vásquez, en Iquitos (Perú) durante la cuarentena por la covid-19. Entonces soportar el calor amazónico fue más difícil. En este lugar no existe un acceso adecuado a recursos hídricos ni saneamiento, a pesar de estar cerca de una de las mayores reservas del mundo.Ginebra Peña Gimeno
Durante el confinamiento, además, difícilmente los habitantes de este lugar pudieron acceder a atención en los hospitales y obtener medicinas, debido a sus escasos recursos. En el asentamiento Iván Vásquez Valera, y en el vecino llamado 21 de septiembre, habitan cerca de 2.500 familias y casi el 50% de la población es indígena; la mayoría pertenecen a la etnia kukama.Ginebra Peña Gimeno
Los gallinazos forman parte del paisaje de estos asentamientos humanos. Revolotean entre la basura y los desagües, cerca de los cuales viven los pobladores.Ginebra Peña Gimeno
La parte final de dos de los desagües que desembocan en Iván Vásquez, que están a cielo abierto, despiden un olor fétido y están cerca de las casas. El Tribunal Constitucional del Perú tiene, desde mediados del año 2021, la posibilidad de acabar con las deficientes condiciones de vida de estas poblaciones si admite el recurso presentado por los abogados del Instituto de Defensa Legal (IDL), quienes batallan desde hace cinco años por esta causa.Ginebra Peña Gimeno
Un anciano al borde de la acequia que trae parte de los desagües de Iquitos. La calle por la que pasa se llama, paradójica y acaso cruelmente, Buenos Aires. El artículo 25 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas respalda las peticiones de estos habitantes. Según este, “los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y fortalecer su propia relación espiritual con las tierras, territorios, aguas, mares costeros y otros recursos”.Ginebra Peña Gimeno
Cuando se camina cerca a los desagües, que están allí sin que las autoridades los cierren o traten el agua que vierten, los gallinazos abundan.Ginebra Peña Gimeno
Las casas en estos asentamientos humanos están, como suele ocurrir en la selva, en un altillo. Pero cuando viene la creciente no es el río el que se desborda, sino el agua del desagüe. Cuando uno camina por estas calles terrosas de estos asentamientos humanos comprueba que los pobladores indígenas, o mestizos que son la mayoría, buscan no mantenerse lejos de ríos como el Nanay, un afluente del Amazonas que pasa cerca. Algunos inclusive practican la pesca de subsistencia en ese río.Ginebra Peña Gimeno
Otras casas están a ras de piso porque se ha rellenado la calle con tierra para facilitar la entrada de vehículos pequeños y evitar una mayor acumulación de agua.Ginebra Peña Gimeno
Un cartel llama a no botar basura en el ‘caño’ (canal de los ríos selváticos) y anuncia que Punchana (distrito donde están los asentamientos) es “limpio, seguro y moderno”.Ginebra Peña Gimeno
Uno de los niños parados en la puerta de esta casa no tiene zapatos. Dado el alto nivel de contaminación en este asentamiento, se expone a contraer enfermedades parasitarias.Ginebra Peña Gimeno
Dos habitantes hacen una labor comunal para rellenar las calles. Con eso se puede amortiguar la inundación, pero al no haber sitios de drenaje el problema continúa.Ginebra Peña Gimeno
La señora Nora Sikiwa, con seis de sus siete hijos y dos mujeres más de su familia. Es de la etnia quichua y llegó desde Ecuador buscando salvar su situación económica.Ginebra Peña Gimeno
El día a día es duro en estos asentamientos humanos. Los hombres y mujeres trabajan, ganan una cantidad mínima de dinero y, además, realizan faenas comunales.Ginebra Peña Gimeno
El agua, en los meses de crecida (entre diciembre y marzo, por lo general) los ríos crecen por efecto de lluvia y se meten al bosque. Acá se meten a las casas y no hay agua potable.Ginebra Peña Gimeno
Una calle del asentamiento humano Iván Vásquez en un día de fiesta. También ha sido rellenada de tierra por un candidato municipal, más con fines políticos que perdurables.Ginebra Peña Gimeno
Un joven muestra las afecciones que tiene en los labios, muy probablemente producidas por la contaminación circundante. Las enfermedades de la piel son frecuentes.Ginebra Peña Gimeno
A pesar de estar muy cerca de grandes ríos amazónicos, en este asentamiento es difícil conseguir agua. Un balde de ella sin tratar puede costar el equivalente a 0,056 euros.Ginebra Peña Gimeno
Un niño bebe agua dentro de una casa. Antes de hacerlo, debe asegurarse que no está contaminada. Un balde de agua tratada puede costar unos 3,5 soles (0,79 euros).Ginebra Peña Gimeno
Este es parte de un sistema de recogida de agua de lluvia. Existe en algunas casas, pero de manera artesanal. No se ha organizado de modo que satisfaga todas las necesidades.Ginebra Peña Gimeno
La avenida Buenos Aires tiene, hasta este punto, una cubierta para el desagüe. A partir de allí está al aire libre y corre en medio de casas despidiendo un olor insoportable.Ginebra Peña Gimeno
Ronaldo Jiménez, un joven de la etnia matsé, que migró al asentamiento Iván Vásquez. Su comunidad de origen queda a unos cinco días de navegación desde Iquitos.Ginebra Peña Gimeno
Lugar de venta de bidones de agua. Aunque el recurso hídrico es abundante acá, por las crecidas y las lluvias, al estar contaminada se tiene que recurrir a estas soluciones.Ginebra Peña Gimeno
¿Hacia dónde apunta el destino de estos habitantes, mestizos e indígenas? El Tribunal Constitucional del Perú podría disponer que se les ponga agua potable y alcantarillado.Ginebra Peña Gimeno