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Suelves: el "paraíso" abandonado belga sin luz ni agua corriente Varias familias belgas viven en Suelves (Huesca), aunque solo una lo hace todo el año, décadas después de ser estafadas con la promesa de un complejo turístico de interior. Las viviendas carecen de servicios básicos pero la gente decidió quedarse por la paz de la zona Los belgas Godelieve Volckaerts y Ronny van Thillo llevan seis años viviendo en Suelves (Huesca). Allí han encontrado la tranquilidad, sin vecinos ni visitantes, junto a sus perros y la naturaleza. Ellos mantienen el legado de otros compatriotas que fueron estafados hace 40 años con promesas de un complejo turístico y decidieron quedarse en el pueblo. Carlos Gil-Roig La piscina apenas cuenta con agua de lluvia y maleza alrededor. El empresario que ofreció un "Marina d'Or" de interior la construyó junto a unas casas piloto como cebo para atraer a compradores que jamás encontraron lo que se les planteó. Carlos Gil-Roig David Olivera es uno de los descendientes de Suelves que luchan para que la localidad, casi abandonada, recupere actividad. Para ello necesitan que los poseedores de los terrenos, los herederos del abogado Joaquín García, les permitan administrar la zona para atraer a nuevos habitantes. Carlos Gil-Roig La despoblación castigó al viejo núcleo de Suelves, que ahora está totalmente cubierto por la naturaleza. Su ubicación a una hora de los Pirineos atrajo y atrae a múltiples belgas que quieren desconectar y olvidarse del ruido, la gente y la oscuridad de su país natal. Carlos Gil-Roig Arturo Olivera observa desde la casa en la que se crió la decadencia del pueblo. La ilusión de los belgas, que pese a no disponer de agua corriente o luz eléctrica, anima a los aragoneses que batallan por Suelves a reclamar a las instituciones más compromiso y mejores servicios. Carlos Gil-Roig Isabel Liégeois y Bruno Liégeois llevan 27 años viviendo en Suelves. Suelen acudir en verano a su casa, en la que utilizan un depósito para acumular agua de lluvia. Les da igual no ver a gente en el día a día: son felices en la tranquilidad aragonesa y lo que más necesitan es una buena carretera. Carlos Gil-Roig La urbanización Romeo cuenta con unas 20 viviendas, muy separadas entre sí, a las que acuden cuando quieren varias familias desde Bélgica. Tan implicados e integrados están en el lugar que celebran tanto la fiesta local, en mayo, como el día de Bélgica, en julio, con una merienda común. Carlos Gil-Roig Joaquín Puyuelo es uno de los descendientes de Suelves que lamenta el triste panorama del lugar. Las escasas construcciones de aquella época, de cuando los extranjeros fueron estafados, han sido "saqueadas" y reinan las ruinas y los destrozos. Para él, hay que aprovechar la "oportunidad" de tener a tanta gente, en este caso belga, interesada en darle vida a un sitio que ha sufrido tantos problemas. Carlos Gil-Roig Pasear por Suelves supone observar un paraje natural inmenso en el que abundan los recuerdos de la estafa del empresario belga. Arturo Olivera, propietario de una de las últimas casas originales de Suelves, enseña cómo las viviendas que se edificaron en su momento han quedado descuidadas y sometidas al paso del tiempo y de los ladrones, que se llevaron lo poco de valor que había en ellas. Carlos Gil-Roig Los ciudadanos belgas no tienen problema en que Suelves carezca de agua corriente o luz eléctrica. Ya se han acostumbrado. Lo que lamentan es no disponer de una carretera digna, pues al núcleo se accede por pistas de tierra, y que sea tan difícil conseguir que tanto otros europeos como españoles interesados en vivir allí puedan revitalizar la comarca y seguir disfrutando de la calma que eligieron. Carlos Gil-Roig